A contracorriente
QUÉ ES PACÍFICO Y QUÉ NO
Enrique
Arias Vega
Me sorprende el enfermizo interés de
todas nuestras televisiones en calificar de pacíficos una serie de actos en los
que, simplemente, grupos de radicales armados no agreden a la policía, pero sí
que practican todo tipo de desmanes alternativos.
Existe
un viejo refrán, en latín, ni más ni menos, que explica esa actitud: “Excusatio non petita, accusatio manifesta”.
Es decir, que quien se excusa sin venir a cuento es que se siente culpable de
lo que intenta justificar.
Porque
ya me dirán si son o no violentas este tipo de actuaciones para aquellos que
las padecen: cortar carreteras; obligar a cerrar comercios contra la voluntad
de sus dueños; impedir que la gente viaje en tren, en avión o como sea, ser
objeto de insultos, vejaciones y ridiculizaciones en público; ofender a los
padres delante de sus hijos y deslegitimar sus opiniones; despreciar los
símbolos y las convicciones de los demás; arrojarles basura, excrementos y todo
tipo de objetos degradantes; acosarles multitudinariamente en público; impedirles
manifestarse, reunirse, ir a clase o dar conferencias… ¿Quieren seguir un rato
más? ¿Qué habría ocurrido si, en cambio, esto lo padeciesen sus autores y no al
revés? Los medios de comunicación, hechos unas panteras, los habrían calificado
de todo menos bonitos.
No
me refiero aquí a la existencia de dos varas de medir, lo cual es evidente,
sino a un intento deliberado y masivo de edulcorar lo que está ocurriendo. No
es la primera vez en la Historia que eso sucede. Ocurrió, por ejemplo, en la
Alemania nazi y no sólo no sirvió para atemperar las cosas, sino que el asunto
acabó como acabó. Y no digo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario