LAS OCULTADAS CAUSAS POLÍTICAS DEL CRECIMIENTO
DE LAS DESIGUALDADES
VICENÇ NAVARRO
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Director del JHU-UPF Public Policy Center
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Director del JHU-UPF Public Policy Center
Una de las
características del tiempo que vivimos es el crecimiento de las desigualdades
económicas, sociales, políticas y culturales, tanto entre como dentro de la
mayoría de países capitalistas desarrollados. En este artículo me centraré
en las causas del crecimiento de las desigualdades económicas, analizando las
desigualdades salariales, las desigualdades en los ingresos familiares y las
desigualdades en la propiedad del capital (productos que generan renta),
analizando tales desigualdades en Estados Unidos, por dos razones: una, por ser
representativo del capitalismo más avanzado y desarrollado del mundo
capitalista occidental (punto de referencia para el pensamiento liberal); y
otra, porque lo que estamos viendo desde los años ochenta, a partir de la revolución
neoliberal iniciada por el presidente Reagan, es la “americanización de
Europa”, expresión que refleja el dominio del pensamiento liberal a los dos
lados del Atlántico Norte. En realidad, tal crecimiento de las desigualdades
económicas se debe primordialmente a la aplicación (e imposición) de las
políticas neoliberales en la gran mayoría de tales países, siguiendo el modelo
neoliberal estadounidense.
Las
desigualdades salariales
Si analizamos
la evolución de los salarios, ya sea considerando el salario por hora, ya sea
el salario anual, podemos ver que los salarios del decil superior han
crecido de una manera muy marcada, casi exponencial a partir de la década de
los años ochenta (cuando se inició la revolución o, mejor dicho,
contrarrevolución neoliberal), mientras que los salarios de los cuatro
deciles inferiores han ido creciendo muy lentamente desde entonces (e
incluso han descendido durante la Gran Recesión 2007-2015, lo cual nunca
ocurrió en el decil superior, cuyos salarios continuaron aumentando durante la
Gran Recesión). Y lo que sí que disminuyó en la gran mayoría de la población
asalariada fueron los beneficios sociales, relacionados con los sueldos. Así,
por ejemplo, el porcentaje de la población laboral que tenía alguna cobertura
de beneficios sanitarios, financiados conjuntamente por los empresarios y por
los trabajadores y empleados (la mayoría de la financiación del aseguramiento
sanitario privado en EEUU proviene del lugar de trabajo a través de
aportaciones de empleadores y empleados) descendió durante el mismo periodo de
tiempo considerablemente, descenso mucho más marcado entre los deciles
salariales inferiores, pasando de un 42% en 1980 a un 25% en 2010, que en el
decil superior (de un 92% a un 78%). Una situación semejante ocurrió con las
pensiones privadas financiadas a través de puestos de trabajo (la mayoría de
los datos presentados en este artículo proceden del documento Three Key
Economic Distributions, del profesor John Schmitt, del Washington Center
for Equitable Growth).
Ingresos
familiares
En los ingresos
familiares vemos también, durante el mismo periodo 1980-2015, un crecimiento
muy acentuado de los ingresos de las familias del decil superior de ingresos
familiares. En cambio, en los deciles inferiores hemos visto un crecimiento muy
lento de los ingresos familiares desde 1980, crecimiento interrumpido, sin
embargo, durante la Gran Recesión. La causa de que los ingresos familiares
no hayan descendido (como descendieron los salarios) en los deciles inferiores
se debe al incremento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo,
más acentuado en los deciles inferiores que en los deciles superiores, en los
que el crecimiento de los ingresos familiares se debe al crecimiento tan
marcado de los ingresos salariales de las mujeres pertenecientes a las clases
de ingresos superiores.
De estos datos
de deriva que los deciles superiores, y muy en particular el decil más alto,
han visto crecer sus ingresos de una manera muy acentuada durante la
contrarrevolución neoliberal, crecimiento muy marcado a medida que el nivel de
renta subía. Así, el 1% de mayor renta salarial pasó de tener el 10% de toda la
renta del país en 1980 a un 23% en 2015.
El crecimiento
de las desigualdades en la distribución de la propiedad
Si en lugar de
la distribución de las rentas analizamos la distribución de la propiedad, vemos
que esta última se ha ido concentrando mucho más. En realidad, el 1% de
propietarios ha pasado de tener el 34% de toda la propiedad en 1980 a un 37% en
2013 (y pasó de tener el 10% de toda la renta al 20%). En realidad, el 20% de
propietarios tiene el 88% de toda la propiedad (y el 61% de toda la renta),
mientras que el 40% no solo no tiene propiedades, sino que debe dinero para
pagarlas. Es decir, están endeudados, primordialmente pagando su vivienda.
Es la población hipotecada. Este porcentaje de endeudamiento y la profundidad
del mismo crecieron espectacularmente durante la Gran Recesión. Este 40% tiene
solo el 9% de toda la renta del país.
