S O L E D A D
(De Apuros
Varios)
José Rivero Vivas
CUENTOS
DE ALIENTO SANTACRUCERO
HONDA
MESURA – Obra: C.08 (a.08)
APUROS
VARIOS – Obra: C.09 (a.09)
Publicados en 1 volumen.
(ISBN
84-85896-30-0) D. Legal: TF. 1681/91
Editorial Benchomo, Islas Canarias. (Septiembre de 1991)
Obra escrita en Tenerife, Islas Canarias, hacia 1988-89, en cuanto series de relatos, ambas complementan un total, cuyo aporte, en su ser, trata de alentar el amor a Santa Cruz de Tenerife, exento de tópicos, modas y costumbrismo, con noble ánimo de ver insinuarse Dubliners, de Joyce, en el entorno de esta ciudad. Los cuentos se hallan impregnados de aire intemporal; no obstante, exponen ciertos rasgos del momento, con temas que se enmarcan a la vuelta de una esquina, en el banco de una plaza, en mitad de un cruce, en un bar, una oficina, un centro oficial, una ciudadela o un solar.
José Rivero Vivas
S O L E D A D
(De
Apuros Varios)
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-¿No ves la televisión,
Petronila?
-No quiero verla ni
en pinta.
-Muchacha, que hay una novela
tan bonita.
-Todas lo mismo.
-Esta es distinta,
que es del espacio.
Petronila vive en
una casa pequeña, de una sola estancia, sin comodidad de ninguna especie. Hay
un pasillo estrecho que conduce a la parte trasera, donde está el retrete, casi
pegando con la montaña. Dentro del cuarto está la cama, en el rincón del
fondo, bien alejado de la puerta. Junto a ésta tiene la palangana, el jarro del
agua y el cubo de los desperdicios, que directamente echa en el contenedor,
colocado un poco más abajo, con lo que los malos olores se cuelan en la
vivienda, aun cuando no tiene ventana, y, al cerrar la puerta, la ventilación
resulta casi inexistente. Y se pregunta Petronila, ¿de quién habrá partido la
idea de poner en plena vía estos trastos para depositar basura? Sin duda, habrá
de ser un tipo genial, de mente avanzada y espíritu progresista, porque a estas
alturas del siglo, a nadie se le ocurriría tamaña idea, a no ser que fuese inspirado
por un motivo de fuerza mayor, o de ingreso rápido y abultado.
Una alacena, un
trinchante, un locero y apenas una cocina de gas butano, donde prepara su
comida, completan el mobiliario. Dentro de todo reúne bastantes comodidades,
comparándolas con la vida de hace años, cuando todavía tenía que sacar el
brasero a la calle para cocinar, como si fuera precursora de la barbacoa que se
estila en jardines y terrazas de chalés de gente de capa estirada.
Petronila está siempre en
completa soledad. Nadie viene a verla, pese a que son varios sus hijos y
múltiples sus nietos. Pero su madre y abuela no importa a ninguno, que sus
destinos corren por otros derroteros cosechando victorias, aplausos y muchos
triunfos. Así pues, a Petronila no le queda más remedio que entretenerse con
lo que tiene a mano, que no es más que el televisor, y lo considera su reino,
su palacio, su baldaquín, su estrado, su galería y balcón, que le permite
atisbar la distancia y repartir su mirada sobre el mundo para hacerse una idea
de la aguda conmoción y la pintoresca actividad del género humano. Todo lo
supone para ella, y vive pendiente de cuanto programa produce el medio, el ente
público, como dicen sus mentores. Se siente en plena comunicación con el mundo
entero y no desaprovecha un segundo de imagen transmitida; no se cansa de ver
noticias, reportajes, documentales, películas, novelas, estudios, debates,
cantos, juergas, ñoñeces infantiles, pulsos de féminas, pretensión de hombres,
dibujos animados, vídeos, anuncios, cabeceras y cartas de ajuste. Todo. Con
todo está contenta. Todo la conforma y satisface. No existe programa que no le
guste, y encima se siente llena de vida y de ilusión. Por eso no le importa
estar sola, aislada, sin nadie.
A Petronila la tiene en
garganta el hecho de que su pueblo, barrio periférico de la capital, está en
vías de desaparición dentro del proyecto de urbanización y reforma emprendido
por el Ayuntamiento de Santa Cruz. Expropiarán su casa y las casas vecinas,
con sus huertas sembradas y en barbecho, porque así lo exige el plan de una
zona residencial con miras a construir un distrito distinguido, lleno de
viviendas extraordinarias y de oficinas elegantes, para la administración,
privada y oficial, y hasta un polideportivo se tiene en vistas con el fin de
que los empleados y funcionarios no tengan que trasladarse a las Teresitas si
quieren correr y practicar deporte.
