EDUARDO SANGUINETTI
Filósofo, Ecologista
El
crecimiento económico y el agotamiento de recursos son siempre las dos caras de
la moneda de países en "vías de desarrollo", tal el caso de Argentina
y Uruguay, hoy enfrentados por la construcción de las dos plantas de celulosa
en Fray Bentos (según se estima la más grande inversión de capitales
extranjeros en el Uruguay, financiadas en este caso por Botnia, Finlandia y
Ence, España, calculada en 1.800 millones de dólares).
Uruguay
afirma que no se detendrá la construcción de las plantas; Argentina emite
diversas respuestas entre ellas "denuncia ante la Corte Internacional de
La Haya", "instancias anteriores de diálogo antes de acudir a la
corte internacional", "diplomacia alternativa en Montevideo a cargo
de Carlos "Chacho" Alvarez... Lo cierto es que el conflicto va
"in crescendo" pues no se puede ni se debe ignorar el papel
fundamental del pueblo de Gualeguaychú que no retrocederá de ningún modo ante
los reclamos de detener la construcción de las plantas de celulosa. El corte de
fronteras forma parte ya de la rutina del gualeguaychense quien, a no dudarlo
hoy no dará un paso atrás en su accionar y está dispuesto a todo para mantener
su medio ambiente no contaminado.
Antes
que nada la fuerza de los argumentos: "derecho a la vida en
naturaleza" anteponiendo la masiva fuerza de los hechos: "antes que
el derecho al libre tránsito". Sin embargo debo presentarlo de tal manera
para que no se conviertan en una visión apocalíptica.
Apuesto
por afrontar y solucionar esta controversia, en mi calidad de filósofo y
ambientalista de la primera hora en América Latina. Sin la fuerza de los
acontecimientos es muy difícil ser escuchado. Fui escuchado en la zona de
conflicto, a pesar de la tarea de los informantes y acólitos de siempre que
intentaron anular mi accionar (siempre a favor del entendimiento, de la
existencia personal, y de la vida). Naturalmente que las personas que componen
el pueblo de Gualeguaychú son los primeros actores de esta desgraciada
instancia, que no tiene antecedentes en lo que hace a nuestra historia: un
pueblo levantando la bandera de sus derechos y poniéndolos en acto.
Pero
reclamo a los gobiernos y a políticos "no mentir ni especular" acerca
de lo que hace a nuestra calidad de vida, que se establece en el territorio que
habitamos y ellos intentan gobernar, con impericia o en el peor de los casos
haciendo caso omiso a pactos preexistentes: "Protocolo adicional del
Mercosur". En este ámbito se debe avanzar, mediante un monitoreo intensivo
de las informaciones; se deben establecer sistemas de alerta temprana y
determinar oportunamente los puntos críticos.
Es
fundamental el cambio de modelos de producción y consumo, relacionado con
"la producción limpia", evitando residuos no degradables (tal el caso
plantas de celulosa).
En
forma urgente debemos intensificar la discusión sobre el tema
"suelos". Debemos estabilizar el potencial productivo de los suelos
evitando su contaminación e implementando su saneamiento.
Se
debe en forma urgente crear una comisión para el tema ambiental, conformada por
especialistas ambientales y no espontáneos ambientalistas que con sus buenas
intenciones no lograran desenredar esta coyuntura en la que están sumidos
Argentina y Uruguay.
Señalo
lo imprescindible de la necesidad de más especialistas al servicio del medio
ambiente y no del Banco Mundial, ni consultoras al servicio de instituciones
del poder, para actuar en crisis como la planteada hoy.
En
el año 1992 asistí en mi calidad de ambientalista a la Cumbre de la Tierra de
Rio de Janeiro, sin representar a nadie solamente a los millones que no tenían
representación, pues los mandatarios allí reunidos no representaban
legítimamente a sus pueblos, pues a no olvidar que los intereses políticos se
anteponen a cualquier instancia: aun la vida misma, y de no ser así, ¿por qué
las guerras?
Debemos
admitir y constatar que existen gravísimos problemas relacionados con una
crisis de credibilidad en lo que a jefes de estado y soluciones diplomáticas se
sucedan.
La
solución de muchos de estos problemas ha partido de otras organizaciones.
Lo
que debe estar en la mira de quienes tienen responsabilidad y conocimiento de
lo que hace a medio ambiente es el desarrollo de normas jurídicas vinculantes
de protección ambiental. Debemos configurar un fundamento político que también
es una condición indispensable para una política de paz orientada hacia el
futuro.
En
una sociedad mediática como la actual no solo hay que hacer algo razonable,
también se impone una presencia pública, en aras de las causas de deterioro del
medio ambiente. Es indispensable modificar en 180 grados la situación
planteada. Es posible.
A
no olvidar que la ley sobre la protección de la naturaleza ofrece a las
autoridades (hoy tan reduccionistas en sus conceptos) declarar zonas de
monumento natural en base a su importancia científica.
En
una zona protegida no se permite y no se pueden realizar actividades que puedan
dañar a la naturaleza.
Es
muy difícil predecir lo que el futuro depara en lo que hace a las relaciones
entre Argentina y Uruguay.
Me
preocupa la intransigencia con que se aborda el tema, que a mi entender no es
económico o financiero; pienso que el tema puesto en la mesa del libre comercio
con USA forma parte de una estrategia muy hábil del país del norte para
enfrentar a dos países vecinos: ¿otra Guantánamo? La inutilidad del Mercosur
para arbitrar me apabulla. Tanto coctel, tanto hermano sudamericano, tantas
buenas intenciones: hay que legitimarlas en acto.
El
más pequeño éxito me alegraría enormemente. Sin embargo, reconozco que guardo
cierto escepticismo en cuanto a un feliz término de este interrogante de
enormes dimensiones que hace al "affaire Fray Bentos". La consigna del día debería ser como meta
prioritaria "una política ambiental global". *
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