PRESENTACION
DE LA NOVELA
LA MUECA DE LA SONRISA
DE JUAN
MANUEL FERNÁNDEZ DEL TORCO
QUE TENTRA
LUGAR EL DIA 30 DE NOVIEMBRE DE 2018 A LAS 8 DE LA NOCHE, EN LA CASA DE EL
HIERRO (UBICADA EN LA CALLE PIO XII Nº 30
(CIUDAD JARDÍN), EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
EN EL EVENTO
ESTARÁN ACOMPAÑANDO AL AUTOR, LA PRESIDENTA DE LA CASA DE EL HIERRO, DOÑA
CONCEPCIÓN PADRÓN PADRÓN, QUE DIRÁ UNAS PALABRAS DE BIENVENIDA, DON JUAN
FRANCISCO SANTANA DOMÍNGUEZ, PRESTIGIOSO ESCRITOR, PERIODISTA Y PROFESOR Y DON
ANGHEL MORALES GARCÍA, ESCRITOR PERIODISTA Y DIRECTOR DE EDICIONES AGUERE. LA
NOVELA HA SIDO COEDITADA POR LAS EDITORIALES IDEA-AGUERE.
Juan Manuel
Fernández del Torco, nace en Santa Cruz de Tenerife en 1950. Estudia en la
Universidad de La Laguna, licenciatura que finaliza en 1974, y se doctora en la
Universidad de Alicante en 1992. Pertenece por oposición a los siguientes
cuerpos del Estado: Secretarios Jurídicos, Rama de Tribunales; Fiscal y
Magistrado. Ha ocupado diferentes cargos de prestigio a lo largo y ancho de una
amplia carrera como jurista, siendo su primer trabajo como Secretario del
Cabildo de El Hierro, cuando apenas contaba con 23 años, isla en la que
contrajo matrimonio y que visita con bastante frecuencia, como un herreño más.
Ha publicado PALABRA DE LEY, Ediciones Idea, que también estará al alcance de
los que quieran adquirirlo en la presentación y donde este prestigioso jurista
analiza temas de rabiosa actualidad.
PSINOSIS
Nuestro
personaje había sido formado con una educación casi espartana, lo que había
hecho de él, un hombre disciplinado amante del orden y la responsabilidad. Lo
que le llevó al ámbito de la reeducación de aquellos a los que la sociedad no
les había brindado, la posibilidad de serlo.
Seres humanos
de difícil convivencia, pero no por eso había que dejarlos a su suerte,
pretendiendo solo indicarles un camino que aunque áspero, difícil y tortuoso al
menos les brindaba la posibilidad de encontrar la salida. Interés y deseo que
nunca su familia compartió. Sin embargo con el tiempo comprobó que aquel
sistema que el defendía con uñas y dientes, no solo no compartía su hacer sino
que su brazo togado ejecutor, de manera grave se lo recriminaba.
Esto le
producía un desasosiego, que no sabe si por nervios o por desidia, se reflejaba
en el rictus de su cara, parecía el esbozo de una sonrisa, en un ser inanimado,
como si de vulgar esfinge se tratara.
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