A contracorriente
LA PRIMERA FICHA DEL DOMINÓ
Enrique
Arias Vega
Cataluña, lo siento mucho, sólo es la
primera ficha de un dominó global, cuyas piezas están puestas en fila para que,
una vez empujada la primera, vayan cayendo una tras otra, hasta que no quede
ninguna de ellas en pie.
Es sólo una hipótesis, claro, pero
que pone en cuestión la tesis mítica y áurea de aquellos separatistas que creen
que Cataluña es el ombligo del mundo y no una pieza extrema de un juego más
amplio manipulado por terceros.
Me explicaré.
Si los separatistas consiguiesen la
emancipación de su parcela de territorio, la cosa no quedaría allí, ya que el
efecto contagio y la impunidad exitosa de su proceso haría que lo emulasen
otros territorios españoles. Y no digamos nada de sus comunidades colindantes,
la Valenciana y la de Baleares, con un componente nada desdeñable de
pancatalanismo que podría exacerbar las tensiones intrarregionales hasta el
límite.
Pero la cosa tampoco quedaría
reducida a España. Europa, en un lento, laborioso y loable intento de unión que
ha alumbrado una paz nunca conseguida antes de ahora, se resquebrajaría. Países
con problemas semejantes al nuestro, como Bélgica, Gran Bretaña o Francia, sin
ir más lejos, podrían sucumbir a tentaciones secesionistas, que nadie sabe
hasta dónde llegarían. ¿Qué quedaría, entonces, de Europa? ¿Qué ventajas
reportaría ser miembros de una Unión que no es tal? ¿Qué nuevos grupos
antagónicos se crearían?
Eso, sin olvidar que el grupo más
cohesionado, fuerte y totalitario de nuestro viejo continente es un Islam que
no tendría ya que imponerse por la brava a una fragmentada y débil Europa, sino
que se entregaría en sus manos sin ningún esfuerzo por su parte. No olvidemos
que al acabar la Segunda Guerra Mundial el Islam era una religión de 50
millones de creyentes, muy por detrás de las otras tres grandes religiones
tradicionales. Desde entonces, ha multiplicado por treinta su número de fieles,
siendo ya de lejos la primera confesión mundial y la más rigurosa y excluyente
de todas.
No voy a extenderme en más
conjeturas. Sólo sugiero que nos encontramos aquí ante una fila de fichas de
dominó y que la caída de Cataluña no sólo no sería una liberación, como afirman
sus propagandistas, sino el primero de una serie de desastres en cadena.
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