Cristina y Pepe
en una realidad
fronteriza
en una realidad
fronteriza
Eduardo Sanguinetti
filósofo rioplatense
filósofo rioplatense
Las impresiones dominantes en la superficie se asimilan a mi deseo de “un
país para todos”, adhiriendo a los sentidos e inteligentes discursos de la
presidenta de mi país, Cristina Fernández, cuando manifiesta que es preciso,
indispensable y necesario contestar al sistema que desean imponer los
dinosaurios del peronismo atávico, fascista y clientelista, sumado a una
oposición espectral, encabezada por los funcionarios de este mismo gobierno,
haciendo vergonzosas y desleales campañas políticas en uso y abuso de su cargo.
Las impresiones dominantes en la superficie se asimilan a mi deseo de “un
país para todos”, adhiriendo a los sentidos e inteligentes discursos de la
presidenta de mi país, Cristina Fernández, cuando manifiesta que es preciso,
indispensable y necesario contestar al sistema que desean imponer los
dinosaurios del peronismo atávico, fascista y clientelista, sumado a una
oposición espectral, encabezada por los funcionarios de este mismo gobierno,
haciendo vergonzosas y desleales campañas políticas en uso y abuso de su cargo.
Tal el caso del siempre previsible y conservador motonauta, Daniel Scioli,
gobernador de la Provincia de Buenos Aires, quien ha transitado los diversos paisajes
que el peronismo ofrece, ocupando cargos de diputado menemista en los noventa,
vicepresidente de la Nación en el 2003, ¡quién lo hubiera imaginado, Daniel!…
Pero todo es posible en la historia de la Argentina secreta, donde los cargos
políticos, por amiguismo, son el destino habitual de todo aquel sin rumbo en la
vida.
No puedo dejar de citar a los “gordos” sindicalistas, a Macri y su “montón
lerdo”, a los gerentes de multinacionales y los actorcitos y prostitutas de
bien, con pasado para el olvido, volcando sus pretendidas dudas existenciales
en entrevistas pautadas en los monopólicos medios que todo lo malogran,
presionando desde todos los frentes para ubicarse en la vereda del sol, cuando
la sombra sería su sitio.
Ya conocemos las dificultades que enfrenta, tanto dentro como fuera de su
gobierno, la presidenta Cristina Fernández y quienes adherimos a su manifiesto
de “una Argentina para todos”, día a día manifestado por ella, con sentido
vital y ánimo de dar un giro de 180 grados a una nación gobernada siempre por
trepadores, incapaces, fabuladores y oportunistas, políticastros de poca monta
y de otro tiempo.
Todos los que intentamos
comunicar excitaciones e inquietudes que devengan en un cambio de paradigma,
desde un ambiente ‘totalmente en movimiento’ a otro estático, como el que
intenta instalar una oposición ortodoxa, anacrónica y fascistoide, “totalmente
cerrada”, a años luz del “deber ser” de este presente por el que transitamos.
Hago extensivas mis palabras a la realidad que transita el gobierno de José
Mujica, a quien sigo proponiendo como candidato al Nobel de la Paz y de quien
he manifestado hace ya cuatro años, en este medio, que inauguró un modo de
hacer política, un “estilo Mujica”, resistido por una oposición mezquina y
pacata, además de especulativa y masónica, que hace que el tránsito hacia un
socialismo en plenitud no llegue a instalarse en la región. En esta misma línea
son prioritarias políticas de Estado que apunten a la activación de puertos de
aguas profundas, impuestos a los que más tienen, reforma agraria, ley
antimonopolio, creación de cooperativas de trabajadores en todas las áreas,
descentralización de las grandes urbes y el poblamiento del interior, entre
otras políticas indispensable para la economía de la región; pero vayan a
convencer a la obtusa oposición, representantes esclavos de las multinacionales
del neoliberalismo, siempre en su puesto de criticar, sentenciar y aniquilar
todo proceso de cambio real a favor de los pueblos
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