martes, 7 de junio de 2022

LA LOCURA DE DON QUIJOTE

 

LA LOCURA DE DON QUIJOTE

(fragmentos)

 JUAN CLAUDIO ACINAS

 

            Hoy no es el Día del Libro. No importa, porque todos los días lo son. Y cualquiera es bueno para recordar al Quijote, el que, según Dostoyevski, es el más triste de todos los libros: el que trata de los hombres de honor que son tenidos por locos y payasos.

 

1. Realidad política

           Para empezar, “mirad Sancho, que los oficios mudan las costumbres, y podría ser que, viéndoos gobernador, no conocieres a la madre que os parió”.

            “De aquí a pocos días me partiré al gobierno [de la Ínsula Barataria], adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mismo deseo”.

Además, “yo imagino que es bueno mandar, aunque sea a un hato de ganado”.

Sin embargo “después que os dejé, y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos”.

“Diez días goberné a pedir de boca; en ellos perdí el sosiego y aprendí a despreciar todos los gobiernos del mundo”.

 

2. Convicción

            “Yo soy el valeroso Don Quijote, el desfacedor de agravios y sinrazones”, cuyo oficio “no es otro sino valer a los que poco pueden, y vengar a los que reciben tuertos, y castigar alevosías”, “acorrer a los miserables y destruir los rigurosos”, “ayudar en sus necesidades a los vivos y a los muertos”.

            “Majadero, a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos van de aquella manera, o están en aquella angustia, por sus culpas o por sus gracias; sólo le toca ayudarles como a menesterosos, poniendo los ojos en sus penas y no en sus bellaquerías. Yo topé un rosario y sarta de gente mohína y desdichada, y hice con ellos lo que mi religión me pide, y lo demás allá se avenga”.

 

3. Justicia

            “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos que los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. No había el fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los de favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen”.

Y esto te aconsejo:

“Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre”.

“Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo”.

“Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.

“No te ciegue la pasión propia en la causa ajena”.

“Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”,

“Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstrate piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia”.

 

4. Libertad

“No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres; que será nunca acabar; ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren: y es querer atar las lenguas de los maledicientes lo mismo que querer poner puertas al campo”.

Por eso “ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de mí se murmure; no escudriño las vidas ajenas, no soy lince de los hechos de los otros”.

“Salí, como digo, de nuestro pueblo. Pasé a Italia, y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitantes no miran en muchas delicadezas; cada uno vive con libertad de conciencia”.

            “La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar cubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

             Porque “no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida”.

 

5. Camino difícil

“Vale más buena esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga”.

“Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia; otros, por el de la adulación servil y baja; otros, por el de la hipocresía engañosa, y algunos, por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno; si el que esto entiende, si el que esto obra, si el que desto trata merece ser llamado bobo, díganlo vuestras grandezas, Duque y Duquesa excelentes”.

“Yo sé que lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño”.

Y te aconsejo también:

“Visita las cárceles, consuela a los presos; que la presencia del Gobernador en lugares tales es de mucha importancia”;

“Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana, que quiso igualarse con el buey”.

 

6. Resistir

          Carmen Martín Gaite, para quien leer el Quijote es un modo de aprender a afrontar el ridículo y a seguir luchando contra corriente por todo lo que consideramos justo, nos recordó el capítulo XXIX de su segunda parte, el de la aventura del barco encantado. Y lo hacía para llamar la atención sobre la circunstancia de que ése es el lugar en donde por primera vez Don Quijote, después de setenta y un capítulos (incluyendo la primera parte) expresa su desalien­to. Pese a lo cual aún transcu­rrirán otros cuarenta y cinco capítulos (¡de la segunda parte!) antes de que, en brazos de la muerte, admita con melanco­lía su derrota.

          Toda una lección de resistencia infatigable para que, siempre que las cosas se pongan difíciles, nos preguntemos, como Carmen Martín Gaite así hizo, "¿por qué no seguir el ejemplo del esforzado caballero y aguantar unos capítulos más antes de darnos definiti­vamente por venci­dos?". Y es que, como ya dijera León Felipe, camino de su exilio mejicano, la justicia, que "vale más que un imperio", también "se defiende con una lanza rota y con una visera de papel". Porque el auténtico triunfo, el de esa voluntad de bien tan ajena a la ilusión de ganar como al temor de perder, consiste en la valentía de intentar­lo más que en la suerte de conseguir­lo.

 

7. Vencidos (León Felipe)

“Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar. // Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, / y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar, / va cargado de amargura, / que allá encontró sepultura / su amoroso batallar. / Va cargado de amargura, / que allá «quedó su ventura» / en la playa de Barcino, frente al mar. // Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar. / Va cargado de amargura, / va, vencido, el caballero de retorno a su lugar. // ¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura, / en horas de desaliento así te miró pasar! / ¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura / y llévame a tu lugar; / hazme un sitio en tu montura, / caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura / que yo también voy cargado / de amargura / y no puedo batallar! // Ponme a la grupa contigo, / caballero del honor, / ponme a la grupa contigo, / y llévame a ser contigo / pastor. // Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar...”

 

Selección Juan Claudio Acinas

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