TRUMP, MÉXICO Y VENEZUELA: DIGNIDAD ANTE AGRAVIOS E INDOLENCIA
NYDIA
EGREMY PINTO
Según el
Diccionario de la Real Academia Española el vocablo “injuriar” proviene del
latín injuriare que significa: agraviar, ultrajar con obras o palabras, dañar o
menoscabar; todas esas acepciones constatan que los agravios verbales se
manifiestan con la expresa intención de ofender al otro. Para contener la
violencia del agravio está la
obligación de defender (amparar,
proteger, resguardar) ya sea por la vía pacífica y diplomática. Esta reflexión
viene a cuenta tras los insultos que profirió el magnate estadunidense Donald
John Trump contra el pueblo y gobierno de México. El hombre cuya riqueza suma
900 mil millones de dólares, aspira una vez más a lograr la candidatura
presidencial del Partido Republicano; sabedor de que no llegará a Washington
sustituye su debilidad para articular propuestas políticas con discursos que
exacerbar la xenofobia racista. El miércoles pasado sostuvo: “México no es
nuestro amigo” y dijo que, según información de la Patrulla Fronteriza, “ese
país nos manda a su peor gente pues llevan drogas, crimen y son violadores”.
Por ello, el poco imaginativo potentado reiteró su plan de levantar un gran
muro entre ambos países, “que los vecinos del sur deberían de pagar”. En el
trasfondo de esas expresiones está la defensa de su ámbito de negocios que
oscilan, entre otros, de la adquisición y venta de inmuebles –donde laboran
cientos de mexicanos- a su canal NBC Universal y la franquicia del concurso
Miss Universo que en 2006 se realizó en Cancún, México, asociado con un
empresario yucateco al que el multimillonario demandó ante la justicia
mexicana, que falló a favor del estadunidense aunque el litigio continúa. Es
paradójico quien aspira a presidir la superpotencia tecnológica, militar y
económica del planeta emprenda una campaña de descrédito contra instituciones
gubernamentales y ciudadanos mexicanos ¡en una red social para dirimir sus
reclamos! Así, el poco inteligente aspirante incita y provoca como estrategia
para expresar su resentimiento, como lo hizo en febrero, cuando la Academia de
las Artes y Ciencias Cinematográficas estadunidense galardonó con cuatro
estatuillas Oscar al cineasta mexicano. Entonces el belicoso Trump twitteó:
“Los Oscar fueron una gran noche para México y por qué no, si están destruyendo
a EU más que a cualquier otro país”. Añadió que México “es la nación que más
estafa” a EU y que le indignaba el resultado de la premiación. Incapaz de
contener sus emociones, el inversionista profirió más insultos a manera de
excusa: “Quiero ofrecer una disculpa a González –imposible que el güero
pronunciara Iñárritu-. Contrario a lo que muchos creen, no todos los mexicanos
son ladrones, reconozco que es trabajador y aprovecho esta oportunidad para
ofrecerle trabajo como jardinero en mi casa de Palm Beach”. Es más, agregó el
potentado: “No existen resentimientos, estoy dispuesto a pagarle un salario
justo por su trabajo y así podrá enviar giros a México y ayudar a su familia a
salir adelante”. Con esa mezquindad se expresó el multimillonario de Iñárritu,
quien al recibir el Oscar lo dedicó a los mexicanos y rogó para que los
inmigrantes en aquel país sean tratados con la misma dignidad y respeto que los
otros que construyeron esa nación de inmigrantes. Dignidad y respeto también
esperaban los mexicanos ofendidos por Trump en un reclamo de su Gobierno. Si
bien Donald John lo hizo en disfrute de su libertad de expresión, también es
claro que sobre el Estado mexicano recae la responsabilidad de defender los
intereses de la nación, en ese caso injuriada por el empresario. Pero no hubo un
comunicado oficial que, acorde con la mejor tradición diplomática, deplorara
que el pueblo – entre ellos los valientes migrantes - y Gobierno mexicanos
