viernes, 27 de septiembre de 2024

¿DURARÁ EL GOBIERNO SÁNCHEZ?

 

¿DURARÁ EL GOBIERNO SÁNCHEZ?

La gramática de Junts podría garantizar el gobierno. Su sistema de toma de decisiones –a rachas, caprichoso, inescrutable– mucho menos

GUILLEM MARTÍNEZ

El Congreso rechaza la ley para regular los alquileres

temporales. / Congreso de los Diputados

1- Recientemente el Gobierno ha perdido, por todo lo alto, una votación en el Congreso. Se trataba de una ley que iba a reducir las posibilidades de pelotazo en los alquileres. Perder esa ley es importante. Es importante prolongar la desregulación del alquiler, esa brutalidad social. Pero la pérdida de esa votación presagia también otros futuribles notorios, como la desaparición de Junts, tal vez de Junts y de PNV, de la mayoría parlamentaria gubernamental. Y, con ello, la pérdida de una segunda votación a la cosa límite de gasto, lo que sería un indicio de que se podría perder la votación para los Presupuestos, y lo que sería un indicio, muy sólido, de que el Gobierno Sánchez podría quedarse pajarito en el momento menos pensado, que es como se quedan pajaritos los pajaritos. Este artículo intentará dar una respuesta plausible a la posibilidad de un fin abrupto al Gobierno Sánchez. Y lo hará partiendo de la gramática política de Junts.

2- La gramática lo es todo en un partido. Un partido es una gramática, al punto que los partidos, cuando no tienen gramática, o cuando la exceden, suelen ponerse pochos, o incluso, plof, morir.

3- ¿Qué dice la gramática de Junts sobre dejar caer a Sánchez? Dilucidarlo es complicado, porque las gramáticas de los partidos nunca son cristalinas. Es más, son opacas, o quedaríamos cegados por la brutalidad de su lenguaje descarnado. Por eso, todo lo que ocurre en la política transcurre en una gramática críptica, no sustentada en el lenguaje y, muy diferente, por ello, de la utilizada en el periodismo, esa disciplina que no puede transcurrir en la gramática real de la política, o sería, además de cruel, incomprensible. Les paso un ejemplo. Les traduzco a su significado político y real primigenio la votación perdida, mencionada en el punto 1, por lo de los alquileres.  

4- El fragmento del punto 1: “el Gobierno perdió una votación en el Congreso de una ley que iba a reducir las posibilidades de pelotazo en los alquileres” es gramática periodística, que no política. Por lo que no explica lo que pasó políticamente. Lo que pasó sería, para Junts, lo siguiente: “el Gobierno no perdió ninguna votación. La perdió Sumar, pues la propuesta era suya. Sí, la ley iba sobre alquileres, pero eso nos la trae floja, tanto o más que al PSOE, que dejó transcurrir esa ley bajo el trademark Sumar, y no bajo el trademark PSOE, lo que habla del escaso interés de esa ley para Moncloa. Por nuestra parte, lo que queríamos señalar con nuestro voto negativo era otra cosa, en todo caso. Esto. Ahí va. Aparten a los niños. Que como Moncloa no se estire y nos ofrezca una serie de dones, no se van a aprobar los Presupuestos, y será el fin del Gobierno”. 

5- Como ven, la gramática de la política es salvaje. No es humana. Nunca lo es. No lo es porque casi siempre alude, exclusivamente, al poder. El poder es un producto extraño. Se parece a todo lo contrario, el amor, en que para existir ambos necesitan ser ejercidos.

