José Rivero Vivas
Hombre fino, de vasta cultura y hondo pensamiento:
Se levanta usted
temprano, cual triste asalariado, con la misión de hacer apología del Señor del
Castillo, de quien justifica cuanto lapso determina con objeto de adecuar a su
ventaja todo bien generado en este mundo.
Con mesura y
pausa, incisiva y rotunda expresión, arremete contra esta gente, de esencia
viva, cuyo grito de indignación captura el desafío de unos ilustres,
tácitamente afines al imperioso Feudal, quienes ufanos se arrogan el fuero del
buen proceder, por lo cual, ajenos tal vez a deliberación, suscitaron el sólido
plante, llevado a efecto con alguna estridencia, lo que inspira sutil recelo en
los temerosos de ancestral criterio. Por ello, lejos de indulgencia, conceptúa de
energúmenos a estas personas, de diversa edad y calado, colmando su existencia
de ignominia cuando compara su estela con la de aquellos que en su día causaron
tragedia; no satisfecho todavía con tanta descalificación, añade encima miles
de gruesos epítetos, al tiempo de reprocharles lo innombrable, alentado por
cuantos tildan de populismo su acción, sin advertir que la actitud opuesta
habría de ser catalogada de masterismo.
Barbarie y demasía
es también consentir la pervivencia de un estado en que unos atrofian sus
sentidos en la abundancia, merced a su continuado egoísmo en acumular los
recursos de un país, presumiendo además de participar en hazañas bélicas, con
supuesto propósito de mantener la paz mundial, rota a ratos por diversos motivos,
inherentes, según su criterio, a torpe disposición por parte de quienes
ostentan una conducta infame, lo cual lleva a ignorar el gesto de alguno, que
muestra efímera convicción de abandonar mañana su radical enseña y fruir así el
bienestar henchido.
De este modo
termina la época de más abrigar espesura, cual si se diera la posibilidad de
aproximarse al atributo espinoso, erecto frente a la ironía de quien postula la
inexistencia d’affaire recóndito,
tesis ratificada por la ingenuidad de cuantos ponderan su óptima residencia en
un edén prolongado.
José
Rivero Vivas
Noviembre
de 2016
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