fueran objeto del oscuro odio del aspirante a vivir en la Casa Blanca. Todo lo contrario, se apostó a minimizar el
agravio y descalificar al emisor. Hasta que la prensa los interrogó, los
titulares de Gobernación (Segob) y Relaciones Exteriores esbozaron tibias y
titubeantes respuestas. Parecían urgidos a olvidar el asunto, tal como ocurrió
en 2013 cuando se reveló que la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense
había espiado las comunicaciones del ahora presidente de la República. Pero a los ciudadanos no les urge cerrar este
capítulo y preguntan ¿Para qué mantener a la élite política que no repudia el
insulto y sedes diplomáticas sin embajador, como la nuestra en Washington que
hace más de cuatro meses no tiene un representante que defienda nuestros
intereses? Y ¿Qué visión de futuro tiene la política exterior mexicana con el
vecino del norte ahora que Washington designó a Roberta Jacobson como sucesora
de Anthony Wayne? Esa aparente indolencia de los conductores de la diplomacia
mexicana también se expresa en su permisividad ante la injerencista actitud del
expresidente Felipe Calderón en los asuntos internos de la República
Boliviariana de Venezuela. Calderón, que se da el lujo –tal como el
multimillonario Trump-, de insultar al pueblo y autoridades del país hermano
sin que la “élite” política llame a la mesura al exmandatario. Ávido de
protagonismo, en enero se sumó a la fallida intención de los también
expresidentes de Chile, Sebastián Piñera y de Colombia Andrés Pastrana, de
visitar en prisión a uno de los dirigentes de la oposición violenta venezolana,
Leopoldo López. En los últimos tiempos sus provocadores mensajes por Twitter
insultaron al presidente constitucional del hermano país venezolano y al equipo
de futbol. Los cándidos receptores de
esos mensajes, no deben olvidar que a lo largo del sexenio de Calderón
(2006-2012) se registró un saldo preliminar de 70 mil muertos, hubo al menos 26
mil 121 personas desaparecidas, según estadísticas de la Segob ¡Un promedio de
12 personas al día! como informó el titular de Gobernación el 15 febrero de
2013. Y sería precisamente el presidente
de Venezuela, Nicolás Maduro quien 24 horas después de los insultos y agravios
de Donald Trump, quien pidiera que América Latina y la Comunidad de Estados de
América Latina y del Caribe (Celac), alcen su voz por los migrantes mexicanos
amenazados por Trump y sentenciara que “Quien se mete con México se mete con
Venezuela”. Es paradójico que la
dignidad mexicana fuera reivindicada por el dirigente venezolano contra el
vergonzante silencio de la élite política frente al visceral ataque de Trump.
37 2 Perfil del Bloguero Nydia Egremy Pinto Internacionalista con
investigaciones en: Política Exterior, Seguridad Nacional, Inteligencia,
Energía y Militarización. Articulista en diarios y revistas. Colaboradora en
programas de radio y televisión. Más artículos de este bloguero Terroristas
obligan a Obama a visitarlos EE.UU. agita la VII Cumbre de las Rumor: Arma de
manipulación masiva El salto al vacío de Obama Chávez el estratega geopolítico
Ustedes disculpen, dice Clinton a... Desabasto, condones e indignidad CELAC:
inédita unidad regional ante un... La buena, espléndida noticia Rusia y América
Latina: protagonistas... Tiempo de barbarie: Ayotzinapa, bloqueo... Dignidad o
mínima sanción: la esencia de... Lecciones de dos 11-S desde la memoria Guías
para entender al mundo Nicaragua y América Latina: 35 años... Comentarios
Populares No hay notas con comentarios populares
Este contenido
ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/Trump-Mexico-y-Venezuela-dignidad-ante-agravios-e-indolencia-20150622-0003.html.
Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace
hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido.
www.teleSURtv.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario