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domingo, 11 de octubre de 2020

`HATUEY´ (Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL)

 

`HATUEY´ (Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL)

POR MAITÉ CAMPILLO

Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para explotar y más trabajadores para exterminar (1971) ‘Las venas abiertas de América Latina’ d` Eduardo Galeano

 

Sobre el campo de batalla…

 

De aquí se lo llevaron todo: las lomas y los ríos, los palos del monte y la hierba, el mar y los peces. En la parte alta del monte solo quedaron furuvias y donde está el mar, el hueco más grande del mundo. Con lo primero que cargaron fue con las lomas. Se las iban llevando en carretillas, en camiones. Después se llevaron los ríos por unos canales que fabricaron con madera de palma. En poco tiempo solo quedaron los lechos de piedra y arena. Luego cargaron con la hierba, que se la llevaban en lotes, arrancándola de cuajo. Hay que darse cuenta de que los animales y las personas se quedaron sin que comer ni beber. No quedó hoja, una rama o la más mínima flor. Cuando acabaron aquí arriba entonces se llevaron al mar. Pusieron unos canales y luego les iban bombeando el agua con motores. Con el agua del mar se iban los peces. Por esta costa no quedó ni una mancha de mamjuia. Se lo llevaron todo. Bueno, hasta los pájaros se los llevaron. Un día nos levantamos: ¿y los pájaros? Ese que está como el polvo en los caminos ¿El cao? Se lo llevaron. Y ese que amanece cantando, que se pasa la mañana como un cascabel ¿El ruiseñor? Se lo llevaron. ¿Y que dejaron? No dejaron ni donde arrancar, ni animalito. Y entonces empezó a crecer el odio en los recovecos de estos derriscaderos. El hombre que tenía una falda de loma para sembrarla se quedo sin loma. Al que tocaba un pedazo de río con agua para beber y bañarse, se quedó en un desierto. Y como ni árboles quedaron, no llovía. Y la gente empezó a pensar que si se llevaron el mar se podían llevar el aíre, y que si se llevaron la tierra se podían llevar el cielo. Y comenzó a inquietarse y a estar seria. Y luego a pregonarlo. Y el odio era grande, muy grande.

 

Hatuey

 

Indio taíno, algunos llegaron procedentes del sur de América, en sus migraciones por el Caribe. Llega a Cuba desde la isla La Española (hoy República Dominicana), a Baracoa, primera villa y capital de Cuba -1511- con un puñado de compatriotas para organizar desde ese punto la resistencia contra la invasión y colonización española por Isabel la católica, comandados por Diego Velázquez. No dejaron indio con cabeza ni territorio sin arrasar. Hatuey primero y Guamá después, fueron dos héroes de la resistencia indígena que lucharon hasta la muerte contra el imperialismo, por el derecho a sus tierras y libertad de sus tribus. Legado asumido por ‘Che’. Si cruel fue el crimen contra Ernesto Guevara, por un grupo de incultos vendepatrias al servicio de la CIA; más salvaje si cabe fue el ejercido contra Hatuey, ya que tras ser capturado, fue entregado vivo a las llamas de la hoguera inquisitorial. La historia del pueblo cubano a pesar, de que la presencia del hombre es muy antigua en Cuba, comienza con el descubrimiento y ocupación de la isla por los primeros colonizadores y, como la de toda posesión colonial o todo país nuevo abierto a la dominación y explotación del hombre por el hombre, la historia cubana, está dominada por las condiciones económicas. Los primeros propósitos de la conquista “pacíficos”, quedaron fallidos desde el primer momento. La montañosa región de Haití por su proximidad a La Española y quizá por lo abrupto del terreno, había sido el lugar preferido de refugio de muchos de los indios fugitivos de la isla vecina. Encontrábase entre ellos un cacique de la región de Guahabá, por nombre Hatuey, de gran influencia entre los suyos y de condiciones de mando y de capacidad superiores a la de la mayoría de su tribu. Hatuey conocía la dura guerra hecha por los españoles a los caciques de “La Española”. La servidumbre a la que habían sido reducidos los indígenas y el rápido aniquilamiento de los mismos. Una amarga experiencia le enseñaba que a la población india no le quedaba otro camino que el de una desesperada resistencia.

