jueves, 17 de diciembre de 2009

OIKIA DUALIDAD (PRESENTACION DE JUAN ROYO IRANZO EN LA LIBRERIA EL CABILDO)

OIKIA
Iván Morales Torres, un escritor joven, ha publicado recientemente la novela Oikia en la Editorial Idea.

El crítico literario Harold Bloom profetizó la muerte de la literatura porque, al mirar alrededor, sólo veía una juventud a la que el sistema de enseñanza no acercaba a las grandes obras literarias occidentales. En su opinión, los departamentos universitarios de Literatura serán rebautizados como departamentos de «Estudios Culturales», donde los cómics de Batman, parques temáticos mormones, la televisión, las películas y el rock reemplazarán a Shakespeare y a Milton. Las principales Universidades y facultades que antaño fueron elitistas seguirán ofreciendo algunos cursos sobre escritores clásicos, como Dante o Cervantes, pero éstos se impartirán en departamentos de tres o cuatro estudiosos, como los de los profesores de latín y griego.

El caso de Iván Morales parece desmentir a Harold Bloom ya que se trata de un escritor joven, claramente influenciado por los mensajes mediáticos que hoy nos llegan del cómic, del cine de efectos especiales y de los videojuegos, pero que produce una literatura que, aun así, se encuadra en los límites de la tradición literaria occidental.

Resulta evidente la influencia de la Divina Comedia, del Génesis o de la obra dramática de Shakespeare. En la novela de Iván Morales se produce una síntesis entre lo que Harold Bloom considera el lastre abominable de la influencia del comic o el videojuego, y el río formidable formado por las literaturas occidentales. Estamos, entonces, ante un escritor que realiza un esfuerzo de creación que aúna la influencia de la tradición literaria con las tecnologías y la creación más rabiosamente jóven.

Jorge Luis Borges, el gran escritor universal, declaraba que él era consecuencia de otros, ya que asimilaba abiertamente la influencia para convertirla en su propia voz literaria. Para Borges, todos los escritores son, al mismo tiempo. todos y ninguno en el laberinto vivo y único de la literatura.

El escritor Iván Morales no es una excepción a esta regla. Al leer Oikia percibimos que la novela está dentro de la tradición literaria occidental, esa misma tradición cuya muerte predijo Harold Bloom, tal vez con exagerado pesimismo.

Se me ocurre que estamos ante un escritor que representa el futuro. El futuro puede ser glorioso o decepcionante, eso está por ver, pero nos manda señales.

Oikia, una obra extensa, en principio cabe encuadrarla en el género “fantasy”. Un héroe, llamado Frank Weights, transita por mundos imaginarios que, sin embargo, están firmemente anclados en la tradición literaria. De hecho, la primera frase del libro hace referencia a uno de los referentes de nuestra literatura occidental, tanto para los judíos como para los cristianos, el Antiguo Testamento o la Torá.

Oikia comienza así: “Al principio, no había nada”. La Biblia es incluso más confusa: “Al principio Dios creo los cielos y la tierra.”

La frase de Oikia me llamó la atención. La introduje entrecomillada en google y genera nada menos que 186.000 entradas textuales, todas especulan sobre su significado, ya sea poético, religioso o literario.

La novela de Iván Morales nos da su particular versión del mito de la creación, presente en prácticamente todas las religiones del mundo, desde la más primitiva hasta la más reciente. Lo primero que intentan las religiones es explicar el nacimiento del mundo y la novela de Iván Morales también lo hace y sobre su versión se construye la trama.

El narrador en la novela es el ángel de la guarda del héroe Frank Weights. Para este ángel guardián, Dios surgió de la nada y sintió el peso de la soledad, lo que le llevó a crear treinta y seis ángeles mayores que le hicieran compañía. Entre ellos se produce una conocida guerra que los llevará a separarse en ángeles y demonios. El lado rebelde está encabezado por Lucifer, que cae derrotado y es condenado al destierro en el Infierno, que no deja de ser el primer habitat de hombre, Oikia I, un experimento defectuoso del Creador.

La trama, lo que nos cuenta el ángel guardián, se forma con las consecuencias de una segunda rebelión infernal. Satanás, mediante un hechizo, pretende transferir el poder de los ángeles guardianes a sus protegidos. El intento de desestabilizar la relación de fuerza pretende una alianza, contra Dios, entre humanos y demonios.

