LA FED, GUERRAS COMERCIALES Y RECESIÓN
POR MICHAEL ROBERTS
Los
mercados bursátiles mundiales han sufrido otra caída tras la noticias de que la
Reserva Federal de Estados Unidos, con su nuevo presidente Jerome Powell, ha
subido su tasa de interés de política y que el presidente Trump amenaza con
desencadenar una guerra comercial internacional aumentando aún más las tarifas
ya anunciadas para el acero y el […]
Los
mercados bursátiles mundiales han sufrido otra caída tras la noticias de que la
Reserva Federal de Estados Unidos, con su nuevo presidente Jerome Powell, ha
subido su tasa de interés de política y que el presidente Trump amenaza con
desencadenar una guerra comercial internacional aumentando aún más las tarifas
ya anunciadas para el acero y el aluminio importados, y una nueva serie de
aranceles para los productos chinos importados. Como es probable que China tome
represalias, aumentan los riesgos de una nueva recesión provocada por el
aumento de los costos del servicio de la deuda y la caída de las exportaciones
a nivel mundial.
La
administración Trump anunció el jueves pasado sus planes para imponer aranceles
a los 60 mil millones de dólares anuales en importaciones procedentes de China,
aumentando los temores de una guerra comercial entre las dos economías más
grandes del mundo, lo que hundió las bolsas estadounidenses.
La
tasa de interés ‘política’ de la Fed establece la base de todos los costos de
los préstamos en los EEUU e incluso a nivel internacional en muchos países. Es
ahora del 1,75%, un nivel no visto desde 2005. Y el comité de política de la
Reserva Federal (FOMC) ha señalado que tiene la intención de aumentar su tasa
al menos dos veces más este año y aún más en 2019 y 2020, hasta el 3,5 %, es
decir, el doble. Powell ha comentado que “la economía está en su mejor momento
desde hace diez años” (es decir, desde el inicio de la Gran Recesión en 2008).
La
Larga Depresión -que se caracteriza por la debilidad del crecimiento económico
(la más lenta recuperación de una crisis tras la post-guerra), las bajas tasas
de inversión y rentabilidad en el sector capitalista-, parecía haber terminado.
Y esto justificaba nuevas subidas de tipos de interés para “normalizar” la
economía. Además, los recientes recortes de impuestos a las empresas y otras
medidas del presidente de Trump darían lugar a un fuerte impulso a la demanda
de los consumidores y a la inversión “por lo menos, digamos, en los próximos
tres años”. La economía de Estados
Unidos está preparada para crecer a un 3% anual como mínimo, sugiere Powell.
En
notas anteriores he defendido que si el costo de los préstamos aumenta mientras
que las ganancias y la rentabilidad en el sector empresarial caen, la Fed
podría provocar una nueva recesión, como ocurrió en 1937 durante la Gran
Depresión de la década de 1930, cuando la autoridad monetaria de EEUU creyó que
la depresión había terminado. Pero la rentabilidad no se había recuperado y los
crecientes costos de los créditos absorbieron las ganancias que podían
alimentar la inversión, empujando de nuevo a la economía a la crisis. El riesgo es que esto pueda volver a suceder.
La
Fed no se fija en la rentabilidad como un indicador de la salud del capital en
Estados Unidos; su mandato se centra en el empleo y la inflación. El empleo
sigue aumentando, con la tasa oficial de desempleo en los niveles anteriores a
la crisis; y la inflación sigue siendo relativamente moderada. Así que todo
parece ir bien. Y si la Fed se fijara en la rentabilidad, también podría
argumentar que las cosas van bien. Pero eso no es del todo correcto. Como he
señalado en notas anteriores, la tendencia general de los beneficios
empresariales de Estados Unidos ha sido decreciente en los dos últimos años. Y
este es particularmente el caso de los beneficios no financieros, el sector
clave para impulsar la inversión productiva.