6- Sí, la gramática de la política es brutal. Pero, como todas las gramáticas, funciona, es operativa y, por lo tanto, perfecta. De hecho, tras el voto negativo a esa ley, que tanto a Junts como al PSOE les importaba un pepino, se ha iniciado un diálogo intenso Junts-Moncloa. Hubo una reunión en Suiza y se han movido fichas. Que se sepa, fichas como estas: a) el Gobierno ha anunciado la desclasificación de los documentos del CNI sobre el atentado en las Ramblas del 17A de 2017. ¿Es importante? No, en absoluto. Pero ese atentado es, para la derecha cat, lo que el atentado de Atocha para la derecha esp. Su titadine, su oportunidad de acceder a las teorías de la conspiración, lo que es una forma de acceder a la gramática con la que Junts se comunica con su votante, una gramática hoy, zas, de nuevo presente a tutiplén en los medios públicos y concertados cat. También se ha anunciado b) una nueva oleada de energía y esfuerzos para conseguir la oficialidad del catalán en la UE –algo improbable, como les expliqué en esta sección hace meses, ya que tanto el piloto automático de la UE, como la mayoría de Estados de la UE rechazan esa posibilidad–, y la c) posibilidad de utilizar el catalán en el Parlamento Europeo, sin oficialidad alguna, durante un segmento en el tiempo-espacio. Es posible, me dicen, que se estén apalabrando otras cosas, aparatosas, si bien sin mucha importancia real, como el indulto para Laura Borràs, cuando salga su condena por un delito común.

7- Como ven, lo que Junts pide y lo que Moncloa ofrece es muy poco. Pero puede ser lo suficiente para satisfacer la gramática de Junts. Lo que nos lleva a considerar la gramática de Junts. ¿En qué consiste?

8- Junts carece de gramática propia. La que tiene es la que queda de gramáticas anteriores del catalanismo conservador que, aunque nadie lo sepa, está en una crisis dramática, tal vez vital. La primera gramática del catalanismo conservador –la llamaremos Lineal A–, consistía en satisfacer dos demandas: el autonomismo –más cultural que real; esto es, leve y más dado a crear la percepción de autogobierno que a detentarlo– y, muy importante, mucho, fundamental incluso, el proteccionismo. La siguiente gramática del catalanismo conservador –o Lineal B–, es la obra de Pujol. Virtuosa, en tanto consiste en la pervivencia del autonomismo –nuevamente más dado a la autopercepción, algo rarísimo cuando se dispone de poli, lo más en el pack autogobierno mundial–, y –ojo, esto es importante, trascendente– en el olvido definitivo del proteccionismo, una vez eso es irrealizable tras la debacle de la industria cat, en los setenta, y tras la entrada en la UE, en los ochenta. ¿Qué queda sin el eje programático, casi centenario, del proteccionismo, ese objeto fundamental? Su recuerdo, los negocietes y –ojo con esto– la autonomía como nuevo proteccionismo, es decir, como la fuente de riqueza, el punto en el que los nietos de los empresarios del proteccionismo mantienen su estatus laboral y social, así como cierto poder adquisitivo. Actualmente el catalanismo conservador se ubicaría en el Lineal C, la gramática que están construyendo ERC y Junts, cada uno a su bola y de manera un tanto traumática. La gramática de Junts parece más avanzada y operativa que la de ERC. Consiste en la primacía –ya definitiva, parece– de las autopercepciones, de las percepciones eléctricas que se puedan facilitar a sus votantes, sobre cualquier otro hecho real, sea político o económico, pues de eso ya no hay. Cuesta de ver el Lineal C con nitidez, porque aún está intoxicado de su anterior gramática, épica, procesista, formalmente indepe. En cuanto corrijan ese asunto, el Lineal C, cabe suponer, se parecerá al Lineal B/el pujolismo, a pesar de las grandes diferencias entre Junts y Convergència. La principal: Junts no es importante en Cat. Es una suerte de PP en Esp, incapaz de establecer alianzas, lo que le aleja de la pomada. Paradójicamente, Junts es más importante de lo que ha sido CDC fuera de Cat nunca jamás. En el Congreso. Junts, y esta es la paradoja, es un partido español, únicamente determinante en el ámbito español. Tiene guasa.

9- El Lineal C, la gramática postpujolista, puede contentarse con lo que ofrezca Moncloa. Siempre que, como sucedía en el pujolismo, lo ofrecido sea presentado en público como una gran conquista, como una exhibición de poder, de inteligencia, de superioridad. La estabilidad gubernamental estaría, por lo tanto garantizada, de manera solvente, diría. Si no fuera por dos factores. A saber: factor a) o el sistema de toma de decisiones en Junts, y el factor b) o la época.

