NO PAGAR LA MENTIRA Y MANIPULACIÓN
Opinión de Rosa María Artal
Hay que constatar el peligro de la
manipulación mediática y lo flagrante de pagarlo encima con nuestros impuestos.
Sin duda nos han vendido así productos políticos altamente defectuosos. Todo
paso en su remedio será positivo. Periodistas y ciudadanos en general también
deberían aportar las soluciones obvias al problema
Cualquier paso en la imprescindible regeneración democrática de España, por pequeño que sea, cuesta un esfuerzo más que notable. Hay una resistencia feroz a cualquier avance en ese sentido. El Gobierno ha aprobado por fin, entre otras medidas, un plan para asegurar la transparencia de los medios y la lucha contra la desinformación. Establece un registro de medios en los que no tengan cabida los que no se dedican a esa función, la introducción de límites a la financiación que las administraciones públicas dedican a los medios de comunicación para evitar que con nuestro dinero se financien pseudomedios (como ocurre ahora), una valoración más rigurosa de los datos de audiencia por los que reciben ese dinero o mejorar el sistema para poder rectificar noticias falsas o abiertamente tendenciosas. Todo el plan de regeneración democrática está contenido en 31 resoluciones que se irán aplicando en tres años.
Los bulos se han convertido en un
problema mundial. Es el arma más efectiva de la ultraderecha para captar
adeptos con pocas luces y mucha mala sangre. J.D. Vance, candidato a la vicepresidencia de los Estados Unidos, ha
legitimado ante las cámaras de CNN a Trump en el bulo de los migrantes que se
comen las mascotas de los norteamericanos. Reconoce que sí es
mentira pero les conviene decirlo. En el debate televisivo -que fue donde
el candidato republicano soltó la falsa acusación- los periodistas moderadores
rebatieron en el acto sus palabras. Era un bulo y así lo dijeron. En España no
se hace, salvo excepciones. Y es preciso abordarlo. Los haitianos han tenido problemas por culpa de Trump: se han
disparado las amenazas contra ellos. Las autoridades se han visto
obligadas a cerrar escuelas y edificios de la localidad como el
Ayuntamiento por amenazas de bomba, y la universidad ha tomado “precauciones
extremas”.
Las mentiras de los medios en España
tampoco han sido inocuas. Ni mucho menos. Han encumbrado a numerosos políticos
indeseables, empotrándolos en el cargo pese a la verdad de sus hechos. El
dinero de nuestros impuestos lo ha pagado, el dedicado a ese fin que fue
creciendo sin control durante años.
Esperanza Aguirre, desde su llegada al
cargo por el Tamayazo, gastaba más en publicidad que en investigación, hasta
tres veces más. Sabemos ya de sobra que en toda la historia democrática española, es difícil encontrar un
gobierno más corrupto, una organización más podrida que su gobierno.
Cargos del PP de Madrid acumulan ya más de 100 años de cárcel por corrupción.
El vicepresidente Alfredo Prada acaba de ser condenado en el caso de la Ciudad
de la Justicia. El tribunal considera probado el amaño de hasta 24 contratos
por 40 millones de euros entre 2005 y 2011, evaporados ahora como tantos otros.
Y en la práctica solo quedó un edificio erigido a medias y más de 200 millones
de euros tirados a la basura. Aguirre, la diosa de la charca, libre como el
viento y mientras tanto paseando por los medios su labor desestabilizadora del
gobierno actual.
Ayuso quiere volver a enterrar dinero
público revitalizando este pufo en concreto. Es la heredera de Aguirre que
comparte con ella una asombrosa impunidad. ¿Para cuando investigar los
escandalosos sobrecostes del Hospital Zendal?
Como contaba Esther Palomera en este articulo pleno de datos, Ayuso
gastó al menos 41,5 millones de euros en las campañas publicitarias contratadas
entre 2022 y 2023. Le dieron, eso sí, un magnífico resultado.
Ni una portada para los
7.291 ancianos muertos sin asistencia médica durante la pandemia, en la
única comunidad que promovió tal cruel protocolo. Poco del novio defraudador,
monta pleitos además, que “declaró gastos falsos por casi 1,7 millones de
euros”. Nada de sus políticas para los ricos, de las rebajas de impuestos
para ellos a costa del deterioro de servicios públicos esenciales, rematando la
obra de su mentora Aguirre. Nada de la manipulación y censura a través de Telemadrid.
Nada de las amenazas a periodistas de elDiario.es y El País. Llegando al punto
de soltar en su enésimo masaje mediático en el programa de la
productora de Ana Rosa Quintana, con Ana Terradillos, este martes que ella no
irá contra periodistas, sin que nadie le recuerde la verdad.
Pero pueden pasarse también por la
Galicia del hoy presidente del PP y empecinado promotor de echar al Gobierno. 45 millones de euros es la cantidad que Alberto Núñez Feijóo
destinó siendo presidente de la Xunta a las empresas editoras de medios de
comunicación privados. Y así fue hasta el último día. Programó más
de 3,5 millones de euros en subvenciones a empresas de comunicación cuando
ya había anunciado su salida del gobierno gallego para
trasladarse a Madrid.
Todo esto es la punta del iceberg. Se ha
publicado ya mucho. Y no han aminorado siquiera en la tarea, al contrario. Se
han unido además publicaciones encuadradas directamente en la bulosfera,
autenticas bombas de relojería que actúan con todo tipo de bulos,
exageraciones, insultos, contra el gobierno sistemáticamente. O más bien contra
la sociedad porque la mentira causa verdaderos estragos en todo tipo de
circunstancias.
Habrá que ir viendo el desarrollo de
estas medidas, de cuanto intente esa regeneración democrática que se precisa.
De entrada hay que constatar el peligro de la manipulación mediática y lo
flagrante de pagarlo encima con nuestros impuestos. Sin duda nos han vendido
así productos políticos altamente defectuosos. Todo paso en su remedio será
positivo. Los periodistas y los ciudadanos en general también deberían aportar
las soluciones obvias al problema: rigor en la información los primeros y
criterio para seleccionar, todos.
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