`HATUEY´ (Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL)
POR MAITÉ CAMPILLO
Las tierras
quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el
humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para
explotar y más trabajadores para exterminar (1971) ‘Las venas abiertas de
América Latina’ d` Eduardo Galeano
Sobre el
campo de batalla…
De aquí se lo
llevaron todo: las lomas y los ríos, los palos del monte y la hierba, el mar y
los peces. En la parte alta del monte solo quedaron furuvias y donde está el
mar, el hueco más grande del mundo. Con lo primero que cargaron fue con las
lomas. Se las iban llevando en carretillas, en camiones. Después se llevaron
los ríos por unos canales que fabricaron con madera de palma. En poco tiempo
solo quedaron los lechos de piedra y arena. Luego cargaron con la hierba, que
se la llevaban en lotes, arrancándola de cuajo. Hay que darse cuenta de que los
animales y las personas se quedaron sin que comer ni beber. No quedó hoja, una
rama o la más mínima flor. Cuando acabaron aquí arriba entonces se llevaron al
mar. Pusieron unos canales y luego les iban bombeando el agua con motores. Con
el agua del mar se iban los peces. Por esta costa no quedó ni una mancha de
mamjuia. Se lo llevaron todo. Bueno, hasta los pájaros se los llevaron. Un día
nos levantamos: ¿y los pájaros? Ese que está como el polvo en los caminos ¿El
cao? Se lo llevaron. Y ese que amanece cantando, que se pasa la mañana como un
cascabel ¿El ruiseñor? Se lo llevaron. ¿Y que dejaron? No dejaron ni donde
arrancar, ni animalito. Y entonces empezó a crecer el odio en los recovecos de
estos derriscaderos. El hombre que tenía una falda de loma para sembrarla se
quedo sin loma. Al que tocaba un pedazo de río con agua para beber y bañarse,
se quedó en un desierto. Y como ni árboles quedaron, no llovía. Y la gente
empezó a pensar que si se llevaron el mar se podían llevar el aíre, y que si se
llevaron la tierra se podían llevar el cielo. Y comenzó a inquietarse y a estar
seria. Y luego a pregonarlo. Y el odio era grande, muy grande.
Hatuey
Indio taíno,
algunos llegaron procedentes del sur de América, en sus migraciones por el
Caribe. Llega a Cuba desde la isla La Española (hoy República Dominicana), a
Baracoa, primera villa y capital de Cuba -1511- con un puñado de compatriotas
para organizar desde ese punto la resistencia contra la invasión y colonización
española por Isabel la católica, comandados por Diego Velázquez. No dejaron
indio con cabeza ni territorio sin arrasar. Hatuey primero y Guamá después, fueron
dos héroes de la resistencia indígena que lucharon hasta la muerte contra el
imperialismo, por el derecho a sus tierras y libertad de sus tribus. Legado
asumido por ‘Che’. Si cruel fue el crimen contra Ernesto Guevara, por un grupo
de incultos vendepatrias al servicio de la CIA; más salvaje si cabe fue el
ejercido contra Hatuey, ya que tras ser capturado, fue entregado vivo a las
llamas de la hoguera inquisitorial. La historia del pueblo cubano a pesar, de
que la presencia del hombre es muy antigua en Cuba, comienza con el
descubrimiento y ocupación de la isla por los primeros colonizadores y, como la
de toda posesión colonial o todo país nuevo abierto a la dominación y
explotación del hombre por el hombre, la historia cubana, está dominada por las
condiciones económicas. Los primeros propósitos de la conquista “pacíficos”,
quedaron fallidos desde el primer momento. La montañosa región de Haití por su
proximidad a La Española y quizá por lo abrupto del terreno, había sido el
lugar preferido de refugio de muchos de los indios fugitivos de la isla vecina.
Encontrábase entre ellos un cacique de la región de Guahabá, por nombre Hatuey,
de gran influencia entre los suyos y de condiciones de mando y de capacidad
superiores a la de la mayoría de su tribu. Hatuey conocía la dura guerra hecha
por los españoles a los caciques de “La Española”. La servidumbre a la que
habían sido reducidos los indígenas y el rápido aniquilamiento de los mismos.
Una amarga experiencia le enseñaba que a la población india no le quedaba otro
camino que el de una desesperada resistencia.