De
hecho, aunque no ha terminado el primer trimestre de 2018, diversos indicadores
económicos pronostican que el crecimiento económico de Estados Unidos, lejos de
acelerarse hacia el 3% anual, se ha reducido a menos del 2% , desde el 2,5% a
finales de 2017.
Podría
tratarse de una caída aislada del primer trimestre, como ha ocurrido en años
anteriores. Después de todo, la Fed ha elevado su previsión para el conjunto de
2018 hasta el 2,7% y el 2,4% para 2019 – no el 3%, pero es un poco mejor que en
los años anteriores desde 2008.
En
realidad, a pesar de la jactancia de Trump y las expectativas de Powell, la
economía de Estados Unidos se ha quedado atascada en el 2% en su expansión
económica. Y los economistas de la Fed son conocidos por sus errores en la previsión
del crecimiento económico, la inflación y el empleo. La verdadera recuperación
desde el punto más bajo en el ciclo de crecimiento a corto plazo de Kitchin
2015-6 ha tenido lugar fuera de los EEUU; en Europa y en cierta medida Japón y
Asia. El crecimiento del PIB real en Europa es actualmente mayor que en los
EEUU.
Lo
más significativo ha sido la recuperación de los beneficios. Los economistas de
JP Morgan recientemente analizaron los beneficios empresariales globales, cuya
leve recuperación he señalado en notas anteriores. Al medir los beneficios como
ganancias de las empresas más cotizadas en diversas bolsas de valores (que no
es una forma perfecta de hacerlo, como admite JPM), los economistas de JPM
registraron un salto significativo de los beneficios en la mayor parte del
mundo capitalista después de una “contracción recesiva a mediados de 2016”.
¿Cómo
se ha producido este aumento de beneficios? Principalmente en el sector de la
energía, ya que los precios del petróleo se han recuperado de su profunda caída
en 2015-6; y en el sector financiero, gracias al crecimiento de los mercados de
acciones y bonos. Por el contrario, la asistencia sanitaria, la informática y
las telecomunicaciones han visto una desaceleración de sus ganancias. Y esto ha
sucedido en las economías avanzadas, mientras que las economías emergentes solo
han experimentado avances modestos. Dentro de las economías capitalistas
avanzadas, los beneficios crecieron en Europa y Japón – áreas en las que el
sector empresarial había estado de capa caída o en crisis hasta hace poco.
Nada
de esto puede durar. Los indicadores de ‘alta frecuencia’ de la actividad
económica, llamados índices de compra de los gerentes (PMI), han estado en
niveles muy altos. Cualquier cosa por encima de 50 implica que una economía
está en expansión y algo más del 60 significa un fuerte crecimiento de hasta el
4% anual. EL PMI ‘agregado’ de los EEUU se sitúa en 54 – no está mal, pero
difícilmente excitante. El de la zona euro es superior a 55, pero a la baja. El
de Japón es de alrededor de 52 y el de China 53.
De
hecho, las cifras de ventas al por menor (el gasto de los consumidores), el
empleo y el crecimiento del PIB sugieren una ‘saturación’ de la reciente
aceleración desde 2016. Y ahora las principales economías capitalistas se
enfrentan al doble golpe del aumento de los costos del endeudamiento y la
perspectiva de una guerra comercial internacional – justo cuando el comercio se
estaba recuperando de los baches de la Larga Depresión.
Una
medida clave del costo del crédito en los Estados Unidos, el diferencial entre
la tasa Libor a tres meses en Estados Unidos y la tasa Overnight Index Swap, ha
alcanzado su nivel más alto desde 2009. Ya sabemos que la deuda corporativa en
los EEUU, Japón y Europa, se encuentra en niveles récord en relación al PIB.
El
esperado final de la Larga Depresión puede que sea un espejismo.
Michael
Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30
años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next
Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2018/03/23/the-fed-trade-wars-and-recession/
Traducción:
G. Buster
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