El crecimiento
de los ingresos del decil superior se debe al crecimiento de los sueldos de los
grandes propietarios y gestores de las empresas, que ha sido casi exponencial
en las rentas superiores, y al crecimiento de las rentas derivadas de la
propiedad que poseen. El ligero crecimiento, estancamiento o descenso de las
rentas inferiores (del 40% de la población laboral en EEUU) se debe al ligero
crecimiento, estancamiento o descenso de los salarios, y al crecimiento del endeudamiento
de dichas rentas inferiores.
La disminución
de la movilidad vertical
A raíz de estos
datos, se puede concluir que las desigualdades inherentes al sistema
capitalista han crecido notablemente en el periodo 1980-2015. Pero un fenómeno
igualmente importante y que apenas ha tenido visibilidad mediática ha sido el
descenso de la movilidad vertical. Uno de los
argumentos que han sido utilizados con mayor frecuencia por parte de los
economistas neoliberales ha sido que la estabilidad política del capitalismo
avanzado está basada en la movilidad social, es decir, que una persona de
origen “humilde” (expresión que se utiliza para definir a las familias de
rentas inferiores) pueda alcanzar los niveles superiores de poder económico y/o
político. Y se señala como prueba de ello que EEUU ha tenido dos presidentes,
Clinton y Obama, de origen “humilde”. En realidad, se considera a EEUU como uno
de los países con mayor movilidad vertical, y ello como resultado de las
grandes oportunidades que ofrece el modelo económico liberal.
Esta supuesta
movilidad vertical también se expresa en que, aparentemente, los hijos e hijas
tienen mayor nivel de rentas que sus padres. La movilidad intergeneracional se
presenta como una muestra del “sueño americano”, causa mayor de la estabilidad
política del país y del atractivo del modelo liberal estadounidense. El
único problema con tal supuesto es que no es verdad. Los datos no avalan esta
percepción, promovida por el establishment político-mediático del país. Los
datos muestran que la movilidad vertical, incluida la intergeneracional, es
mucho más limitada de lo que se ha supuesto.
En realidad,
EEUU es uno de los países con menos movilidad social. Como bien ha señalado Paul Krugman, EEUU (y el Reino
Unido) son los países con menor movilidad social vertical de entre los que se
ha estudiado la extensión de tal movilidad (Francia, Japón, Alemania, Nueva
Zelanda, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca). En estos países se analizaba
el nivel de renta de los hijos comparándolo con el de sus padres (a la misma
edad y con la misma capacidad de compra de la moneda utilizada), viéndose
que EEUU era en el que menos se daba el supuesto de que los hijos vivían mejor
que los padres, siendo en los países escandinavos donde la movilidad
intergeneracional era mayor.
Y lo que es
importante señalar es que durante el periodo neoliberal ha descendido la
movilidad vertical, a la vez que han crecido las desigualdades de ingresos, de
renta y de propiedad.
Las ocultadas
causas políticas del crecimiento de las desigualdades
Mucho se ha
escrito sobre las causas de tal crecimiento de las desigualdades, desde la
revolución digital a la globalización, entre muchos otros factores. En esta
discusión se oculta o ignora el elemento político, que es el determinante de
dicho crecimiento y que configura todas las otras causas a la que se atribuye
tal crecimiento. Qué forma tienen la revolución tecnológica o la
globalización depende del contexto político que configura cada una de ellas.
Los datos muestran que el crecimiento de las desigualdades adquiere una
dimensión mayor a partir de la década de los años ochenta, que es cuando se
aplican las políticas neoliberales, que son las políticas que el mundo de las
grandes empresas (lo que en EEUU se llama la corporate class) aplica a través
de las instituciones políticas, frente y en contra del mundo del trabajo.
Las políticas
públicas de corte neoliberal como responsables del crecimiento de las
desigualdades
Como
consecuencia de ello han tenido lugar los siguientes hechos, todos ellos
indicadores del poder de clase del mundo empresarial:
- La disminución, desde 1980, del poder adquisitivo del salario mínimo, establecido por ley por el Estado.
- Descenso de la población laboral sindicalizada, que ha pasado de ser el 30% de la población laboral en 1980 a un 12% en 2014, como resultado del enorme descenso de la sindicalización en el sector privado, que hoy no llega ni al 9% (en el sector público se mantiene en el 38%), y ello a pesar de que la mayoría de los trabajadores señalan, a través de las encuestas, que les agradaría tener sindicatos que defendieran sus intereses. Este descenso, pues, no se debe a la falta de interés, sino a las crecientes dificultades que el mundo empresarial, con ayuda del Estado, impone para que los trabajadores puedan sindicalizarse, siendo EEUU uno de los países donde la sindicalización es más difícil de llevar a cabo.
