NORIAS, CIRCOS Y PAYASOS
DAVID TORRES
"Cada vez que
oigo la palabra cultura, echo mano a mi pistola". Unos atribuyen esta
célebre frase a Goebbels, ministro de Propaganda del III Reich; otros a Millán
Astray, fundador de la Legión y de Radio Nacional de España y muy aficionado a
disfrazarse de pirata. Sin embargo, su verdadero autor, Hanns Johst, la ponía
en boca de un personaje de una obra de teatro sólo para que un nazi la
ridiculizara. Sobre pistolas, Abascal y sus mariachis ya han dicho bastante,
pero son Almeida y Ayuso, la alegre pareja de mandarines de la capital, quienes
han realizado una afortunada variación de la frase: "Cada vez que oigo la
palabra cultura, saco mi nariz de payaso".
En efecto, se dice
que el PP detesta la cultura en todas sus manifestaciones, pero anda que no les
gustan las procesiones de Semana Santa, la canción folklórica, el vino y los
toros. Aparte de verónicas y chicuelinas, por no hablar de Notre Dame, el
alcalde de Madrid ha iniciado una campaña a favor de la lectura como no se veía
otra en el municipio desde que Tierno Galván dijo aquelllo de "¡Rockeros,
el que no esté colocado que se coloque y al loro!"
Mediante el simple
procedimiento de borrar unos versos de Miguel Hernández del memorial a las
víctimas de la guerra civil en el cementerio de la Almudena ha conseguido que
los versos del poeta de Orihuela sean conocidos en España entera, replicados en
las redes sociales, leídos en colegios e institutos y copiados por todas partes.
Incluso gente que no abre un libro de poesía ni por recomendación médica se ha
aprendido los versos de Para la libertad, un poema que no sonaba tanto ni en
los tiempos en que Serrat le puso música en un disco famoso. Ni recitándolo en
calzoncillos antes de las campanadas de Nochevieja hubiera logrado Almeida tal
repercusión mediática: el efecto Streisand ha sido digno de incluirse en el
libro Guiness de los records.
Pasando de Almeida
a Ayuso, la nariz de payaso ha recaído esta semana en Begoña Villacís, quien no
ha tenido el menor problema en impulsar su lucha personal contra el populismo
gracias al proyecto de importación de una noria gigante de la que se siente muy
orgullosa. Es justo lo que le hacía falta a Madrid: no más salas de conciertos
ni más universidades ni colegios, ni siquiera un carril bici para despejar un
poco la boina de la contaminación, tampoco mejorar los transportes públicos.
No, una noria gigante que además ya fue desechada en Valencia porque les olía a
chamusquina.
La llegada de la
noria gigante está en alegre sintonía con la buena nueva anunciada por el PP de
San Sebastián de los Reyes, que se frota las manos ante el regreso de los
circos con animales, esa decimonónica tradición que consiste en que los niños
chillen de placer ante las cabriolas de leones, tigres y elefantes apaleados.
Lo siguiente, suponemos, será resucitar a Fofó y a Miliki porque en la bancada
de la derecha de saltimbanquis van sobrados. ¿Cómo están ustedes?
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