JUEGO SUCIO
EMILIO DE LA PEÑA
La condición de
persona socialmente vulnerable es conocida. Abarca a aquellos que están más
expuestos: tienen dificultades para encontrar empleo. En el caso de que
trabajen, pueden ser despedidos fácilmente o están afectados por la llamada
pobreza laboral. En estos casos, la mayoría son jóvenes. Pero también son
vulnerables los que no pueden hacer frente a todas sus necesidades para vivir
dignamente. Es lo que se encuadra en la llamada carencia de vida material. El
bajo nivel de formación es igualmente un rasgo de vulnerabilidad: sólo podrá
acceder a los empleos menos cualificados y peor remunerados, pero además tendrá
menos armas para defenderse de los abusos o trampas mediáticas que se encuentre
en su camino.
Las personas en
esta situación constituyen el mejor nicho de mercado para el negocio del juego,
y especialmente de las apuestas. Su actividad se ha disparado de forma
espectacular en los últimos años. Supone ya una amenaza social. El peligro no
es igual para todos. Acecha sobre todo a los más vulnerables. Un estudio de la
Dirección General de Ordenación del Juego, realizado en 2015, indica que sufren
mayor riesgo los jugadores que están en paro: “cuanto mayor es la gravedad de
la patología (relacionada con el juego) mayor es el porcentaje de personas desempleadas”. A su vez, entre los que tienen ingresos
bajos, el riesgo, los problemas o las patologías son mayores que entre los que
disponen de ingresos altos. El 60 por ciento de los jugadores online son
jóvenes de entre 18 y 35 años. Otra investigación del citado organismo oficial
indica que es entre los jóvenes de clase social baja o media baja donde la
vinculación al juego es más grave y requiere ayuda social. Las mujeres juegan
mucho menos: sólo el 15 por ciento del total, pero, entre las que lo hacen, un
número significativo son de edad avanzada, viven solas y tienen un nivel
económico medio bajo o bajo. El estudio detecta en ellas una vinculación grave
con el juego.
UN SEGMENTO CLAVE
DE LA PROGRAMACIÓN DE TELEVISIÓN Y RADIO, COMO ES EL DEPORTE, ESTÁ FINANCIADO
CASI EN EXCLUSIVA POR UN ÚNICO SECTOR, EL DE LAS APUESTAS
Yo, por mi parte,
hago la siguiente comprobación. Busco en Internet: Casas de apuestas en el
distrito de Tetuán, Madrid. Es una zona de clase media baja. Encuentro 18
locales de juego. Todos situados en la zona de menor renta, el lado derecho del
distrito. Busco después: Casas de apuestas en el distrito de Salamanca, también
de Madrid. Es el segundo de mayor renta de la capital. En extensión y
habitantes es similar al anterior. Encuentro tan sólo tres locales de juego.
Sigo: localizo las salas de apuestas en Usera, el distrito de menor renta de la
ciudad. Encuentro 10 locales. Esto puede dar una idea de dónde está el negocio
de sacar el dinero a la gente mediante el juego de azar. Entre 2016 y 2019, el
número de estos locales ha aumentado en España un 27 por ciento, hasta alcanzar
los 3.150, en mayor porcentaje situados en los barrios más pobres. El pasado 6
de octubre, por primera vez una manifestación de vecinos exigía en Madrid, en Tetuán
precisamente, medidas contra lo que consideran una lacra social: el juego y en
concreto el más extendido, las apuestas.
El fenómeno es tan
nuevo como descontrolado. Existe un organismo público, ya lo he dicho, la
Dirección General de Ordenación del Juego, que todo lo apunta, dotado de una
extensa reglamentación, que casi todo lo permite bajo un lema que indica cuál
es su respuesta a la alarma que suscita: “Jugar Bien. Jugar con
responsabilidad”. Mientras, las cifras que ofrece son escalofriantes. Entre
2013 y 2018 la cantidad de dinero que se ha jugado al azar ha pasado de 5.600
millones a 17.300. Un incremento del 210 por ciento ¡en tan sólo seis años! La
explosión ha venido por dos vías: el juego online, que representa el 80 por
ciento, y las apuestas en las salas, con un aumento del juego igualmente
espectacular. En 2017 recibieron un 1,6 millones de visitas, que, entre luces
de colores intermitentes y pantallas gigantes de televisión, se dejaron 1.700
millones de euros. Hoy esas cifras habrán aumentado sensiblemente.
