LA IMAGEN QUE EL GOBIERNO
NOS BRINDA
CRISTINA FALLARÁS
Efectivamente,
la imagen resulta estremecedora. Un pelotón de hombres uniformados que se
confiesan amantes de la muerte paseando la imagen de un cristo crucificado ante
la devoción fervorosa de una ministra y tres ministros, además de otros
representantes de lo que en los tiempos sin eufemismos se llamaban “fuerzas
vivas”. Estremecedora porque queda claro que la devoción es por la muerte y no
por el madero. Estremecedora porque ahí está cantándole fervor a la muerte el
ministro de Educación y Cultura. Estremecedora porque ahí está cantándole
fervor a la muerte el ministro de Justicia.
Estremecedora,
sin necesidad de explicaciones. Dicho está. ¿Y? ¿Y qué pasa? Pues qué va a
pasar: Nada, como siempre. Solo el escandalito y el aspaviento de quienes se
dan su paseíto por la actualidad. Una “actualidad”, dicho sea de paso, que por
algo se hace pública. Una “actualidad” orquestada para que suceda y usted lo
vea. Una forma ni siquiera sofisticada de propaganda y humillación.
El
aspaviento ante la iniquidad es justo lo contrario de la lucha contra la
iniquidad. Además participa del escándalo, y el escándalo es una cursilada. En
cuanto a la lucha contra la iniquidad, la vileza y la tiranía, es labor
minuciosa y constante o no es. El aspaviento es lo contrario a una labor
minuciosa y constante. De eso se trata. Difundir la imagen de cuatro ministros
de una democracia “aconfesional” cuadrándose ante la canción de la muerte en
una procesión católica, entonando, representando(nos), reverenciando,
ufanándose, dando ese paso, no es inocente. Es exactamente eso: un paso.
Nuestro problema, y no es un problema menor, es que el aspaviento pasa pero el
paso queda.
Nuestro
Gobierno ha tenido a bien brindarnos esa imagen estremecedora. Contra lo que
esa imagen representa no se lucha con el aspaviento sino con una labor
minuciosa y constante: rechazando la presencia de la Iglesia en la Educación,
utilizando y promoviendo la educación pública, participando en frentes comunes
contra la violencia, contra la superstición y contra la penetración de la
Iglesia en los ámbitos públicos, apoyando a las asociaciones por la Memoria y
aquellas que hacen público el pensamiento crítico.
Etcétera.
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