DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
JUAN HENRÍQUEZ
Desde varias fuentes he captado el llamamiento de la Comisión
8M, encargada de organizar todos los actos para conmemorar el Día Internacional
de la Mujer, que justamente se celebra hoy jueves 8 de marzo del 2018. Es
decir, coincidiendo con esta mi pequeña colaboración y apoyo a las justas
reivindicaciones de las mujeres, cientos de miles estarán hoy haciendo huelga,
acudiendo a manifestaciones o con los delantales colgados de balcones y
ventanas.
Para mí lo más fácil sería recurrir a las páginas de internet
para conocer la historia de la mujer en el pasado y presente, pero no, prefiero
desmarcarme del plagio y la retórica, sumergiéndome en mi propia experiencia y
convivencia en los diferentes momentos en que he compartido vida familiar y
laboral durante los setenta años que llevo a las espaldas.
Mi particular experiencia y conocimiento de la mujer, sus
condiciones sociales, laborales y culturales, están inmersas en la dictadura
franquista que impuso un arquetipo femenino en el que la mujer quedaba apartada
del ámbito público, obligadas a ejercer sólo y exclusivamente en el ámbito del
hogar y la familia. Como máximo, y para resaltar la autoridad omnipotente del
dictador, participando en la Sección Femenina de la Falange Española. Desde
aquel primer día en que mi madre me parió, y desde que mis ojos empezaron a
percibir visualmente los movimientos del entorno, guardo en la retina, la
figura de una mujer en constante ajetreo, desde el amanecer, hasta bien entrada
la medianoche. Pero la misma visión de aquella esclava, mi madre, que se
ocupaba de mis cuidados y crecimiento, compartidos con las otras labores de
atención a los deberes de esposa sumisa y recatada, permanecieron inalterables
mientras traía al mundo ocho hijos más. Pero la experiencia que tengo de una madre
encadenada y resignada a vivir bajo el yugo de un patriarcado nacionalcatólico
impuesto por el dictador, me la llevaré en el recuerdo hasta el día que el
destino me lleve al infinito.
En la medida que fui creciendo, también lo hacía la mujer, en el
sentido de que las chicas de mi edad empezaron a participar de las nuevas
corrientes que llegaban de la Europa libre y democrática, sobre todo los
vientos que soplaban de la nueva juventud inglesa, francesa, italiana y de Alemania
Federal. La música llegó a convulsionar a la juventud española; junto a la
llegada de Los Beatles y sus canciones, apareció el mundo de la minifalda, las
discotecas vinieron a sustituir a los guateques caseros y el mundo ye-yé lo
protagonizaron las mujeres. En esta década de los sesenta, a partir de los
trece años que yo contaba, reivindicamos una mayor libertad y una forma de vida
no tan sujeta al rígido corsé de la moral católica del franquismo. Y llegaron
las escuelas públicas, institutos y universidad, donde las chicas se
incorporaron a compartir los pupitres con los chicos, y empezaron a escalar
puestos hasta lograr las mejores calificaciones en todas las carreras.
Recuerdo aquellas primeras mujeres conduciendo coches por las
calles de Santa Cruz, más tarde guaguas, y hasta un camión, alguna que otra. Y
las vi incorporarse al mundo del trabajo, sobre todo en la administración
pública, en los hospitales y en la educación. Compartí con muchas mujeres
militancia política en el PSOE, también en el sindicato de la UGT, aunque muchas
menos. La primera mujer que en Canarias ocupó un puesto relevante se llama
Alicia Rodríguez, en calidad de Secretaria General de la UGT-Canarias, también
hubo una mujer al frente de CC.OO., pero en el ámbito insular, en Tenerife. Soy
hombre, pero no puedo negar que el machismo sigue teniendo una determinante
influencia en todos los aspectos y sectores de la sociedad. El machismo
imperante, sobre todo en el mundo del trabajo, sigue permitiendo desajustes
entre hombres y mujeres, por ejemplo, el salarial. La maternidad sigue siendo
un escollo en los avances de la mujer, el propio embarazo sigue siendo un
elemento regresivo, no sólo a la hora de conseguir un puesto de trabajo, sino
incluso, de perderlo con un despido.
Hoy las mujeres españolas se han puesto en pie de guerra,
pacífica, pero mostrando la crudeza de una realidad que quieren superar: igual
con el hombre. Y yo, que creo inadmisible, impresentable, que, en el Siglo XXI,
en el mundo de las tecnologías y avances científicos, sigan habiendo brechas de
desigualdades entre el hombre y la mujer, acepto y apoyo sin ninguna reserva,
que hoy, Día Internacional de la Mujer, practiquen la huelga y se manifiesten
por todos los pueblos y ciudades de España. Y, por supuesto, a las esquirolas
del PP y C´s, recriminarles que se pongan del lado de la trinchera machista.
Sólo un deseo: ¡ÉXITO ROTUNDO!
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