martes, 18 de febrero de 2025

ESPERANDO A FEIJÓO

ESPERANDO A FEIJÓO

POR ANA PARDO DE VERA

 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, llega a una reunión del Comité Ejecutivo

 de su partido.Europa Press/Diego Radamés

El presidente del PP es incapaz de criticar a Donald Trump y, al mismo tiempo, es capaz de reprochar a Vox su buena relación con el presidente de EEUU; un Vox que sostiene a varios gobiernos autonómicos del PP en minoría y que cogobierna en muchos municipios. Alberto Núñez Feijóo quiere, como Isabel Díaz Ayuso, hablar de tú a tú a Trump, aunque tampoco se pronuncia sobre los elogios entusiastas de la presidenta madrileña al inquilino de la Casa Blanca.

Desconocemos, pues, cuál es la posición del principal partido de la oposición sobre las amenazas de Trump a Europa si ésta no acepta sus condiciones para una relación novedosa con la administración estadounidense: una relación de sumisión plena, o conmigo o contra mí. La situación es muy delicada para la Unión Europea, con una Ucrania -frontera europea- invadida por Rusia y unos Estados Unidos -sin frontera europea- dispuestos a negociar con el invasor sin la presencia del invadido y a cambio de la explotación de las tierras raras ucranianas, muy codiciadas por sus materiales necesarios para fabricar tecnología. La política de Trump es la misma que aplicó en sus oscuros negocios: sacar tajada del mundo entero sin escrúpulos ni legalidad, caiga quien caiga y regalando el alma de otros a los varios diablos que pueblan el mundo, llámense Netanyahu o Putin.

EUROPA TEMEROSA Y CÓMPLICE

EUROPA TEMEROSA Y CÓMPLICE

PATRICIO MONTESINOS.

Mientras EE.UU. amenaza, reparte sanciones y subidas de aranceles por todo el mundo, además de pretender robar territorios, la obediente Europa se torna temerosa y cómplice al mismo tiempo frente a la conducta soberbia del actual régimen de Washington.

No hay dudas de que los gobiernos del llamado viejo continente han preferido mirar hacia otro lado, o únicamente contestar en voz baja y con la cabeza gacha, ante las patrañas del repitente inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.

Desde su ascenso al poder, en enero pasado, Trump no ha dejado de agredir al mundo con sus anuncios de subir los aranceles de productos de importación a la mayoría de los países, incluidos los de la Unión Europea (UE), deportar migrantes, comprar Groenlandia, despojar de sus tierras a los palestinos, apoderarse del Canal de Panamá, y hasta cambiarle el nombre al Golfo de México por el de América.

Por cierto, la UE no ha reaccionado con dignidad frente a las recientes agresiones de EE.UU. a Panamá y México, ni tampoco a las crecientes injerencias en los asuntos internos de Venezuela y Nicaragua, y a la intensificación del bloqueo a Cuba.

A MÍ NO ME VA A TOCAR

A MÍ NO ME VA A TOCAR

POR ISRAEL MERINO

 

Solicitantes de asilo esperan sus citas en CBP One antes de cruzar por el puerto fronterizo de El Chaparral en Tijuana, México. Carlos A. Moreno/ Europa Press

Divertía a todo el bar escuchar a Bombillas, un tipo cuyo nombre real ocultaré para que no me muela a palos la próxima vez que baje al pueblo, contar cómo su vecina, esta sí que no sé cómo se llama, se había caído por las escaleras y había sufrido un robo en casa e incluso había tenido que ingresar a su madre por culpa del Alzheimer: todo en una semana. Le hacía gracia describirla como una gafada, una de esas personas que sufren un montón de cosas dolorosísimas que a uno nunca le van a pasar porque, joder, esas cosas tan graves solo les pasan a otros. Yo era un poco así de pequeño, lo reconozco; recuerdo que una vez, no tendría más de diez años, a un vecino llamado Carlos – de este digo el nombre y con muchísimo orgullo – se le cayó un árbol mientras paseaba por el Retiro que lo mató al instante, dejando en nuestra tierra seca dos hijos y una mujer que solo podrían ver su rostro en el poliéster arrugado de las fotos viejas. Recuerdo que yo, supongo que no entendía la dimensión de la muerte como sí la entiendo ahora, pensé que aquella cosa tan extraña era una broma irreal, una mentira pasajera, y algún día volvería a ver a Carlos paseando con Nieves por esas calles viejas que desembocaban en los descampados de las afueras. Tal horrible cosa no nos podía pasar a nosotros, qué va; la muerte existe nada más que en las páginas traseras de los periódicos, esas que antes iban en blanco y negro y la gente solo leía por morbo, y no en el mismo rellano angosto donde has vivido diecisiete años. Nunca piensas ser tú el asesinado, el traumado, el estafado, el desahuciado, el divorciado, el deportado. Eso les pasa a otros. A mí no me va a tocar, claro que no.  

