DISCULPEN QUE NO ME LEVANTE
DAVID TORRES
El rey Felipe VI sentado al paso de la
espada de Bolívar, durante la ceremonia de toma de posesión del nuevo
presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Cuenta una leyenda apócrifa que sobre la tumba de Groucho Marx hay un epitafio que reza: "Disculpen que no me levante". En realidad, en la tumba de Groucho no pone nada de eso, aunque el genial humorista sí especificó antes de morir que quería que lo incinerasen y que echasen el diez por ciento de sus cenizas sobre su agente. El rey Felipe VI, en la toma de posesión del nuevo presidente colombiano, tampoco ha pedido disculpas después de que todos los demás jefes de Estado se levantaran al paso de la espada de Bolívar mientras él permanecía sentado con las manos cruzadas sobre las rodillas, una postura sumamente borbónica. El gesto ha sido afeado por diversos representantes de Unidas Podemos y respaldado por monárquicos de toda clase y condición, mientras que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, le ha quitado importancia.
Con estas cosas del
protocolo conviene ser muy cauto, porque de otra cosa no tendrá ni idea Felipe
VI, pero de protocolos y de cuando hay que sentarse y cuando hay que ponerse
firmes sabe lo que no está escrito. Por lo visto, en el manual de la ceremonia
de la toma de posesión no había ninguna referencia a la espada de Bolívar, y
además la espada de Bolívar no es un símbolo nacional del rango de la bandera o
el himno, así que en este sentido la actuación del monarca español fue
impecable. Los españoles, si no nos avisan con antelación y con un guión bien
clarito, preferimos no levantarnos, porque es un gesto que cansa mucho las
rodillas y además luego hay que volver a sentarse. Sin embargo, el hecho de
permanecer sentado mientras todos los demás dirigentes se ponen en pie queda
bastante feo, qué quieren que les diga.
Algunos se han
acordado del momento en que el presidente Zapatero hizo el mismo desprecio ante
el paso de la bandera estadounidense, otra metedura de pata monumental porque
la bandera de las barras y estrellas no representa sólo al ejército y a la
política exterior estadounidense sino también a una de las democracias más
antiguas del planeta, a sus gentes, su ciencia, su cultura, a Walt Whitman y a
Duke Ellington. Puede que la espada de Bolívar no sea un símbolo nacional
colombiano pero representa algo más profundo y visceral: la independencia de un
continente. De hecho, muchos de los defensores de la pose repantigada del rey
han recordado que Bolívar fue un traidor que se levantó en armas contra la
corona española, como si el hecho de no presentar sus respetos a la espada
fuese a enmendar tres siglos de historia.
Donde sí se puso en
pie el rey Felipe fue el pasado fin de semana en Marivent para hacerse una foto
con los líderes de Vox en Baleares, el principal de los cuales, Jorge Campos,
fue denunciado este mismo año por un delito de violencia machista. Es una
imagen que dice tantas cosas sobre la jefatura del Estado que la Casa Real ha
decidido no incluirla en el álbum. Por lo demás, puede que Bolaños tenga razón
y tampoco haya que tirarse de los pelos: al fin y al cabo, bastante hizo Felipe
VI con inclinarse para darle la mano a Gustavo Petro. Probablemente el hombre
estaba cansado de tantas vacaciones. Como bien dijo Montaigne, por muy alto que
se siente un rey, siempre se sentará sobre su propio culo.
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