EL AUGE DE LA IDEOLOGÍA DE
EXTREMA DERECHA, LA TARANTELA DEL SIGLO XXI
Diego Radamés / Europa Press / ContactoPhoto
Es alarmante que el auge de las ideologías fascistas, los pilares donde se
asienta su crecimiento, estén tan próximos al contexto del delirio compartido.
En 1518, una mujer llamada Frau Troffea, comenzó a bailar espontáneamente en la calle. Este hecho desató una cadena de reacciones que involucró a cientos de personas en un corto período de tiempo. En un primer momento, los transeúntes asumieron que se trataba de un caso de embriaguez o alteración mental, pero rápidamente se dieron cuenta de que algo más grande y misterioso estaba ocurriendo. En una semana se habían sumado 34 personas más y en un mes eran cerca de 1000 bailarines. Este llamativo caso no fue el único, hay documentados numerosos, como por ejemplo en Italia, donde el fenómeno adoptó el nombre de Tarantela, ya que se culpó del suceso a la picadura de la tarántula.
La propagación de ideas de
extrema derecha puede deberse a factores que van más allá de la mera política y
la ideología, involucrando también aspectos sociales y psicológicos complejos
Las
principales teorías explicativas sobre la manía del baile, pueden dividirse en
tres categorías. La primera se enfoca en la intoxicación alimentaria,
posiblemente causada por el hongo tóxico "cornezuelo del centeno",
también implicado en otras anomalías históricas, como los juicios de las Brujas
de Salem, aunque otros teorizan sobre la contaminación de la comida o el agua
por metales o sustancias tóxicas. La segunda teoría destaca la influencia
social y la enfermedad psicógena masiva. Esta perspectiva sugiere que la manía
del baile, también conocida como Tarantela, puede ser una de las primeras
formas de histeria colectiva. Los brotes pueden deberse al contagio cultural,
“haya donde fueres...”, desencadenado por creencias populares arraigadas en
momentos de dificultad. Finalmente, la tercera teoría, destaca la posibilidad
de que la precaria situación económica y las dificultades sociales en
determinados momentos históricos, desempeñaron un papel fundamental en el
fenómeno.
Aunque
ninguna de estas teorías por sí sola explica completamente el fenómeno, parece
probable que la combinación de estas tres jugó un papel significativo en la
aparición y propagación de esta extraña manifestación de delirio compartido.
Para
comprender la relación entre la manía del baile y el auge de la extrema derecha,
es fundamental analizar las similitudes en sus fundamentos. El auge de las
ideologías fascistas encuentran su base en circunstancias similares a las que
se asocian con los brotes de manía de baile, la intoxicación, la influencia del
contagio social y las creencias arraigadas en momentos de dificultad. Esta
conexión sugiere que la propagación de ideas de extrema derecha puede deberse a
factores que van más allá de la mera política y la ideología, involucrando
también aspectos sociales y psicológicos complejos.
Es
alarmante que el auge de las ideologías fascistas, los pilares donde se asienta
su crecimiento, estén tan próximos al contexto del delirio compartido.
los franceses, que son
elegantes hasta poniendo nombres a la locura, a este tipo de delirio compartido
lo llaman la “folie imposée”, que es la locura en la que una persona dominante,
conocida como primario, inductor o principal, crea inicialmente una idea
delirante durante un episodio psicótico y lo impone a otra persona o personas
En primer
lugar coinciden las tres hipótesis explicativas del delirio compartido a lo
largo de la historia. Intoxicación, mediante la creación de marcos
fascistas sustentados en bulos, que se crean y propagan en medios y
pseudomedios de comunicación y redes sociales, por periodistas,
pseudoperiodistas o influenciadores (lo siento me he prometido no usar ningún
anglicismo). Contagio social, pues, aunque los bulos sean
fácilmente desmontables, a veces inverosímiles, una gran mayoría de gente
decide “libremente” aceptarlos, aun demostrándose falsos. Es aquí donde
intervienen los poderosos mecanismos de presión social que se resumen a; “todo
lo que diga mi gurú siempre es verdad” y “si no estás conmigo estás contra
mí”. Finalmente, las dificultades sociales, a pesar de que
este gobierno saque pecho con datos macroeconómicos, la reducción del paro y
demás retórica que no entraré a valorar. Lo cierto, es que la situación de las
familias y especialmente la de la juventud y colectivos vulnerables es muy
precaria. Sí, España es un magnífico país para visitar y especular, pero muy
áspero de habitar.
Al igual
que Frau Troffea, cuyo comportamiento influyó en los demás y generó una
reacción en cadena de baile colectivo, Alvise, el último sultán de la extrema
derecha, está propagando sus delirantes ideas y arrastrando a más personas
hacia su visión distorsionada del mundo. Los franceses, que son elegantes hasta
poniendo nombres a la locura, a este tipo de delirio compartido lo llaman la
“folie imposée”, que es la locura en la que una persona dominante, conocida
como primario, inductor o principal, crea inicialmente una idea delirante
durante un episodio psicótico y lo impone a otra persona o personas.
Pero que
nadie se asuste, a pesar de los paralelismos y las similitudes, nadie va a ser
ingresado en el ala de psiquiatría de ningún hospital y los fascistas, sus
bulos y su odio seguirán campando a sus anchas. El primer motivo, es que nada
es más errado que psiquiatrizar a las personas y a la sociedad, eso no
soluciona el problema, y el segundo y más importante, es que el actual manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales establece que “una
persona no puede diagnosticarse como delirante si su creencia en cuestión está
comúnmente aceptada por otros miembros de su cultura o subcultura”. Cuando
un gran número de personas acaban creyendo algo obviamente falso y
potencialmente angustioso basándose únicamente en rumores, estas creencias no
se consideran como clínicamente delirantes en psiquiatría, tan solo se
etiquetan como histeria colectiva.
Al
estudiar la manía del baile y el auge de la extrema derecha, se puede observar
que ambos fenómenos tienen en común el surgimiento de comportamientos y
creencias inusuales en respuesta a situaciones adversas, lo que resalta la
importancia de abordar los problemas sociales y económicos subyacentes con
valentía y sin ambages, para evitar que se propaguen ideas extremistas y
peligrosas. Lo que a la luz de los hechos, no tengo claro es que este supuesto
gobierno progresista esté haciendo algo.
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