LA GRAN ESTAFA DEL PRESIDENTE ARGENTINO

LA GRAN ESTAFA DEL PRESIDENTE ARGENTINO

JUAN GRABOIS 

 

Javier Milei — Mariana Nedelcu / Zuma Press / ContactoPhoto

El capitalismo financiero ha convertido el mundo en un tablero donde los especuladores juegan con la vida de los pueblos 

Argentina se despierta cada día con un nuevo escándalo, pero este supera todos los récords. Lo que pasó con la criptomoneda "LIBRA" es un fraude descarado, a plena luz del día, con la firma del mismísimo presidente de la Nación. Javier Milei fue el partícipe necesario de una estafa multimillonaria que afectó a decenas de miles de argentinos.

Ayer, por redes sociales, el presidente promovió la compra de este token montado sobre la red Solana, asegurando que serviría para "financiar emprendimientos argentinos". Lo dijo él, el que se llena la boca hablando de la casta y del mercado, el que vendió su imagen de economista libertario para que miles de ciudadanos confiaran en su palabra. ¿Pero qué pasó en realidad? Lo de siempre: unos pocos vivos hacen la diferencia a costa de muchos damnificados.

Antes del anuncio de Milei, ya había unos cuantos que sabían lo que venía. Se habían posicionado en LIBRA cuando no valía nada: tres personas controlaban el 70% del token, y uno solo tenía la mitad. Apenas Milei lanzó su mensaje, la gente corrió a comprar creyendo que sería una oportunidad única. Y ahí se dio el golpe maestro: la demanda explotó, el precio subió y los que estaban adentro desde antes vendieron con ganancias millonarias. Cuando ya no quedaba más por exprimir, el precio se desplomó y miles perdieron lo invertido.

LA CUMBRE DE PARÍS Y EL SINIESTRO TOTAL DE LA DIPLOMACIA EUROPEA

LA CUMBRE DE PARÍS Y EL SINIESTRO TOTAL DE LA DIPLOMACIA EUROPEA

Varios líderes europeos se reunieron de urgencia en París buscando definir una postura europea antes de las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia. Sirvió de poco… o, más bien, de nada

DIARIO RED

 

Los mandatarios europeos en París — X 

Emmanuel Macron convocó a varios líderes europeos a una cumbre en París con carácter de urgencia. ¿El motivo? Definir una postura europea sólida antes de que los estadounidenses y los rusos se reúnan en Arabia Saudí. ¿El resultado? La nada más atronadora. Ni exigencias concretas, ni cohesión interna, ni mucho menos un plan de paz superador frente a la agenda extractivista del imperialismo trumpista en Ucrania.

A la reunión acudieron buena parte de las principales figuras del continente europeo: Keir Starmer, primer ministro británico, Olaf Scholz, canciller alemán, Giorgia Meloni, jefa del gobierno italiano, Donald Tusk, primer ministro de Polonia, Pedro Sánchez, Ursula von der Leyen… Las ausencias, claro, también brillaron: ni Zelensky ni Orbán, entre otros.

El seguidismo de los grandes gobiernos de la Unión desde 2022 complica cualquier ejercicio teatral de orgullo europeo y facilita el unilateralismo trumpista

Macron pretendía mostrar unidad frente a un Donald Trump convencido de que Europa es prescindible en la agenda para poner en pausa la guerra de Ucrania. Ciertamente, los Estados europeos necesitan reforzar su posición antes de que avancen las conversaciones entre Putin y Trump, entre otras cosas porque, por el momento, el jefe del hegemón no tiene ningún interés por hacer valer los intereses europeos. No es para menos; el seguidismo de los grandes gobiernos de la Unión desde 2022 complica cualquier ejercicio teatral de orgullo europeo y facilita el unilateralismo trumpista.

LA VIVIENDA ES UN DERECHO, NO UN NEGOCIO

LA VIVIENDA ES UN DERECHO, NO UN NEGOCIO

POR CORRIENTE ROJA

A lo largo del siglo XX en España las políticas públicas respecto a la vivienda, lejos de protegerla como un derecho fundamental y un bien de primera necesidad, han favorecido un lógica mercantilista y especulativa, con no pocas veces finales sociales dramáticos y personales trágicos.