Lo que Petronila quisiera
saber, aparte de si se lleva a cabo la expropiación de su casa, es si también
para los viejos, como ella, y los menos viejos, como su sobrino Nicolás,
retirado del Muelle, o parado en condiciones acaso ventajosas, van a construir
un centro de distracción y recreo, que buena falta está haciendo, no sólo para
beber copas y hacer bailes, sino también para aprender y realizar cosas sin
necesidad de pregonar tanto apego a la cultura y las artes. Más sencillo todo,
y menos camuflar alma y espíritu por golosina y materia. Es necesario edificar
un salón grande donde ir a juntarse con los demás de pareja edad que todavía siguen
en pie.
Aunque, bien mirado, a ella no le importa en
absoluto; con que haya un televisor a su alcance es más que suficiente para
continuar su vida con entusiasmo y ansias de estar aquí,
-Es un logro por el que se ha luchado de lo lindo, y no vamos a
echarlo por tierra ahora.
Entonces, ¿qué le
ha sucedido para cambiar desde anteayer?
Aquel filme tuvo la culpa. Se
trataba de una aventura en el espacio, de una exploración profunda más allá de
nuestro sistema solar, que Petronila seguía encantada en compañía de Sergio, su
resobrino, hijo de Nicolás, chico entusiasta de estos espectáculos, tanto en
novelas como en tebeos, cómicos o como se llamen. En el cine le chiflan y en la
televisión lo disparan. Así estaba lelo, y ella, embobada viéndolo a él gozar
con aquellas artimañas y aquel hablar científico que no entendía, pero le
encantaba.
Algo la disgustó,
sin embargo, y Petronila quedó enojada. ¿Qué fue ello? No decía. Se aguantaba.
Silenciaba su enfado y permanecía callada, muda, sin hablar con nadie porque nadie
le decía nunca nada.
No le desagradó el
arriesgado paseo por aquellos túneles y agujeros y cuantas dificultades hubo.
Pero sí le molestó el principio de autoridad por el cual se regía la
tripulación de la nave, en avanzado sondeo por diferentes ámbitos del universo,
que iba lanzada a la velocidad del pensamiento, y, sin embargo, el ser humano
acarreaba consigo las flaquezas de siempre.
-En el milenio siete, y grita el jefe al subordinado. Qué
perspectivas nos aguardan.
-Me apeo del mundo
-sentencia Petronila.
Y sin saberlo, se
emparentó con el autor del célebre grafito madrileño.
No ver televisión, según manifiesta, es como desentenderse de
cuanto ocurre en torno, y, sobre todo, supone renunciar al mundo futuro que
este medio augura, nada halagüeño ni atractivo, rebosando angustia y
sinsabores por doquier.
Ajena al discurrir
actual, se encierra en su cuarto, más aislada y sola que nunca, mientras reza o
repasa cuentas, sin rendirlas a nadie ni pedirlas siquiera, que todo le da
igual y le trae sin cuidado la gesta del ser humano.
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José Rivero Vivas
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(De Apuros
Varios)
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CUENTOS
DE ALIENTO SANTACRUCERO
HONDA
MESURA – Obra: C.08 (a.08)
APUROS
VARIOS – Obra: C.09 (a.09)
Publicados en 1 volumen.
(ISBN
84-85896-30-0) D. Legal: TF. 1681/91
Editorial Benchomo, Islas Canarias. (Septiembre de 1991)
Obra escrita en Tenerife, Islas Canarias, hacia
1988-89, en cuanto series de relatos, ambas complementan un total, cuyo aporte,
en su ser, trata de alentar el amor a Santa Cruz de Tenerife, exento de
tópicos, modas y costumbrismo, con noble
ánimo de ver insinuarse Dubliners,
de Joyce, en el entorno de esta ciudad. Los cuentos se hallan impregnados de
aire intemporal; no obstante, exponen ciertos rasgos del momento, con temas que
se enmarcan a la vuelta de una esquina, en el banco de una plaza, en mitad de
un cruce, en un bar, una oficina, un centro oficial, una ciudadela o un solar.
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Tenerife
Islas Canarias
Marzo de 2021
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