AZNAR Y RAJOY PARA SALVAR AL SOLDADO FEIJÓO
ANÍBAL MALVAR
Feijóo,
en Cádiz el pasado jueves. EFE/Román Ríos
Tras las merluzas asesinas, las pupilas dilatadas por el sol de Cádiz (ay, Marcial) y el Picasso catalán de toda la vida, Alberto Núñez-Feijóo acaba de tomar la decisión más importante de su carrera política: incorporará a la campaña electoral ni más ni menos que a José María Aznar y Mariano Rajoy. Nuestra prensa de derechas anda eufórica con estos fichajes. A uno le debemos la guerra de Irak y una foto de gabinete en la que un elevado porcentaje de cromos ministeriales acabaron en ficha policial. El otro fue el primer presidente español abatido por una moción de censura a causa de la corrupción. No sé qué estará esperando Pedro Sánchez para sacar en los mítines a Manuel Chaves y a José Antonio Griñán, a Rafael Vera y José Barrionuevo, y pena que se ha muerto Mariano Rubio, aquel gobernador del Banco de España que se bañaba en nuestras pesetas como el tío Gilito de Disney.
Los políticos del
bipartidismo de antaño eran más sosos. En campaña no sacaban corruptos ni
mercenarios. Prometían honradez y regeneración democrática, y solo se
corrompían después de ganar las elecciones. Ahora va todo más acelerado y de
frente. Nadie esconde sus cartas ni sus pudores. Nadie junta las piernas. Y si
a alguno se le ocurre hablar de corrupción interna, como Pablo Casado, le pasa
como a Pablo Casado: lo remasterizan.
De que a Feijóo se
le acababan las ideas nos dimos cuenta enseguida, pues no tuvonunca ninguna.
Por eso este recurrir a Aznar y Rajoy, dos iconos del manga sin los ojos
rasgados, nos parece incluso predecible.
Con Aznar se aporta
dramatismo a los mítines. Es como meter a Peter Lorre disfrazado de payaso en
un cumpleaños infantil. Nos relatará toda suerte de catástrofes, rechinares de
dientes, tsunamis económicos y ejercicios de fitness (que son lo más cruel). Al
terminar sus alocuciones, las luces se apagarán como por ensalmo, y los globos
de las gruppies del PP explotarán solos en el aire de los estadios y las plazas
de toros, creando gran estruendo, con lo que la popularería podrá soñar con la
vuelta de ETA. A Aznar le lleva el tema de la imagen Stephen King, no un
piernas como Miguel Ángel Rodríguez MAR.
Con Rajoy, basta
con que le hagan repetir su gran lema de campaña para las municipales: "Es
el alcalde el que elige a los vecinos". Os parecerá una tontería, pero en
época de Franco sucedía así. De vecinos no queridos por el alcalde (franquista)
están nuestras cunetas llenas. A veces es prudente no reírnos de aquellos a
quienes no comprendemos.
Por su parte, los
de Vox no van a saber qué hacer, salvo fichar a Trump para la campaña. El
taimado Feijóo les sube a la palestra a la derechita cobarde de Rajoy, pero
escoltada por el ídolo pretoriano de los fachascales, Aznar, vestido de Mio
Cid, cabalgando su Babieca modelo pony, prometiendo tempestades y cabezas de
moro. Va a tener difícil Vox encontrar su espectro electoral entre las sombras
de tamaños gigantes.
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