viernes, 10 de abril de 2015

Una aproximación a LLIURE (LIBRE) de Armando Rivero

Una aproximación 
a LLIURE (LIBRE) de 
Armando Rivero

No imaginé jamás tanto desierto acumulado
Mandi Rivero


VÍKTOR GÓMEZ
En poesía, y lo es así porque en la existencia humana no hay mayor valor, la libertad lo es todo, aunque sea “tanto todo para nada” que dijera José Hierro. Sin libertad, podrán darse poemas, pero poesía es la amorosa y apasionada turbulencia entre la creación y la libertad, en una feroz y feraz cópula, en una unión y tensión que hacen del texto escrito un texto para el gozo. El placer es descriptible, el gozo no, bien lo sabe Mandi Rivero, como buen músico, como buen poeta, su arte no describe o enuncia, frasea, tatararea, hasta si me apuran baila.

Lliure es un poemario que desprende lucidez e imaginación, que se mueve entre la literatura infantil de los cuentos tradicionales y la más íntima, cruda, ardiente y conflictiva intimidad de los adultos. El deseo, el amor, el desgaste de los afectos, los defectos en la relación humana, ya sea en términos políticos que competen al orden social, como en los que atañen al orden sentimental, son expuestos en poemas que son canciones, que son cuentos, que son problemas paradójicos dignos de Carrol o terribles certidumbres emboscadas en la prosa maravillosa de Grimm.

“Una tormenta infantil
creció sobre sí misma”

La modernidad de la voz poética de los textos nos hace familiar lo que “suena” pese a que el enfoque es oblicuo y singular. Nuevamente la escritura de Mandi Rivero nos desborda y asombra con sus tan peculiares imágenes, sensaciones, a la vez originales y empáticas con el mundo interior del lector.

El imaginario lírico, las gramáticas creativas desplegadas, el viejo saxo del poeta bohemio y sabio, taciturno y respondón, entrañable y escéptico, apasionado y vulnerable, nos lleva de página en página por “imágenes” y “sensaciones” que nos harán desconfiar de lo previsible, de lo normalizado, de lo impuesto por esta sociedad cosificadora y mercantilista, devaluadora de la libertad y la pasión. Este libro podría haberlo escrito un capitán pirata, el más aventajado aprendiz de Merlin o una versión punk de Peter Pan, algo envejecido, en dura resistencia contra los avances del progreso y modernidad que quieren abolir la libertad del sentir y del pensar, del soñar y de crear.

“Ahora deforma su rostro en los rasgos  de sus hijos
  para dormirlos con cuentos autobiográficos de terror.”

El mar es la libertad, así se reitera en otras obras del poeta. Y esa libertad mancillada por los abusos del comercio de ultramar, nos sugiere en un sentido más amplio que en lo cultural, en los ámbitos de la literatura, la educación, los valores, hemos sido “violados” y “violentados” hasta un punto en extremo insufrible, es decir hasta el punto de que Wendy creciera.

Que los piratas violaran puertos
      tan turísticos como parque-temáticos,
haber tenido un padre borracho de correa fácil,
                        y mamá ni mú!

El dilema, inevitable, en un mundo proscrito y delictivo pasa por tomar partido por las cosas, dejarse corroer, corromper o resistirse. Algo que emana durante todo el libro es la indocilidad y la insurgencia. Muy seductoras son las armas del capitalismo, así que bien difícil es mantener el tipo, bregar contracorriente, ser dueño de sí, ser libre. Y en cualquier caso, ese intento de mantenerse libre tiene altos costes, y algunas gracias. Una de ellas es leer un libro gozoso en su plenitud expresiva, en su inteligencia estética, ficcional, cuentista, musical. Otra virtud del libro es desordenar las chanzas sobre las que se construye El Orden presente. Y una bien hermosa, posibilita un no-lugar para reencontrarnos con lo mejor de la infancia, no ya ingenua, sino briosa superviviente y voluntariamente “niña”.

 A su pesar, ella recordaba el sendero de vuelta

Lliure es un libro de Mandi Rivero, que suena en la popa de mi barco, en las travesías noctívagas por la emancipación de la tediosa fantasía de Disney y la farragosa parametrización de la vida actual a la que quieren imponernos las multinacionales. Un canto juvenil que sin desviar la atención del daño sistémico, alza sus notas por encima del ruido de la gran maquinaria anestesiante y desquiciante.  




Víktor Gómez, Valencia, 7 de abril de 2015

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