PLANES PARA DESPUES DE UNA CRISIS
(Algo habremos aprendido entonces, espero).
L. Soriano
Habremos aprendido, que no se puede votar con la salva parte que tan bien describía Wilde y que nuestro voto es valioso, no tanto en sí sino por lo que puede ocurrir si nos equivocamos y elegimos al peor dotado.
Habremos aprendido que la demagogia barata y despistante no es posibilismo, buenismo y talante. Es simplemente falsedad y mentira.
Habremos aprendido que subvencionar a la sociedad no crea riqueza distribuible y elimina a los contribuyentes que pagan esas enormes facturas.
Habremos aprendido que ciertas actuaciones y discursos políticos ahuyentan a los inversores patrios y foráneos, que un país como el nuestro, sin energía, materias primas ni industria especializada necesita para su desarrollo.
Habremos aprendido que los funcionarios no son los ideales para acaparar la política y manejar los presupuestos, ocupar todos los resortes del poder y administrarnos con rigor. Y su crecimiento desmedido, siempre este por amiguismo político, crea masas de improductivos, que hay que mantener, que a su vez dejan de ser contribuyentes.
Habremos aprendido que las Leyes electorales internas no pueden discriminar los votos de calidad o cantidad. Un hombre un voto es o debe de ser el objetivo.
Habremos aprendido que una lengua común, y un territorio común, con sus peculiaridades es facilitador de intercambio, de empleo, de prosperidad y bienestar. La exclusión es negativa.
Habremos aprendido que no se puede ( We can not), mantener a cuatro administraciones (Más la Europea), además de cientos de empresas “públicas” conectadas a las ubres del presupuesto, y “amigos” del poder inmunes a crisis e impunes a las Leyes vigentes.
Habremos aprendido que si la Justicia no es verdaderamente independiente, y que si la división de poderes no funciona, la democracia cojea hasta reptar y al final colapsa.
Habremos aprendido que los medios son libres de decir lo que quieran, salvo insultos personales, pero que su credibilidad tienen que ganársela, no cuando apoyen al poder a cambio de prebendas.
Habremos aprendido que los más capaces, los más preparados, los más dispuestos a trabajar y a sacrificarse, en tareas ingratas o penosas, son los que más derecho tienen a recompensas elevadas, y que igualar a los que pudiendo no se esfuerzan con los que si lo hacen, es el fin del modelo en que estamos inmersos. Y tendremos entonces que elegir.
Habremos aprendido que los derechos sociales que no se puedan extender a la totalidad de los ciudadanos, sino que sean disfrutados por unos pocos, son injustos e insolidarios.
Habremos aprendido que juntándonos con la escoria, nos tratarán como escoria, y nos evitarán como socios, amigos o compañeros.
Habremos aprendido en que no podemos nadar por encima del agua y que no podemos morder más de lo que podamos tragar.
Habremos aprendido que la corrupción es una lacra de la humanidad poco rentable para los que la sufren y la pagan, y que en términos de dinero público las penas debería doblarse para los que la practican y viven en su molicie del ocio impune.
Habremos aprendido que a los radicales hay que tratarlos con penas especiales, a los que provocan dramas, y con especialísimas a los que provocan tragedias, o sea sangre. No pudiéndoseles aplicar la misma medida que a un padre de familia que comete un error.
Habremos aprendido que las víctimas son especies a proteger y que los verdugos son especies a extinguir, por mucho que los garantistas griten necedades.
Habremos aprendido que los 18 años no es un límite aceptable para ser “menor”, a estas alturas de la sociedad tecnológica.
Habremos aprendido que las fuerzas del orden no son represivas y que requieren un principio de autoridad, extensible a los educadores, con una escrupulosa selección y formación pero con un poder represivo positivo contundente. Parar a los delincuentes no es hacerle el juego a ningún adversario político.
Habremos aprendido que recaudar sin planes adecuados y sin control del gasto, confiscando más que otra cosa, paraliza las transacciones, destruye tejidos industriales, comerciales y turísticos, desproveyéndonos de las vías para conseguir un trabajo y un sustento.
Habremos aprendido que las Leyes laborales que crean pánico a contratar, son malas por naturaleza y que las leyes fiscales de grandes empresas no deben ser similares a las aplicables a pequeños empresarios o autónomos.
Habremos aprendido que la Bandera española es símbolo de una Nación, orgullosa de serlo, con sus cientos de defectos y millones de virtudes, no un símbolo de nadie y si de todos y que no connota nada aborrecible.
Habremos aprendido en suma que debemos de intentar ser felices, ayudar a los que no pueden valerse y tratar de ser solidarios con los desheredados del mundo, pero que la caridad o la justicia, bien entendida, empieza por uno mismo y en casa propia.
Espero que lo hayamos aprendido, esto y mucho más
A reflexionar
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