IMPERIO DE LA INCERTIDUMBRE
Por Eduardo Sanguinetti, filósofo,
poeta y performer
«¡Estamos aquí, todos nosotros! “los condenados”, con un pasado que nunca cesa, un futuro que nunca empieza, un presente que nunca acaba. ¿Dónde está la seguridad? ¿Qué protección pueden inventar que no se haya imaginado ya? Es inútil pensar en la seguridad: no existe ni la más mínima.» Fragmento de mi libro «Morbi Dei» (Ed. Corregidor, 1985 Bs. As. ISBN: 950-05-0399, 1985).
¿Qué análisis,
críticas, teorías, respuestas o incluso alternativas pueden oponerse a la
realidad incierta en la que permanecemos los argentinos, gobernados por un
presidente sin liderazgo y sin plan alguno de gestión?… ¿Y? Ninguna, sólo
escuchar ecos, a lo sumo en ¿efecto acústico? algunas variantes, elaboradas con
las mejores/peores intenciones de saber que estamos librados al azar, que jamás
ha dejado de accionar en nuestras existencias, hoy más que nunca bajo el
imperio de la incertidumbre que sobrevuela la existencia de una humanidad que
ha perdido los pasos de un porvenir
proyectado en un espejo sucio… El amor, núcleo constitutivo que nos puede
llevar a cristalizar épicas a favor de la libertad y sus valores, que han
quedado al pie del umbral de una historia que no se ha escrito.
Hay un estallido de
sorderas, de cegueras endémicas, estamos atrapados en una catástrofe sin
precedentes, en una fuga hacia un desierto concreto y real, de lo que
denominamos mundo… Inclusiones, exclusiones, incertidumbre… Y “algo” brutal nos
aguarda al final de este tiempo, sin tiempo, para bien o para mal, bajo la
sombra del temor, que ha tomado forma de envoltura. Y el desierto, cual
metáfora del espacio vacío, en que quizás se convierta la civilización
occidental, tan deseante de lo oriental en tiempos de neo-colonización en
inmediatez de necesidad y urgencia de quienes no admiten la autodeterminación de
los pueblos.
Estamos en
situación de sumo peligro de dejar de “ser” lo que alguna vez en calidad de
especie hemos sido, “mutando” a otra realidad. Presiento algo que se está
gestando a pesar de los ingentes intentos de gobiernos y estructuras condenadas
a la caída, en mantener todo como ha sido, una utopía de conquista, sangre y
muerte… ¡Duele saber que se negocia con la muerte!… Al menos deberíamos
vislumbrar de qué tipo de espectáculo participamos, descubrir en la medida que
nuestro talento, intuición y coraje nos permita, saber hasta dónde llegarán los
corporativistas que pretenden imponer criterio, avanzando en usurpaciones,
expoliaciones y conquista de las mentes de miles de millones de parias del
“nuevo-viejo orden mundial”, cual espejismo del desierto sin fronteras en que
transcurren nuestros días.
Se instalan muros,
horarios fijos, contactos bajo vigilancia obscena en las prisiones cotidianas,
escindidos de la calidez de los cuerpos, encierros implacables que se replican
en decenas de perfiles, violentando intimidades devaluadas desde la distópica
TV y sus informantes de ‘bolsillos profundos’, capacitados para lanzar hora a
hora obscenidades, sin preparación alguna en lo que se denominaba en tiempos
pasado periodismo… Tal vez, el periodismo en su función trascendente de
informar los acontecimientos relevantes que se suceden en el mundo, ha muerto…
Nada debajo del éxtasis y de las selfies que los seres que deambulan se toman
para eternizarse, un espejismo de narcisos digitales, en nombre del diseño y la
publicidad.
La palabra como
medio de comunicación por contacto se ha eliminado, nos queda el WhatsApp,
deteriorando la lengua… Todo acontece en la más penosa soledad. De todos modos,
nos queda el 911, no vaya a ser que, final abierto a la desmesura del desierto,
anula cualquier imagen de quién jamás lo ha visto, ni experimentado en
tránsitos de vida en naturaleza-arte y vida.
Sensación de
“orfandad” muy concreta se siente y percibe. Sensación de violencia se palpa y
es latente, por ejemplo, en Argentina, mi país, se percibe de manera clara la
falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la desazón,
la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de expresión:
cima y sima de un destino ausente.
