SÁNCHEZ CONTRA TODOS
DAVID BOLLERO
Concentración de apoyo al pueblo saharaui contra la
decisión de Pedro Sánchez. - David Bollero
Pedro Sánchez compareció ayer en el Congreso reclamando unidad, y unidad es lo que ha obtenido al conseguir enfrentarse a absolutamente todo el arco parlamentario -con excepción del PSOE, en la cuestión del Sáhara Occidental. Mintió el presidente al indicar que el gobierno no desatiende ni abandona al pueblo saharaui, pues con su apoyo a Marruecos lo entrega al agresor. Coincidiendo con la comparecencia de Sánchez, esta semana se ha publicado el informe anual de Amnistía Internacional sobre la situación de los Derechos Humanos en el mundo en 2021, que revela al régimen de Mohamed VI como un enemigo de la libertad para los propios marroquíes.
"Defensores y
defensoras de los derechos humanos, periodistas, usuarios y usuarias de las
redes sociales, intelectuales y activistas siguieron sufriendo la represión del
ejercicio legítimo de su libertad de expresión". De este modo tan
ilustrativo comienza a describir Amnistía Internacional la vulneración de
derechos civiles que sufre la población en territorio marroquí.
Si, además,
revisamos la situación que se vive en el Sáhara Occidental, el informe no puede
ser más demoledor, describiendo a Marruecos como un país incompatible con la
libertad dentro de sus propias fronteras. "Durante todo el año, las
autoridades marroquíes siguieron violando los derechos de activistas
independentistas saharauis mediante malos tratos, detenciones y
hostigamiento", indica el informe.
La situación en el
invadido Sáhara Occidental es dramática, a pesar de que el reino alauita lo
asume como propio y la población saharaui que allí malvive no supone amenaza
alguna. Aun así, es discriminada y sus DDHH sistemáticamente vulnerados. Como
ejemplo de ello, Amnistía Internacional relata las continuas vejaciones e,
incluso, violaciones, que ha sufrido la activista Sultana Jaya durante su
arresto domiciliario ilegal de casi 400 días y señala cómo Mohamed Lamine
Haddi, condenado en relación con la protesta de Gdeim Izik, lleva en
aislamiento desde 2017 y fue alimentado a la fuerza por los guardias penitenciarios
poniendo fin a su huelga de hambre para
protestar por los malos tratos recibidos, algo
constitutivo de tortura en virtud del derecho internacional.
Cualquiera que
intente arrojar luz ante esta situación es perseguido, detenido y torturado.
Así, el informe describe cómo "en mayo, las autoridades detuvieron a
Essabi Yahdih, periodista saharaui y director de la empresa online Algargarat
Media, en su lugar de trabajo en el Sáhara Occidental". El delito por el
que le acusaron fue filmar cuarteles militares en la ciudad de Dajla, en el
Sáhara Occidental. Como resultado de ello, "el 29 de julio fue condenado a
un año de prisión y al pago de una multa. En la prisión de Dajla se le negó
atención médica para tratar problemas de la vista y el oído que ya padecía".
Ese es el régimen
de Mohamed VI, al que Pedro Sánchez y el PSOE pretenden entregar al pueblo
saharaui. No sorprende, pues, que la totalidad del Congreso que tienen enfrente
se oponga a ello, negándoles el respaldo a tal política exterior. Apoyar la
propuesta de autonomía de Marruecos es legitimar todas las violaciones de DDHH
descritas en el informe de Amnistía Internacional, las mismas que ya está
ejecutando en los Territorios Ocupados, donde a efectos prácticos el régimen de
Mohamed VI opera a su libre albedrío mientras Europa y EEUU miran para otro
lado.
Durante su
comparecencia de ayer, Sánchez obvió cualquier mención a estas violaciones de
Derechos Humanos, empapando toda su intervención de mentira y manipulación. Así
sucede cuando afirma que este giro se encuadra dentro de las resoluciones de la
ONU o cuando insistió en lo propicio del momento dado el nombramiento de
Staffan de Mistura como enviado especial de la ONU en el Sáhara, después de más
de dos años de vacío en el puesto y 13 rechazos a otros candidatos al mismo. Se
cuidó mucho de añadir el presidente que 11 de esos 13 rechazos fueron de
Marruecos, lo que evidencia su nula voluntad por avanzar en el conflicto, hecho
por el que otros referentes en el puesto, como el estadounidense James Baker o
el alemán Horst Köhler, terminaron dimitiendo.
Ni siquiera los
informes de inteligencia que puedan advertir de una inminente invasión marroquí
de Ceuta y Melilla justifican esta traición al pueblo saharaui, esta venta al
por mayor de una población a quien se sabe con certeza que los masacrará, como
ya en el pasado intentó exterminar con napalm y fósforo blanco. Que Sánchez
tenga ahora la desfachatez de avalar su decisión porque EEUU, Francia o
Alemania sí están dispuestos a mercadear con DDHH con meros fines comerciales
dice muy poco de quien nos gobierna.
Las pruebas son tan
evidentes, la cantidad de informes independientes que señalan a Marruecos como
un régimen torturador tan ingente, que cada aplauso que ayer dedicaron los
representantes socialistas a su líder constituye un bocado a la misma
democracia, dentelladas a la integridad y honestidad del PSOE. No puedo evitar
en días así pensar en el difunto Pedro Zerolo, gran activista de los DDHH y,
además, canario de adopción... y ahí lo dejo.
Mañana el ministro
de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, acudirá a Rabat a rubricar este
apoyo al plan de autonomía marroquí para el que el Gobierno de España no tiene
respaldo parlamentario. Que 120 diputados de 350, esto es, apenas un 34% del
Congreso, decidan la política exterior de España es una anomalía democrática.
¿Se le estarán pegando a Pedro Sánchez las prácticas de Mohamed VI descritas en
el informe de Amnistía Internacional?
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