Acceder a una casa
de juego o apostar online es fácil. Basta ser mayor de edad e identificarse.
Esto debe ser sólo teórico, como el consumo de alcohol. El estudio oficial
antes citado señala que cerca del 36 por ciento de los consultados dijeron que
habían comenzado a jugar antes de los 18 años. Uno se gasta el dinero por
necesidad, por ostentación o por ocio, pero no lo tira alegremente si no padece
algún trastorno o es seducido impunemente. Como escribía George Simenon en una
novela del comisario Maigret, sobre el hampa, “para que la gente juegue, es
necesario estimularla”. Esta es la principal tarea de las empresas dedicadas al
negocio del juego. No lo hacen solas. Sin la colaboración de otros no podrían.
Son impulsores activos del escalofriante aumento del juego las televisiones y
las grandes cadenas de radio, los clubes de fútbol profesional o personajes
públicos como actores y futbolistas de élite. No lo hacen porque sí, sino a
cambio de recibir suculentas cantidades de dinero.
Las televisiones
inundan sus emisiones de anuncios incitando a la audiencia a apostar. De hecho,
la publicidad en las retransmisiones deportivas, especialmente los partidos de
fútbol, es casi en su totalidad de las grandes empresas de juego. Lo mismo
ocurre con los programas deportivos de las cadenas de radio. En las páginas web
ocurre otro tanto. El sector del juego se gastó 170 millones de euros en
publicidad en 2018, un 150 por ciento más que en 2013. El fuerte crecimiento el
año pasado es tal que representó a su vez un 62 por ciento más que en 2017. De
tal manera que un segmento clave de la programación de televisión y radio, como
es el deporte, está financiado casi en exclusiva por un único sector, el de las
apuestas. Se añade así al pernicioso fomento de una actividad que puede ser
peligrosa, según los estudios del propio organismo que regula el juego, otro
peligro para las televisiones y radios: la excesiva concentración de sus
ingresos publicitarios en un sector. Una dependencia que cualquier gestor empresarial
consideraría un disparate.
Pero los anuncios
durante los partidos de fútbol no se limitan a convencer al espectador para que
apueste. En muchos casos les incitan a jugar en cada gol, cada vez que cambia
el resultado o en el intermedio. Si un espectador de televisión o radio es
seducido por un anuncio para que compre un coche, deberá esperar para consumar
su deseo. Desde la tele o la radio no le trasladan a casa el vehículo. En
cambio, en las apuestas la seducción es inmediata sin moverse del sofá. Basta
con coger el móvil y gastarte el dinero. Para empezar, puedes hacerlo incluso
si no lo tienes: las empresas ofrecen bonos para que te animes. El año pasado
se gastaron 116 millones en esos bonos anzuelo: “para que la gente juegue, es
necesario estimularla”.
Los otros
colaboradores necesarios del tinglado son los clubes de fútbol. Estos se
prestan gustosamente a colaborar en las apuestas a cambio de recibir dinero.
Siete equipos de primera llevan en sus camisetas publicidad de alguna marca de
apuestas. Y de los 20 que componen la competición, 19 están promocionados por
empresas del juego:
– La española
Codere, cuya bandera enarbola el Real Madrid. La empresa tiene en su equipo a
dos exministros del PP, Pío Cabanillas, consejero de la entidad, y Rafael
Catalá, recientemente contratado como asesor. Tendrá como misión mediar con
todas las formaciones políticas para establecer un marco jurídico que no
perjudique a la empresa, según informa La Vanguardia. Ya estuvo como secretario
del Consejo entre 2005 y 2011.