Esta realidad
-la creciente dificultad en poder sindicalizarse- produce el crecimiento de la
capacidad de decisión, así como de la influencia política y mediática,
del mundo empresarial, lo que ha determinado un enorme debilitamiento de las
clases populares, y muy en particular de la clase trabajadora. En realidad, hay
una relación inversa entre el nivel de sindicalización en el sector privado y
el crecimiento de las desigualdades de renta -tanto individuales como
familiares-, tal como ha documentado el respetado y conocido Economic
Policy Institute de Washington. Y también está documentado el crecimiento
de la brecha salarial dentro de una misma empresa cuanto menor sea la
sindicalización y la fuerza de la clase trabajadora dentro de la misma. En
realidad, desde 1980 la diferencia salarial entre los ejecutivos de las grandes
empresas y los salarios (mediana) de los empleados y trabajadores ha crecido,
pasando de ser en 1980 de 29 veces, a 303 en 2015.
La
desregulación de los mercados de trabajo
Otra medida
neoliberal que tenía como objetivo debilitar al mundo del trabajo han sido las reformas
laborales orientadas a desregular el mercado de trabajo, lo cual ha conseguido
disminuir los salarios y la protección social de los trabajadores.
La
privatización de los servicios públicos
La
privatización de los servicios tiene como objetivo el cambio de las relaciones
laborales, dificultando la sindicalización y protección de los empleados y
trabajadores, menor en el sector privado que en el público. La
subcontratación y externalización de actividades y servicios de las empresas
(tanto públicas como privadas) tienen como objetivo el debilitamiento de la
población empleada, pues en las empresas subcontratadas hay menor
protección social y salarios más bajos que en las empresas que subcontratan.
La
globalización en el contexto político actual
La movilidad de
capitales busca la apertura de los mercados y el abaratamiento de los costes de
producción, entre los cuales los costes salariales juegan un papel
determinante. De ahí que los tratados mal llamados de libre comercio que
regulan la movilidad de capitales tengan como principal objetivo el garantizar
las inversiones en países con menores costes laborales, movilidad que se hace a
costa de destruir puestos de trabajo con salarios altos en EEUU. La
evidencia de ello es abrumadora, habiendo sido tal movilidad una de las mayores
causas del descenso de la cantidad de puestos de trabajo en la manufactura en
EEUU. La popularidad de tales tratados en el mundo empresarial contrasta con su
gran impopularidad entre la clase trabajadora.
La inmigración
apoyada por el mundo empresarial
La inmigración
ha contribuido a la bajada de los salarios, pues el precio del trabajo depende, en cierta manera, de la demanda de
puestos de trabajo y de la oferta de tales puestos. A mayor número de
demandantes -de personas que buscan trabajo- menor es el salario ofrecido por
los empresarios. De ahí que el mundo empresarial favorezca la entrada de
inmigrantes, no solo para aumentar el número de personas que quieren
trabajar, sino también por su disponibilidad para aceptar salarios más bajos y
en peores condiciones que los nativos.
¿Qué tiene que
hacerse?
A la luz de
estos datos es lógico que la solución sea precisamente el desarrollo de
políticas opuestas a las neoliberales, empoderando a las clases populares a
través de los instrumentos disponibles, para revertir el deterioro de su
bienestar. Tales medidas pasan por: aumentar el salario mínimo; aumentar
la ocupación y la creación de buen empleo; dificultar la creación de mal empleo
orientando la revolución tecnológica a la supresión de tal tipo de trabajos;
facilitar la sindicalización, alcanzando los niveles del norte de Europa;
regular el mercado de trabajo para reforzar al mundo del trabajo en su
negociación con el mundo empresarial; desprivatizar los servicios, y extender
la responsabilidad pública a los sectores de la energía, las finanzas y
sociales (desde sanidad a educación, pasando por servicios sociales, escuelas
de infancia, servicios domiciliarios, vivienda, seguridad y protección social);
desanimar y desfavorecer la subcontratación prohibiendo este fenómeno en los
servicios públicos, a no ser que los contratantes se comprometan a respetar los
derechos laborales (salarios y protección social) existentes en el sector
público; desarrollar medidas proteccionistas en la movilidad de capitales y de
personas; sindicalizar a la población inmigrante; facilitar la integración de
la mujer en el mercado del trabajo, en lugar de enfatizar la inmigración; y
eliminar las desigualdades sociales entre géneros y entre razas en el país. Y,
naturalmente, políticas fiscales auténticamente progresivas que tengan como
objetivo aumentar las rentas del trabajo a costa de reducir las rentas del
capital, incluyendo medidas de control público de la propiedad y de la gestión
en sectores clave de la economía. Estas son las líneas generales de lo que debe
hacerse para reducir las desigualdades, empoderando a las clases populares para
que vayan aumentando su nivel de exigencias, de manera que puedan transcender
las coordenadas de poder existentes hoy en los países capitalistas de elevado
nivel económico. Estas medidas son tan aplicables en EEUU como en España,
así como en cualquier otro país a los dos lados del Atlántico Norte que han
estado sufriendo las políticas neoliberales implementadas por las clases
dominantes. Así de claro.
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