País de propietarios, no de proletarios

La España de los años treinta, cuarenta o cincuenta no era aún un país de propietarios, sino una sociedad de inquilinos. Es a partir de los años 50 que hay un cambio de tendencia mediante una política que se fundamenta en la promoción de la vivienda en propiedad como motor del crecimiento económico y como medio de control social. Son años donde el proceso de industrialización del país supone la movilización de grandes cantidades de población, mano de obra, del campo a la ciudad. Es un rápido aumento demográfico y mucha cantidad de población con salarios muy bajos, que conlleva también el crecimiento del chabolismo y una potencial ingobernabilidad en polos económicos como Madrid, Barcelona o País Vasco. En estos años la política de vivienda está encaminada a evitar, en palabras del ministro de Vivienda que «el hombre, cuando no tiene hogar, se apodera de la calle y, empujado por su mal humor, se hace subversivo, agrio, violento»

GAZA, LA SEPULTURA DE UNA NACIÓN

GAZA, LA SEPULTURA DE UNA NACIÓN

POR ALEJANDRO MARCÓ DEL PONT

La convicción del mundo debería ser que Palestina vuelva a los mapas (El Tábano Economista)

La idea del reasentamiento palestino en varios puntos de territorios árabes se basaba en el concepto de que los palestinos son “árabes genéricos” que podían establecerse en cualquier otro país árabe. Sin embargo, esta visión ignora que los palestinos constituyen un pueblo con una identidad única, cuyas tradiciones, dialectos, vestimenta y raíces están profundamente vinculados a lugares específicos de Palestina. Estas características los distinguen de los habitantes de los países árabes circundantes, lo que hace que su desplazamiento no sea simplemente una cuestión de reubicación, sino una amenaza a su identidad cultural y territorial.

La idea de la “limpieza étnica de Gaza, que analizaremos a continuación, ha contado con la anuencia encubierta de la comunidad internacional, especialmente de los países árabes. Este proyecto, que busca la “evaporación” de Palestina, parece un ciclo infinito que se repite una y otra vez, acercándose cada vez más a su realización. Para contrarrestarlo, es fundamental abordar la narrativa histórica, comenzando por la Nakba (que en árabe significa “catástrofe”). Este término se refiere al desplazamiento masivo de alrededor de 750.000 palestinos de su tierra natal en 1948, un evento que marca el inicio de esta lucha.

Tras la retirada británica de Palestina, la recién formada Organización de las Naciones Unidas (ONU) asumió la responsabilidad de resolver la “cuestión de Palestina”. El 29 de noviembre de 1947, la ONU aprobó un plan de partición que dividía el territorio en un estado judío y un estado árabe. Aunque los judíos constituían aproximadamente un tercio de la población en ese momento, el plan les asignaba la mayor parte del territorio, incluidas las tierras agrícolas más fértiles y los principales puertos. Además, medio millón de árabes palestinos que vivían en el área designada para el estado judío se enfrentaron a una difícil decisión: permanecer como minoría en su propio país o abandonar sus hogares.

El 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia. Para entonces, entre 250.000 y 350.000 palestinos ya habían sido desplazados de sus tierras ancestrales. Al día siguiente, el 15 de mayo, se conmemoró por primera vez el Día de la Nakba, una fecha que simboliza la tragedia del pueblo palestino.

Mientras los palestinos huían a tierras vecinas, los ejércitos de cinco países árabes intervinieron en el conflicto con el objetivo de impedir la formación de un estado judío. Sin embargo, su intervención no solo no logró este propósito, sino que contribuyó a la expulsión de más palestinos de sus hogares. Muchos de ellos huyeron a pie, cargando lo poco que podían llevar consigo. Al final de la guerra árabe-israelí en 1949, se estima que 750.000 palestinos habían sido desplazados.

Desde entonces, los palestinos han insistido en su derecho a regresar a sus hogares y tierras, un derecho respaldado por la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en diciembre de 1948. Este documento establece que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. Sin embargo, este derecho ha sido sistemáticamente ignorado.

Los palestinos desplazados se convirtieron en refugiados sin nacionalidad, bajo la custodia del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (OOPS). En la Franja de Gaza, se establecieron ocho campamentos de refugiados para albergar a más de 200.000 palestinos que habían sido expulsados de más de 190 ciudades y pueblos. Estos campamentos se convirtieron en símbolos de la resistencia y la resiliencia del pueblo palestino.