El intento fracasa, excepto en el caso del ángel que nos cuenta la historia. Sus poderes se transmiten, de forma creciente, a Frank Weights y así se inicia una guerra laberíntica de enfrentamientos que nos conduce a través de mundos imaginarios que tampoco nos resultan absolutamente desconocidos. Para empezar está el nuestro, la Tierra donde habitamos, Oikia 2, donde impera una violencia más bien cínica y retorcida; la policía dispara con demasiada facilidad y se encarcela a gente inocente por principios de orden público un tanto dudosos.

De este mundo real, los personajes se trasladan al limbo, no sin antes recibir un aviso, clásico en la literatura. Un mendigo loco le advierte a Frank Weights lo que va a ocurrir, se anuncia el drama. Es un recurso literario recurrente en la literatura occidental. En Julio César, el drama de Shakespeare, el héroe recibe un aviso semejante al entrar en el Senado donde será asesinado: ¡Cuídate de los Idus de marzo!

El limbo en Oikia es muy distinto al que describió Dante en la Divina Comedia. El limbo es una estación de tránsito donde las almas de los muertos reciben destino. Iván Morales introduce el concepto de trasmigración de las almas, que es una idea oriental.

En el limbo se entera el lector de que el creciente aumento de los poderes del mortal Frank Weights produce inquietud en el mundo invisible. El arcángel Miguel desvela sus intenciones. Dios teme a la nueva fuerza emergente y ha ordenado aniquilar al héroe. Por lo tanto, a éste no le queda sino aliarse con las fuerzas del mal. Ha sido rechazado en la tierra por la autoridad legal, por la policía, que actúa incluso contra su familia, y el mismo Dios, mediante sus representantes angelicales, pretende eliminarle.

Satanás parece incluso razonable. Le ofrece una alianza. El héroe se traslada al Infierno, un espacio muy visitado en la literatura clásica. En la Eneida se trataba de un lugar cavernoso al que Eneas accede cruzando la laguna Estigia en la barca de Caronte. Eneas en su descenso
encuentra diferentes niveles: los niños muertos al nacer, los
injustamente condenados o los suicidas.

En La Divina Comedia, Dante imagina un infierno con forma de embudo que contiene nueve círculos. En el punto central, el más estrecho, estaba enterrado el diablo. Camina con Virgilio y sitúa a los pecadores clasificándolos por grupos. No tiene ningún reparo en vengarse de sus conocidos y les acusa de alguna maldad, como a Brunetto Latini, de quien dice que fue un buen poeta que acabó en el infierno por sodomita.

Iván Morales construye su propia versión del infierno. Es un lugar en ruinas, arenoso, plagado de volcanes y montañas rojizas, en el que huele a azufre. En el centro de una metrópolis, Satanás tiene su palacio, donde la Muerte, el Hambre, la Peste y la Guerra juegan al póker.

Frank Weights no acepta el pacto con Lucifer y se suceden los enfrentamientos con distintos personajes, ya sean de uno u otro bando.

La novela acaba con la visita al Cielo, que constituye la geografía literaria más imaginaria y menos sólida de todas. Se trata de un espacio extenso y brillante en el que el suelo y los límites se los pone uno mismo. Cuando se pretende subir, basta imaginar un peldaño. En él habita Dios, inseguro de sí mismo, que afirma que existe porque los humanos creen en él.

En la Divina Comedia, Dante es recibido en el Cielo por Beatriz que llega en un carro acompañada por unos personajes tan pavorosos que le a uno se le quitan las ganas de acabar ahí. Beatriz acaba formando una rosa mística con los justos.

En el Cielo de Iván Morales también encontramos una formación de siete arcángeles, que lo conducen ante este Dios demasiado humano.

La novela lo que hace es reinventar el tema del héroe. En la mitología y el folklore, el héroe (del griego antiguo ἥρως) es un personaje eminente que encarna la quintaesencia de los rasgos claves valorados en su cultura. El héroe posee habilidades sobrehumanas o rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias.

El personaje Frank Weights es un héroe en esta acepción mitológica. Posee una fuerza creciente, un poder sobrehumano y, a la vez, encarna los valores de nuestra época y de la juventud de hoy, que incluye un cierto descreimiento.

Estamos ante una novela que nos revela la capacidad del autor para contar una ficción, una historia inventada y bien construida, fundamentada en la literatura más clásica y en un sano escepticismo. Estamos ante un escritor joven y ante un texto que lleva al lector a adherirse a la obra, a leerla sin dificultades a pesar de que transcurre en mundos complejos.

Iván Morales trabaja en la continuación de Oikia y eso es una gran noticia, en la medida en que supone una prolongación de su interesante esfuerzo literario.

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