 

Tan pronto pasó a Cuba organiza la resistencia e induce a luchar, los hombres con que contaba, no eran, dada la división del territorio en cacicazgos independientes, muchos más numerosos en las proximidades de Baracoa que los del español Velázquez. Al parecer los taíno-cubanos carecían de espíritu militar y de recursos para sostenerse como gente no habituada a la guerra. Desprovistos de toda clase de medios defensivos pues… “entraban en combate con sus barrigas desnudas” según la gráfica expresión de Las Casas. A las ballestas y los arcabuces de los españoles (las mejores armas ofensivas de principios del siglo XVI) solo podían oponer un tipo de flecha formada por una varilla de madera con la punta agudizada y tostada al fuego. Disparada a treinta o cuarenta metros poco o ningún daño podía hacer a los hombres de Velázquez. Contra la espada, el puñal, la pica y la lanza, en los combates cuerpo a cuerpo, el indio solo disponía de un chuzo de madera de la “macana”, o garrote, y de la poco efectiva hacha de piedra (pues el indio cubano no conocía el metal) arca casi inútil contra soldados revestidos de cascos protegidos, petos y corazas, además de con dos auxiliares de valor decisivo en la lucha: el caballo y el perro, más temibles para el indio que el mismo guerrero (el perro bravo rastreador anulaba la ventaja del conocimiento del terreno).

 

Conocedor de la superioridad del enemigo, Hatuey, inicia la técnica de defensa de las emboscadas y las sorpresas ya encaminada hacia la guerra de guerrillas desarrollada por el maqui contra el fascismo internacional en defensa de la II República (Sus indios hacían cara a los españoles con ‘gran grita’ dice Las Casas): “Les lanzaban unas cuantas flechas y se dispersaban tan pronto como los cristianos les hacían fuego con los arcabuces, les dispersaban con las ballestas, cargaban sobre ellos a caballo y los acosaban con los perros bravos”. La persecución de los indios acarreaban penosas fatigas a los serviles de Velázquez. Combatidos sin descanso hasta en sus más ocultas guaridas muchos de los indios de Hatuey, al cabo de dos o tres meses, habían sido apresados o asesinados. La resistencia queda deshecha. El propio Hatuey, es perseguido tenazmente, fue hecho prisionero. Velázquez se propuso hacerlo morir con torturas, en la creencia de que con el valeroso líder desaparecería la última posibilidad de resistencia. Juzgado como hereje y rebelde, se le condenó a ser quemado vivo, pena bárbara de la cual se había hecho frecuente uso en La Española. El líder indio encara el suplicio con dignidad. Un fraile franciscano le induce a aceptar el bautismo asegurándole que éste, le abriría las puertas de la eterna bienaventuranza. Hatuey lo rechaza ¡Ni en el cielo que decía el fraile quería verse de nuevo con “gente” tan cruel y perversa! Destruida la rebeldía de los combatientes de Hatuey, Velázquez creyó terminada la resistencia de oriente. Pero años más tarde en 1530, una vez más en Baracoa, esta vez Guamá, desde las montañas con gran número de indios a su mando la rebelión vuelve a recrudecerse.

 

Un día, después que la gente se desbarató el pellejo mucho tiempo, hubo que comenzar de nuevo a traer las lomas y los árboles y los ríos y el mar. Hubo que traer la tierra y las piedras de donde se encontró. Después hubo que traer nubes al Turquino y algunas bandas de pájaros cantores: tocororos y ruiseñores y sinsontes

 

y bijiritas y guacaicas y toties. Unas lomas se hicieron más grandes y otras más chiquitas, para que los ríos pudieran subir y bajar. Entonces los ríos vinieron solos, con las lluvias. Y los árboles, nos crecieron por su cuenta y otros se trajeron de fuera. La hierba también creció sola y éstas lomas se fueron poniendo verdecitas y florecidas. Por último, las corrientes de los océanos trajeron mar de nuevo estas costas. Fue como si hubiésemos fabricado la sierra de nuevo, empezando por la primera piedra. Pero no crean, esta historia llevó tiempo y trabajo. Mucho tiempo y mucho trabajo y mucha lucha. Y sobre todo mucha lucha [Maldición que se eterniza en Colombia, México, Haití… países pérsicos… Cruzadas sádicas contra Oriente, acreditan a Occidente y el Pentágono como culpables de holocaustos a gran escala. *Relatos escritos y recogidos durante mi última estancia entre Baracoa, Sierra Maestra y Turquino].

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)


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