Eduardo
Sanguinetti
filósofo
rioplatense
Ante
el estado de la educación, como está planteada desde hace décadas por los
burócratas del pensamiento y los poderosos del sistema neoliberal, que
decidieron crear un sistema “anti-educativo-anestésico” (así lo denomino)
accionemos ya, nosotros los ciudadanos disidentes, pues deviene en la urgente
necesidad, hoy, de formar a los educandos, capacitándolos para la incertidumbre
que plantea este milenio y no deja de ser una simulación de una historia, de la
que somos espectadores sumisos, ante la degradación y caída de la educación, en
términos de relación y conocimiento.
Se
trata de preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, y eso
significa que hay que estar siempre buscando cómo conocer el propio acto de
conocer, haciendo de lado privilegios que reciben legisladores bien rentados,
parásitos, que ya no se representan ni a sí mismos, en nombre de la democracia
y el orden vetusto que ya no tiene espacio, para quienes somos herederos
legítimos de una tradición donde el conocimiento implica responsabilidad y el
pensamiento tenga un sitio de honor en la vida de nuestra comunidad.
Hoy
estamos capacitados para asumir esa responsabilidad, enfrentando al sistema
imperante, dotando a nuestros maestros y profesores con vocación y en servicio,
de un sueldo acorde a la magnitud de su entrega, es decir asimilando el sueldo
de un docente al del legislador, o viceversa, pues simplemente es ético y se
impone; creo que la mayoría de la comunidad estará de acuerdo con esta
propuesta que desea una formación de excelencia para sus hijos.
El
presidente José Mujica dio un ejemplo, replicado en el planeta, con la donación
de su sueldo y dejando de lado privilegios, aplaudido por todos, imitado por
nadie, en ambas márgenes del Río de la Plata. Todos estos funcionarios suman
activos incorpóreos, para que los acompañen en la eternidad célibe de faraones
del tercer milenio.
“Enseñar
la condición humana debería ser el objeto esencial de cualquier sistema de
enseñanza”, y eso pasa por tomar en consideración conocimientos que se
encuentran dispersos entre varias disciplinas, como las ciencias naturales, las
ciencias humanas, la literatura y la filosofía.
Hay
que aprender a navegar en el océano de las incertidumbres a través de los
archipiélagos de las certezas.
La
comprensión es tanto medio como fin de la comunicación humana, por lo que no es
algo que la educación pueda pasar por alto. Para eso, es necesario internalizar
que el rol del educador con vocación es una entrega y donación de suma
importancia en la formación de un proyecto de vida y de país.
Debemos
salvaguardar a profesores y maestros, para que puedan instruir a nuestros
hijos, anteponiendo la grandeza y el sentido común, que creo aún tenemos. Con
la educación de nuestros niños no se juega, y pareciera ser la norma, puesta en
acto del espectáculo que gobiernos de todos los colores, año tras año, con
excusas y justificaciones cobardes y oportunistas, hicieron colapsar el sistema
educativo.
El
pensamiento complejo es una unión entre simplicidad y complejidad, lo que
implica procesos como seleccionar, jerarquizar, separar, reducir y globalizar.
Se trata de articular lo que está disociado.
Espero
que esta columna inspire al lector a seguir viviendo, educando, transmitiendo
desde el sitio que ocupa hoy en esta pobre sociedad degradada: “poéticamente y
con sabiduría”.
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