Tan pronto pasó a
Cuba organiza la resistencia e induce a luchar, los hombres con que contaba, no
eran, dada la división del territorio en cacicazgos independientes, muchos más
numerosos en las proximidades de Baracoa que los del español Velázquez. Al
parecer los taíno-cubanos carecían de espíritu militar y de recursos para
sostenerse como gente no habituada a la guerra. Desprovistos de toda clase de
medios defensivos pues… “entraban en combate con sus barrigas desnudas” según
la gráfica expresión de Las Casas. A las ballestas y los arcabuces de los
españoles (las mejores armas ofensivas de principios del siglo XVI) solo podían
oponer un tipo de flecha formada por una varilla de madera con la punta agudizada
y tostada al fuego. Disparada a treinta o cuarenta metros poco o ningún daño
podía hacer a los hombres de Velázquez. Contra la espada, el puñal, la pica y
la lanza, en los combates cuerpo a cuerpo, el indio solo disponía de un chuzo
de madera de la “macana”, o garrote, y de la poco efectiva hacha de piedra
(pues el indio cubano no conocía el metal) arca casi inútil contra soldados
revestidos de cascos protegidos, petos y corazas, además de con dos auxiliares
de valor decisivo en la lucha: el caballo y el perro, más temibles para el
indio que el mismo guerrero (el perro bravo rastreador anulaba la ventaja del
conocimiento del terreno).
Conocedor de la
superioridad del enemigo, Hatuey, inicia la técnica de defensa de las
emboscadas y las sorpresas ya encaminada hacia la guerra de guerrillas
desarrollada por el maqui contra el fascismo internacional en defensa de la II
República (Sus indios hacían cara a los españoles con ‘gran grita’ dice Las
Casas): “Les lanzaban unas cuantas flechas y se dispersaban tan pronto como los
cristianos les hacían fuego con los arcabuces, les dispersaban con las
ballestas, cargaban sobre ellos a caballo y los acosaban con los perros
bravos”. La persecución de los indios acarreaban penosas fatigas a los serviles
de Velázquez. Combatidos sin descanso hasta en sus más ocultas guaridas muchos
de los indios de Hatuey, al cabo de dos o tres meses, habían sido apresados o
asesinados. La resistencia queda deshecha. El propio Hatuey, es perseguido
tenazmente, fue hecho prisionero. Velázquez se propuso hacerlo morir con
torturas, en la creencia de que con el valeroso líder desaparecería la última
posibilidad de resistencia. Juzgado como hereje y rebelde, se le condenó a ser
quemado vivo, pena bárbara de la cual se había hecho frecuente uso en La
Española. El líder indio encara el suplicio con dignidad. Un fraile franciscano
le induce a aceptar el bautismo asegurándole que éste, le abriría las puertas
de la eterna bienaventuranza. Hatuey lo rechaza ¡Ni en el cielo que decía el
fraile quería verse de nuevo con “gente” tan cruel y perversa! Destruida la
rebeldía de los combatientes de Hatuey, Velázquez creyó terminada la
resistencia de oriente. Pero años más tarde en 1530, una vez más en Baracoa,
esta vez Guamá, desde las montañas con gran número de indios a su mando la
rebelión vuelve a recrudecerse.
Un día, después que
la gente se desbarató el pellejo mucho tiempo, hubo que comenzar de nuevo a
traer las lomas y los árboles y los ríos y el mar. Hubo que traer la tierra y
las piedras de donde se encontró. Después hubo que traer nubes al Turquino y
algunas bandas de pájaros cantores: tocororos y ruiseñores y sinsontes
y bijiritas y
guacaicas y toties. Unas lomas se hicieron más grandes y otras más chiquitas,
para que los ríos pudieran subir y bajar. Entonces los ríos vinieron solos, con
las lluvias. Y los árboles, nos crecieron por su cuenta y otros se trajeron de
fuera. La hierba también creció sola y éstas lomas se fueron poniendo
verdecitas y florecidas. Por último, las corrientes de los océanos trajeron mar
de nuevo estas costas. Fue como si hubiésemos fabricado la sierra de nuevo,
empezando por la primera piedra. Pero no crean, esta historia llevó tiempo y
trabajo. Mucho tiempo y mucho trabajo y mucha lucha. Y sobre todo mucha lucha
[Maldición que se eterniza en Colombia, México, Haití… países pérsicos…
Cruzadas sádicas contra Oriente, acreditan a Occidente y el Pentágono como
culpables de holocaustos a gran escala. *Relatos escritos y recogidos durante
mi última estancia entre Baracoa, Sierra Maestra y Turquino].
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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