Se reprime y
silencia a los que piensan diferente y también a los que piensan… parece que la
consigna es “no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y “cobarde”, de la
mano del miedo, fiel compañero de una humanidad, que pareciera desea el retorno
de la represión… el miedo corona la vida espantosa de la ciudadanía, en su
iconografía política insensible a la resistencia.
Todo conduce al
nihilismo, al desarraigo, al exilio, a la anarquía, al estoicismo como forma y
acto de vida-sobrevida, en el desierto, insondable paisaje de imágenes oníricas,
de civilizaciones que han tenido cenit y nadir en sus laderas sinuosas.
No idealizo
cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas operan como
aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales del
pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los
ideales perdidos. Hay responsables en primera fase, luego, nosotros deberíamos
hacernos cargo del porvenir, cual parias de un nuevo ciclo de vida en tiempos
de pandemia o endemia, ¡qué más da!
El miedo, sin dudas
el más inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y destructivo,
el que ha generado más desastres a lo largo de la historia de la humanidad: el
miedo… al que aludía Joyce en su Epistolario.
En el espacio de la
política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino parte de cualquier
relación de dominación, incluso de una democracia ficcional, imposible ¿no?…
Saber articular el miedo, es un poderoso recurso del poder, donde la alegoría
no tendrá demasiado éxito.
La construcción de
la historia, escrita con “miedo”, desdibujó lo realmente acontecido y lo por
acontecer en el devenir de la humanidad; el “miedo” es la proyección de todas
las miserias que se prolongan a lo largo de siglos; el “miedo” en calidad de
deidad suprema anima los actos de los pueblos; el “miedo” hacia lo conocido, lo
desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción; el “miedo”, que hace que
los peores dicten en nuestras vidas, bajo la consigna tautológica de «orden y
progreso», una exageración, un insulto a la inteligencia.
La vida en
Argentina, tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas ya
perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a
políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… Destruyendo vidas y rutinas de pueblos
con “miedo”, sin coraje de arrojarse a la espontaneidad emergente que nos
ofrece el desierto.
No nos engañemos,
repensar, Argentina, hoy, significa establecer un diálogo con la “falsa
modestia”, en fin, el gobierno y la burguesía pudibunda, con su “miedo” a
cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda ni tan duramente, sólo su cobardía…
Es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su libertad,
por un cautiverio en ¿seguridad?, los inquisidores perpetuos, acechan, vigilan,
controlan confrontan, en nombre de ningún sentido, salvo custodiar espacios de
confort de quienes dictan y rigen en un mundo que se cocina un porvenir sin
huellas, sin Domicilio Fijo.
No nos convirtamos
en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros propios recursos
en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia, la de nuestro
tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces, silencio y
“miedo”, diciéndole adiós al iluminismo y al positivismo… Bienvenido el
neo-existencialismo.
La unidad social no
se mantiene y crece por mucha libertad que haya si falta el conocimiento de su
verdad, y tampoco por mucho que se proclame y se enseñe su verdad si falta la
libertad.
Siempre los
fabuladores políticos de ocasión, mascotas de microempresarios analógicos,
pueden negar lo que está vivo, basta con esperar algunos siglos para que la
razón nos asista. Cuando se niega la vida, basta esperar, la muerte llega a
tiempo, siempre…
Sin dudas los datos
de la vida social en relación serán otros. Sin dudas los mercaderes de la
vida, pelearán en todos los frentes,
para intentar mantener privilegios adquiridos en ritos satánicos metaforizados,
pero todo se desmorona, poco a poco, según se suceden los días de cuarentena…
está finalizando un ciclo de la historia de la humanidad esclava… Quizás algún
intento de reconstrucción de lo que pudo haber sido… omnipotencia de la razón,
en tiempo donde lo irracional proyecta el novedoso estadio de ser y estar.
Desde “un paraje
llamado realidad”, siempre rebelde, les manifiesto a los mercaderes de la
pobreza y la miseria, que no se sojuzga y reprime a un pueblo con hambre, no se
asesina por la espalda contando el haber, la indiferencia y la mentira, pues,
como dice José Larralde: “Nadie habrá de ir más allá del cementerio”.
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