En 1958, el primer ministro israelí, David Ben-Gurion, buscó formas de “motivar” a los refugiados a desplazarse hacia Jordania, con la esperanza de que, al alejarlos de Israel, fuera menos probable que regresaran. En 1961, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) comenzó a financiar un proyecto de irrigación en Jordania, empleando a refugiados palestinos como agricultores. El objetivo era que estos refugiados comenzaran a identificarse como jordanos y aceptaran reasentarse permanentemente en ese país.

La guerra de 1967 resultó en la ocupación israelí de Cisjordania, Jerusalén Oriental y la Franja de Gaza. Durante las décadas de 1970 y 1980, Israel propuso varios planes para reasentar a los refugiados palestinos fuera de los campamentos. En 1983 se propuso, por ejemplo, desmantelar los campamentos y reubicar a sus habitantes en viviendas mejoradas en pueblos y ciudades. Sin embargo, estas propuestas no lograron resolver el problema de fondo.

Las negociaciones de Oslo de los años 1990 rechazaron la idea de expulsar a los palestinos de Gaza. De hecho, mantener a los refugiados en Gaza era un elemento central de la premisa de una solución de dos estados. No obstante, las esperanzas de esta solución se han desvanecido, y los planes de reasentamiento han resurgido.

Tras el ataque del 7 de octubre de 2023, que terminó costando la vida de al menos 55.000 palestinos, Israel propuso restablecer los asentamientos judíos en Gaza, que habían sido desmantelados en 2005. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, pidió “fomentar la emigración” de los palestinos de Gaza, sugiriendo que se les diera la opción de irse a otros países. Esta propuesta ha sido interpretada como un intento de legitimar la limpieza étnica bajo el disfraz de una iniciativa humanitaria.

A pesar de estas presiones, los palestinos han demostrado una resistencia inquebrantable. Tras el alto el fuego del 19 de enero de 2025, cientos de miles de palestinos desplazados regresaron a sus hogares en el norte de Gaza, reconstruyendo sus vidas entre las ruinas.

La experta en relaciones internacionales Lisa Isaac sugiere que la la clave podría estar en Alepo y Damasco, donde el rápido colapso del régimen gobernante en Siria podría ofrecer pistas sobre el futuro de la región. Aunque Siria no ha sido mencionado como un destino potencial para los palestinos desplazados, su inclusión no puede descartarse. Su nuevo liderazgo, encabezado por Ahmed al-Sharaa/al-Julani y el grupo Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), podría buscar legitimidad internacional a través de la acogida de refugiados palestinos.

Siria no ha sido mencionada todavía entre los países propuestos para recibir a los palestinos desplazados, podemos inferir su posible inclusión. Esto es particularmente significativo dado que Egipto y Jordania han rechazado públicamente el desplazamiento de los palestinos mediante una postura árabe unificada. Sin embargo, la nueva Siria, con su nuevo liderazgo, nueva identidad y nuevo papel regional, separada de su pasado eje de resistencia, podría perseguir esto por varias razones:

Ahmed al-Sharaa/al-Julani y el grupo HTS necesitan urgentemente ser eliminados de las listas de terroristas para obtener reconocimiento internacional de los Estados Unidos e Israel que garantizará la estabilidad de su gobierno. Para su fortuna, los palestinos en Siria gozan en general de derechos equivalentes a los de los sirios, en particular en lo que respecta a la propiedad, el empleo, la educación y el acceso a la atención sanitaria. Siria necesita aproximadamente 400.000 millones de dólares para la reconstrucción; por lo tanto, las cuestiones relativas a Siria y Palestina podrían abordarse en conjunto.

¿Qué tiene de inusual la propuesta de Trump de reubicar a la población de la Franja de Gaza? Después de todo, la historia se repite, pero a menudo nos hacemos los sordos a sus susurros, fingiendo que las lecciones del pasado siguen envueltas en misterio, cuando en realidad son evidentes.

Durante 75 años, los palestinos han resistido los intentos de borrar su presencia de su patria histórica. La propuesta de reubicación de Trump y los planes de Israel representan un nuevo capítulo en este conflicto, uno que busca normalizar el desplazamiento y la limpieza étnica. Sin embargo, la resistencia de Gaza ha demostrado que los palestinos no están dispuestos a renunciar a su tierra ni a su identidad.

Es imperativo que la comunidad internacional, especialmente los países árabes, respondan con firmeza a estas propuestas. La historia nos ha enseñado que ignorar las lecciones del pasado solo conduce a repetir los mismos errores. Gaza yace en ruinas, devastada por la maquinaria de guerra de Netanyahu, sin condena alguna por parte de Estados Unidos. Y mientras tanto, Trump propone otro capítulo de desplazamiento y normalización.

Fuente: Rebelión