– La británica Bet
365, que patrocina nada menos que a siete equipos: Athletic de Bilbao,
Villarreal, Betis, Valladolid, Español, Celta de Vigo y Eibar. Es conocido que
Bet 365 donó 113.000 euros al Partido Laborista, cuando estaba en el Gobierno, en
tiempos de Gordon Brown, coincidiendo con la autorización para emitir
publicidad del juego en televisión.
– El Barcelona está
patrocinado desde esta temporada por 1xBet, compañía de apuestas de origen ruso
con sede en un paraíso fiscal, Caraçao. Antes lo estuvo por Bet fair.
– Betway es
patrocinador del Leganés y el Alavés. Esta casa de apuestas de origen británico
está radicada en Malta, país de baja tributación. Tiene un acuerdo con la
Federación de deportistas profesionales en Gran Bretaña. Y contrata a numerosos
deportistas ingleses como embajadores de la marca.
– Bwin patrocina al
Atlético de Madrid y al Valencia. Es una compañía de origen austriaco que opera
entre otros lugares en Gibraltar, paraíso fiscal. Marathonbet, de origen ruso,
extendida en el Reino Unido, es patrocinadora del Sevilla. Kirolbet, empresa
vasca, de Osasuna. La francesa Winamax, recién llegada a España, patrocina al
Granada. Y la manchesteriana Betfred al Mallorca. En patrocinios, las empresas de juego
gastaron el año pasado más de 14 millones de euros.
Solo un club se ha
negado a ser patrocinado por una empresa de juego: la Real Sociedad. Sus socios
y accionistas lo rechazaron en una consulta, en la que el 86 por ciento dijo no
a esta práctica.
Mientras se habla
de juego limpio, la policía detecta juego sucio detrás del mundo de las
apuestas. Este año ha detenido a jugadores y responsables de equipos por amañar
partidos en la llamada Operación Oikos. El móvil eran las apuestas. No es el
primer caso.
Hay otro colaborador
necesario, más que eso, imprescindible: el Gobierno. Es el que regula de forma
laxa el negocio peligroso para sectores vulnerables. El que permite su publicidad avasalladora
regulada por las propias empresas de apuestas y los medios de comunicación,
mediante una comisión de autocontrol. Es decir, son los anunciantes y los
medios los que dicen si la publicidad es adecuada o no. La prueba de la
permisividad de tal comisión con la publicidad es que de los 1.158 anuncios que
revisaron en 2018, al 81 por ciento le dieron el visto bueno. Sólo
desaconsejaron la difusión de 16 anuncios. A la vista de la publicidad que se
emite, cómo será el contenido de los rechazados.
Los locales de
apuestas están regulados, por llamarlo de alguna manera, por los gobiernos de
las comunidades autónomas. La desmedida proliferación de estos y su ubicación,
a veces aglomerada y mayoritariamente en barrios deprimidos o de menor renta,
da una idea de la indecente permisividad de las autoridades en favor del
negocio.
El acuerdo presupuestario
entre el Gobierno de Sánchez y Unidas Podemos de 2018, ya en vía muerta,
establecía la prohibición de la publicidad del juego en televisión y radio, al
equipararla con la del tabaco. El defensor del pueblo se pronunció en el mismo
sentido. El PSOE lo hizo en su programa electoral. El programa de Unidas
Podemos añade a ello aumentar sus impuestos y prohibir que los locales de
apuestas abran antes de las diez de la noche.
El Estado ingresó
el año pasado por el impuesto sobre el juego 46 millones de euros, las
comunidades autónomas, 150 millones. Cantidades pequeñas si se considera la
recaudación completa. No es posible pensar que ese dinero aliente al fisco a
seguir permitiendo una práctica tan abusiva de ese negocio. Debe de haber algo
más para mantener el tinglado. Quizá lo relatado aquí ofrezca algunas pistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario