domingo, 8 de mayo de 2022

RTVE: VAMOS TARDE

 

RTVE: VAMOS TARDE

JUAN TORTOSA

Informativos TVE.- flickr

Yo no sé si RTVE puede evitar que Abascal acabe siendo vicepresidente del gobierno de la nación, pero lo que no entiendo muy bien es por qué esta institución pública parece a veces empeñada en que acabe consiguiéndolo.

Por más que me lo pregunto tampoco entiendo cómo es posible que, tras casi cuatro años de gobierno progresista, TVE no haya conseguido recuperar la buena factura de la que hizo gala durante los años de Zapatero, ni cómo es posible que la cuesta abajo en audiencia que comenzó cuando Rajoy llegó al poder no se haya podido detener, o que la calidad de aquellos informativos que llenaron la casa de premios nacionales e internacionales no se haya podido aún recuperar.

 

Quienes afirman que el actual Gobierno de coalición le ha entregado la televisión al PP puede que no estén haciendo un diagnóstico acertado, pero tampoco demasiado exagerado, por mucho que esta no sea la intención de su actual cúpula directiva. En los informativos abundan los adjetivos cargados de intención y los verbos valorativos, que por lo general van dirigidos a denostar la parte socialista del gobierno o a machacar a sus socios de coalición. Todo buen periodista sabe que debe huir de esta costumbre porque practicarla significa faltarle el respeto al espectador, igual que si al elaborar una escaleta se hace con criterios ideológicos en lugar de profesionales. Otra día entraremos en más pormenores.

 

La televisión y la radio públicas deben ayudar a abrir los ojos, los datos deben servirse desnudos para que quien los recibe pueda formarse su propio criterio. En estos momentos, esto no solo no es así en ningún medio público del territorio español sino que en la mayoría de ellos se contribuye a amplificar el mundo de los bulos de la ultraderecha. En este aspecto, TVE no es la excepción que sería deseable.

 

 

Thank you for watching

 

Pasemos por alto en esta ocasión, si les parece, las guerras internas de poder, dejemos para otro día también asuntos como por ejemplo el baile de puestos en los altos cargos de dirección y vayamos a los resultados: los resultados a día de hoy dejan mucho que desear por la calidad del producto final, por los porcentajes de audiencia y por el excesivo dinero que cuesta la pantagruélica estructura de la casa.

 

El malestar interno, tradicional en la empresa, no solo no desaparece sino que parece ir a peor, buena parte de la plantilla acude a trabajar desmotivada y hay quienes lo hacen avergonzados según me aseguran porque no les gusta el producto que están sacando a la calle; ellos saben hacerlo mejor y están preparados de sobra, remarcan, para ofrecer al espectador un trabajo mucho más decente del que en estos momentos aparece en pantalla.

 

¿Por qué no es así? He ahí la pregunta del millón. No me atrevería a asegurar que hay miedo, pero es un hecho cierto que un considerable porcentaje de trabajadores cuentan a diario las fechas que les faltan para jubilarse como también lo es que otros muchos saldrían corriendo a la mínima oportunidad laboral que encontraran. Tragan y callan por miedo a perder sus pluses, sus prebendas o, sencillamente, el empleo que les da de comer.

 

El espectador, ajeno a todo esto a pesar de ser quien lo paga, se limita a pasar de largo por el dial dado que le cuesta encontrar argumentos para detenerse. La excelente cobertura de la guerra de Ucrania está pasando desapercibida quizás porque buena parte de los consumidores ha perdido la fe en que algo de lo que ofrece Televisión Española pueda estar bien hecho. Llevan ya demasiado tiempo sin encontrar nada que les divierta, les entretenga o les informe en condiciones y se cabrean, mucho, porque se siente timados o tratados como tontos.

 

A la puerta están ya las elecciones andaluzas, en un año habrá municipales y autonómicas y quién sabe si, como apunta en una de sus últimas columnas mi compañera Ana Pardo de Vera, las generales acabarán adelantándose. Vamos tarde. Estos días han tomado posesión de cargos de importancia dos profesionales (José Pablo López y Pep Vilar) en cuyas manos está desde ahora la oportunidad de mejorar las cosas y evitar quizás que Abascal acabe convirtiéndose en vicepresidente del Gobierno. Veremos.

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