LOS SIETE RISCOS...7
DUNIA SÁNCHEZ
Cuando todos los
feligreses se difuminaron en sus deberes el cura de la iglesia salió, silencio,
se dirigió al convento benedictino. Allí, los monjes estaban en consejo de
importancia después de los maitines reunidos donde comían. Conversando de los
sucesos que achacaban a la diminuta ciudad en esos meses. El abad tomaba la
palabra y preocupado por los hechos se llevaba las manos a la cabeza. El sabía
lo que ocurría, mientras, el cura ignorante no encontraba la solución del por
qué ese mal cuando la mañana asoma. Pidió el callar a los cenobitas que eran
monjes sujetos al abad y vivían en el convento. A un ermitaño que andaba de
paso lo miraba fijamente. Tú, serás el elegido ante este atropello de las
mañanas, ante este terror que vive está aldea pecadora en el continuar de los
días. Toco y toco la gran puerta de madera del monasterio pero nadie abrió, por
un momento se fijo en su alrededor y en
esos sietes riscos rodeando la aldea. Ellas culpables, se dijo para sí mismo.
Ellas, vengadoras de mi gente los ha cegado y creen que el infierno con el fin
de sus vidas se aproxima, lento, pero se aproxima. Ellas merecen el peor de
castigos, la muerte. El párroco al no sentir nada entró. Todo era vacío, nadie
ambulaba por aquella arquitectura monástica. Se dirigió al comedor, donde los
monjes se reunían pero la puerta de este también estaba cerrada. Puso su oída
en ella y escuchó una voz de su interior, era el abad. No distinguía muy bien
lo que hablaba pero sospechaba que sería algún tema relacionado con los movimientos
de tierra existentes, con el pánico suscitado en la población. Entró sin pedir
permiso lo que el abad con ojos de furia y severo lo miró. No, no se llevaban
bien.n malestar existía desde hace años por esas condenas a los más
indefensos, por esas torturas habidas sin solidez que las amparara. Lo echó
como se echa la malévola presencia ante los ojos desteñidos de sufrimiento
¡Fuera¡ dijo. Estamos reunidos. Cuando acabe me conversaré con usted señor
cura. Un señor cura que se sintió tormentoso, tempestuoso, agrio, áspero, solo.
Fue hasta el patio central, miro el cielo las nubes espesas se iban acumulando
en la aldea ¡Brujas¡ ¡Más que malditas brujas¡ , se dijo en tono desaforado
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