NOCHE DE INVIERNO...
DUNIA SÁNCHEZ
Mira sus pies, hastiados de tanto divagar en el sentido de
un arco iris blanco, muerto. Se confunde, se entrega a las derrotas. A veces
parece emerger entre cipreses azules que abducen a la existencia. A veces
parece perecer entre nubes cenizas que extinguen sus ojos. No sabe, no
contesta. Sus palabras son latigazos inocuos en el insonoro despertar de aves
desplumadas. Coge pintura de uñas y sutilmente tiñe sus dedos de carmín.
Se levanta, descalza enciende un cigarrillo donde se cavila todos sus años.
Siempre lo mismo, se dice. En el cosquilleo de su lucidez camina, lenta, suave
por los pasillos fríos de su casa. Todos se han ido. Solo ella y el quejido
espantoso, grotesco del viento al golpear con las ventanas. Se mira como mujer
de inagotables andares pero ya todo ha acabado, un final donde el ronronear de
la vejez y enfermedad la hacen decaer. Intenta vestirse, todo se le cae de sus
arrugadas manos. No quieren que la vean así cuando lleguen, marchita, ida.
Logra ponerse algo y mirarse al espejo. Se pinta los labios con el temblor de
los últimos instantes. Ve cierta luz desde una de sus ventanas, va hacia
ella. Luz de pétalos anaranjados en el fin de su verticalidad. Se siente feliz,
la acogen y desaparece entre las constelaciones de una noche de invierno.
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