10- La toma de decisiones en Junts es sumamente impredecible, extraña y, en ocasiones, aleatoria, al punto de carecer de inteligencia. La ausencia de inteligencia crea decisiones terribles no solo para terceros, sino también para uno mismo. La ausencia de inteligencia en la toma de decisiones –una constante espectacular en Junts, pero, en el neoliberalismo, algo muy extendido en todos los partidos– es lo que el historiador económico italiano Carlo Maria Cipolla denominaba estupidez. Veamos esa toma de decisiones en funcionamiento y tiempo real, a través de un hecho del que ya sabemos más que cuando sucedió: la aparición de Puigdemont en BCN durante la sesión de investidura de Illa, este veranete.

11- Se sabe que Puigdemont, desde hace un tiempo, estaba pensando en volver. El hecho de no presentarse a las elecciones europeas –un hecho incomprensible, que le alejaba del aforamiento, su única baza para no ser extraditado; baza de la que carece hoy, por cierto; glups– orienta sobre cierto hastío, cierto cansancio, cierto hartazgo, muy común en los generales carlistas cat –muy diferentes de los generales vascos, más constantes–, pasado un tiempo sin resultados. ¿Se iba a entregar? Ni idea. En todo caso, no era descartable, y era un riesgo asumido. Al parecer, su vuelta a BCN era un plan, menos ridículo, con más sentido o periplo que el exhibido finalmente, para, en efecto, entrar en el Parlament, a través del zoo de BCN, protagonizar un momento Luke soy tu padre en el hemiciclo –dramáticamente muy espectacular; lo que es lo más en una gramática que, únicamente, busca el espectáculo, la demostración pública–, para posteriormente, intentar pirarse, sin ser detenido. No pudo ser. O, el interfecto se lo pensó o no quiso. En el trance de intentarlo, no obstante, estuvieron a punto de pasar varias cosas que ni siquiera fueron meditadas o tenidas en cuenta por Puigdemont como posibilidades. A saber: a) un momento Capitolio en el Parlament, que hubiera sido absolutamente descalificador, b) la detención de Puigdemont y, con ella, tal vez c) la repetición de elecciones en Cat, y tal vez d) el fin del Gobierno Sánchez –Junts no quería eso; o, al menos, no quería una de esas dos cosas–.

12- Este pitote, esta ruina apenas esquivada, explica la toma de decisiones en Junts. Es vertical, unipersonal, poco contrastada, nada contestada, y con poca participación y asesoramiento. Es un sistema de toma de decisiones que no garantiza no ya buenos resultados, sino cierta previsión en los resultados. Y no parece que este sistema vaya a mejorar próximamente, tras el congreso del partido, este otoño. El sistema de toma de decisiones de Junts, endeble, incalculable, imprevisible, no garantiza, en fin, que Junts sea fiel a su gramática, por ejemplo, y que en un momento de voluptuosidad, y, a pesar de las consecuencias, no abandone a Sánchez a su suerte. 

13- En cuanto a la época, es preciso señalar que está aplazada, congelada, hasta las elecciones USA, en noviembre. No se sabe quién ganará. Es más, en 2017, cuando ganó Trump, los demócratas sacaron más votos. Con Trump, con los acentos que Trump aportó a la época, Junts, de manera natural, en tanto confía más en la creación de estados de ánimos que de políticas, se identificó y dejó llevarse, en su día, por la senda trumpista. Fue el primer partido esp en hacerlo. Mejor y más rápido, en un primer momento, que el PP de Ayuso, de MAR, o de quien sea que apriete los botones en el PP MAD. Por lo que con Trump nuevamente modulando la época, Junts volvería, muy probablemente, a una lógica derechista, que le alejaría de la actual mayoría gubernamental.

14- La gramática de Junts podría garantizar el Gobierno Sánchez. Su sistema de toma de decisiones –a rachas, caprichoso, inescrutable– mucho menos. Poco o nada garantiza el sometimiento de Junts, ese partido sin estructura, sin sectores, sin cuadros, a un cambio de época en noviembre.

 

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