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lunes, 29 de junio de 2015

TRUMP, MÉXICO Y VENEZUELA: DIGNIDAD ANTE AGRAVIOS E INDOLENCIA

TRUMP, MÉXICO Y VENEZUELA: DIGNIDAD ANTE AGRAVIOS E INDOLENCIA

NYDIA EGREMY PINTO
Según el Diccionario de la Real Academia Española el vocablo “injuriar” proviene del latín injuriare que significa: agraviar, ultrajar con obras o palabras, dañar o menoscabar; todas esas acepciones constatan que los agravios verbales se manifiestan con la expresa intención de ofender al otro. Para contener la violencia del agravio está  la obligación  de defender (amparar, proteger, resguardar) ya sea por la vía pacífica y diplomática. Esta reflexión viene a cuenta tras los insultos que profirió el magnate estadunidense Donald John Trump contra el pueblo y gobierno de México. El hombre cuya riqueza suma 900 mil millones de dólares, aspira una vez más a lograr la candidatura presidencial del Partido Republicano; sabedor de que no llegará a Washington sustituye su debilidad para articular propuestas políticas con discursos que exacerbar la xenofobia racista. El miércoles pasado sostuvo: “México no es nuestro amigo” y dijo que, según información de la Patrulla Fronteriza, “ese país nos manda a su peor gente pues llevan drogas, crimen y son violadores”. Por ello, el poco imaginativo potentado reiteró su plan de levantar un gran muro entre ambos países, “que los vecinos del sur deberían de pagar”. En el trasfondo de esas expresiones está la defensa de su ámbito de negocios que oscilan, entre otros, de la adquisición y venta de inmuebles –donde laboran cientos de mexicanos- a su canal NBC Universal y la franquicia del concurso Miss Universo que en 2006 se realizó en Cancún, México, asociado con un empresario yucateco al que el multimillonario demandó ante la justicia mexicana, que falló a favor del estadunidense aunque el litigio continúa. Es paradójico quien aspira a presidir la superpotencia tecnológica, militar y económica del planeta emprenda una campaña de descrédito contra instituciones gubernamentales y ciudadanos mexicanos ¡en una red social para dirimir sus reclamos! Así, el poco inteligente aspirante incita y provoca como estrategia para expresar su resentimiento, como lo hizo en febrero, cuando la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas estadunidense galardonó con cuatro estatuillas Oscar al cineasta mexicano. Entonces el belicoso Trump twitteó: “Los Oscar fueron una gran noche para México y por qué no, si están destruyendo a EU más que a cualquier otro país”. Añadió que México “es la nación que más estafa” a EU y que le indignaba el resultado de la premiación. Incapaz de contener sus emociones, el inversionista profirió más insultos a manera de excusa: “Quiero ofrecer una disculpa a González –imposible que el güero pronunciara Iñárritu-. Contrario a lo que muchos creen, no todos los mexicanos son ladrones, reconozco que es trabajador y aprovecho esta oportunidad para ofrecerle trabajo como jardinero en mi casa de Palm Beach”. Es más, agregó el potentado: “No existen resentimientos, estoy dispuesto a pagarle un salario justo por su trabajo y así podrá enviar giros a México y ayudar a su familia a salir adelante”. Con esa mezquindad se expresó el multimillonario de Iñárritu, quien al recibir el Oscar lo dedicó a los mexicanos y rogó para que los inmigrantes en aquel país sean tratados con la misma dignidad y respeto que los otros que construyeron esa nación de inmigrantes. Dignidad y respeto también esperaban los mexicanos ofendidos por Trump en un reclamo de su Gobierno. Si bien Donald John lo hizo en disfrute de su libertad de expresión, también es claro que sobre el Estado mexicano recae la responsabilidad de defender los intereses de la nación, en ese caso injuriada por el empresario. Pero no hubo un comunicado oficial que, acorde con la mejor tradición diplomática, deplorara que el pueblo – entre ellos los valientes migrantes - y Gobierno mexicanos fueran objeto del oscuro odio del aspirante a vivir en la Casa Blanca.  Todo lo contrario, se apostó a minimizar el agravio y descalificar al emisor. Hasta que la prensa los interrogó, los titulares de Gobernación (Segob) y Relaciones Exteriores esbozaron tibias y titubeantes respuestas. Parecían urgidos a olvidar el asunto, tal como ocurrió en 2013 cuando se reveló que la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense había espiado las comunicaciones del ahora presidente de la República.  Pero a los ciudadanos no les urge cerrar este capítulo y preguntan ¿Para qué mantener a la élite política que no repudia el insulto y sedes diplomáticas sin embajador, como la nuestra en Washington que hace más de cuatro meses no tiene un representante que defienda nuestros intereses? Y ¿Qué visión de futuro tiene la política exterior mexicana con el vecino del norte ahora que Washington designó a Roberta Jacobson como sucesora de Anthony Wayne? Esa aparente indolencia de los conductores de la diplomacia mexicana también se expresa en su permisividad ante la injerencista actitud del expresidente Felipe Calderón en los asuntos internos de la República Boliviariana de Venezuela. Calderón, que se da el lujo –tal como el multimillonario Trump-, de insultar al pueblo y autoridades del país hermano sin que la “élite” política llame a la mesura al exmandatario. Ávido de protagonismo, en enero se sumó a la fallida intención de los también expresidentes de Chile, Sebastián Piñera y de Colombia Andrés Pastrana, de visitar en prisión a uno de los dirigentes de la oposición violenta venezolana, Leopoldo López. En los últimos tiempos sus provocadores mensajes por Twitter insultaron al presidente constitucional del hermano país venezolano y al equipo de futbol.  Los cándidos receptores de esos mensajes, no deben olvidar que a lo largo del sexenio de Calderón (2006-2012) se registró un saldo preliminar de 70 mil muertos, hubo al menos 26 mil 121 personas desaparecidas, según estadísticas de la Segob ¡Un promedio de 12 personas al día! como informó el titular de Gobernación el 15 febrero de 2013.  Y sería precisamente el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro quien 24 horas después de los insultos y agravios de Donald Trump, quien pidiera que América Latina y la Comunidad de Estados de América Latina y del Caribe (Celac), alcen su voz por los migrantes mexicanos amenazados por Trump y sentenciara que “Quien se mete con México se mete con Venezuela”.  Es paradójico que la dignidad mexicana fuera reivindicada por el dirigente venezolano contra el vergonzante silencio de la élite política frente al visceral ataque de Trump. 37 2 Perfil del Bloguero Nydia Egremy Pinto Internacionalista con investigaciones en: Política Exterior, Seguridad Nacional, Inteligencia, Energía y Militarización. Articulista en diarios y revistas. Colaboradora en programas de radio y televisión. Más artículos de este bloguero Terroristas obligan a Obama a visitarlos EE.UU. agita la VII Cumbre de las Rumor: Arma de manipulación masiva El salto al vacío de Obama Chávez el estratega geopolítico Ustedes disculpen, dice Clinton a... Desabasto, condones e indignidad CELAC: inédita unidad regional ante un... La buena, espléndida noticia Rusia y América Latina: protagonistas... Tiempo de barbarie: Ayotzinapa, bloqueo... Dignidad o mínima sanción: la esencia de... Lecciones de dos 11-S desde la memoria Guías para entender al mundo Nicaragua y América Latina: 35 años... Comentarios Populares No hay notas con comentarios populares

Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
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