LULA, EL PRESO DEL SUR GLOBAL
RAFAEL POCH
Julian Assange es el más
importante disidente occidental preso. Edward Snowden, el principal exiliado.
Luiz Inácio Lula da Silva es el prisionero del Sur global por excelencia. Noam
Chomsky se ha referido a Lula como “el prisionero político más importante del
mundo” y “una figura extraordinaria del siglo XXI”, y ha comparado su
encarcelamiento con el del fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio
Gramsci (1891-1937). ¿Por qué esos títulos?
Bajo el mandato de Lula, Brasil
pasó de la inexistencia en la esfera internacional a ser seguramente el país
más respetado del mundo. Lula dignificó a la mayoría social de su país que no
contaba para nada. En 2010, el Programa alimentario mundial de la ONU le otorgó
el título de “campeón del mundo en la lucha contra el hambre”. Tras ocho años
en la presidencia sacó de la pobreza a millones de brasileños y dejó el poder
con un grado de aprobación sin precedentes.
UN TIPO CON CARISMA QUE DIRIGE UN
GRAN PAÍS Y QUE VA POR LIBRE ES ALGO QUE PRODUCE ENORME RECELO IMPERIAL.
EMPIEZAN A PONERSE DE ACUERDO Y A RESOLVER PROBLEMAS GLOBALES SIN NOSOTROS Y
SIN NUESTRA MONEDA, ¿Y DÓNDE IREMOS A PARAR?
Lula fue capital en la
prometedora y en gran parte malograda integración independiente de América
Latina, que implicó a Chávez, Morales, los Kirchner y demás. Y, entre todos
ellos, era el más respetado no solo por el peso específico de su enorme país.
Con Lula nacieron los BRICs (Brasil, Rusia, India, China y otros) como concepto
en el que Brasil ponía la primera letra. Pues bien, este personaje está en la
cárcel desde hace año y medio, tras haber sido condenado a una pena total de
doce años y once meses en un caso manifiestamente fabricado y seis meses antes
de unas elecciones a las que acudía como favorito. ¿Por qué?
Sobre el motivo hay varias
explicaciones. Según el profesor Elias Jabbour de la Universidad de Río de
Janeiro, Lula fue víctima de una acción de guerra híbrida orquestada desde
Estados Unidos después de que en Brasil se anunciara el descubrimiento de unas
importantes reservas de petróleo, lo que dio fuerza a una agresiva campaña
mediática contra la izquierda y la política en general. El propio Lula sugiere
el motivo principal en otro aspecto: su protagonismo en el establecimiento de
los BRIC´s y en los movimientos para crear una moneda alternativa al dólar en
las relaciones comerciales de ese enorme conglomerado de países que incluye a
la mayoría del planeta, tanto en población como en volumen de transacciones.
“Estados Unidos tenía mucho miedo de nuestros debates sobre la creación de una
nueva divisa. Obama me llamó y preguntó ‘¿estás intentando crear una nueva
moneda, un nuevo euro?’ y yo le dije ‘no, estoy intentando deshacerme del dólar
americano simplemente para no ser dependiente’”.
Según el periodista Pepe Escobar
que recogió esta declaración en una entrevista con Lula mantenida este verano
en la cárcel, “Obama pudo haber intentado advertir a Lula de que el Estado
profundo (Deep State) americano nunca permitiría a los BRIC´s invertir en una
moneda o una cesta de monedas para eludir al dólar. Más tarde, Putin y Erdogan
advirtieron a Dilma Roussef, antes de que fuera depuesta, de que Brasil sería
atacada sin piedad. Al final, la dirección del Partido de los Trabajadores fue
pillada completamente desprevenida por una conjunción de sofisticadas técnicas
de guerra híbrida”. “El resultado fue que una de las mayores economías del mundo
fue tomada por asalto por duros neoliberales sin lucha alguna”.
Detrás de todo esto se advertía
algo más que un revés para el hegemonismo occidental: la idea de que el
consenso y la acción concertada entre BRIC´s y grandes países del Sur global es
capaz de elaborar un programa para el mundo, alternativo al caos del
hegemonismo de Euroatlántida con sus recetas belicistas. El caso de Irán
ofrecía una pista concreta.
Fue el Brasil de Lula quien en
2010 alcanzó en Teherán, de común acuerdo con Turquía e Irán un acuerdo nuclear
con el régimen de los ayatollahs. Eso fue cinco años antes del famoso acuerdo
de Viena de 2015, que Bolton y Trump han hundido con el apoyo de Israel y
Arabia Saudita al retirarse de él y reabrir el escenario bélico. En la
mencionada entrevista carcelaria, Lula recuerda que tras aquel acuerdo Obama y
Merkel se mostraron nerviosos: “Fui como el chaval que ha sacado un diez en la
escuela, se lo dice a su madre y esta da a entender que eso está mal”.
En el mundo de hoy, un tipo con
carisma que dirige un gran país y que va por libre es algo que produce enorme
recelo imperial. Empiezan a ponerse de acuerdo y a resolver problemas globales
sin nosotros y sin nuestra moneda, ¿y dónde iremos a parar? Esas son las
coordenadas del encarcelamiento de Lula.
El método fue la combinación de
la guerra judicial con la manipulación informativa de los grandes medios en
manos de magnates, dirigida a la destrucción del adversario político concreto
mediante la judicialización de la política. Lo que se conoce bajo el término
Lawfare.
“Comienza con denuncias sin
pruebas, continúa con campañas de denigramiento mediático y obliga a los
señalados a interminables justificaciones, luego viene la cárcel y las multas,
el Lawfare encierra los debates políticos en los tribunales de justicia”,
señala un manifiesto firmado este mes por varios centenares de personalidades
de todo el mundo. El resultado final de la operación –un cambio de régimen– es
el mismo que el de los golpes militares latinoamericanos de antaño, auspiciados
o directamente dirigidos desde Estados Unidos.
Gracias al trabajo publicado este
verano por el periodista Glenn Greenwald en The Intercept, se conocen los
pormenores de esta corrupta guerra judicial contra Lula, pero el asunto
trasciende a Brasil. Los expresidentes de Ecuador y Argentina, Rafael Correa y
Cristina Kirchner son perseguidos por esta combinación bastarda. En África
están los casos del mauritano Biram Dah Abeid, el candidato a la presidencia de
Camerún Maurice Kamto, el ex diputado de Gabón Bertrand Zibi, el líder de la
oposición camboyana Kem Sokha, el dirigente del Frente de Izquierdas de Rusia,
Sergei Udaltsov, la senadora filipina Leila de Lima e incluso el líder de la
izquierda francesa, Jean-Luc Mélenchon, objeto de acoso mediático y acusado de
rebelión. De todo este muestrario, Lula es el más importante desde todos los
puntos de vista.
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