Francisco
Castro*
La
situación económica y social de este país es de extrema gravedad. Nunca se me
pasó por la cabeza que tuviera que escribir una afirmación de tal categoría en
mi carrera periodística. Por mi mente pasan pensamientos contradictorios. Me
dan ganas de expresar lo que estoy pensando, pero quizá no es el momento de
exabruptos contra la clase política. Sí es el momento de pedir que dejen de ser
clase política y se conviertan en ciudadanos de a pie.
No
sabemos cuál va a ser el futuro de este país ni del presidente del Gobierno.
Sí, como lo leen. Los rumores se han disparado hacia una posible dimisión tras
el rescate total, que es inminente. Al fin y al cabo este presidente del
Gobierno “no gobierna España”. Lo cierto es que continuarán los recortes; lo
cierto es que continuarán con la eliminación de derechos sociales y laborales;
lo cierto es que habrá una nueva subida de impuestos, y además muy pronto; lo
cierto es que la pobreza crecerá en España a niveles… no sé si de alarma,
porque ya es alarmante.
No
podemos mantenernos en nuestra actitud de conformidad con el día a día. Hay que
generar un debate y una movilidad social que diga a este Gobierno que no siga
por el mismo camino, el camino del empobrecimiento del país. Esa disconformidad
que leemos todos los días en internet, en las redes sociales, en la calle o en
las cafeterías, hay que trasladarla y conformarla en movilizaciones sociales,
que naturalmente sean pacíficas, pero contundentes.
La crisis
tiene responsables directos: los políticos. Son ellos quienes tienen que
responder ante las actuales demandas sociales. Este Gobierno no se limita a
hacer lo contrario a lo que anunció en la campaña electoral; este Gobierno no
se limita a ejecutar con contundencia, sin consenso y en contra de lo que
piensan los ciudadanos; este Gobierno no se limita a no tener una comunicación
fluida y sincera ante los medios de comunicación, sino que además tiene,
digamos, la cara de cemento armado, para decir que las ayudas a los
desempleados no favorecen su inserción laboral. Es decir, que yo no tengo
trabajo porque no me da la gana trabajar; yo no tengo trabajo porque no sé
buscar. Pues, quiero un trabajo; quiero trabajar…¿dónde está el trabajo?
Después
de oír a la izquierda durante ocho años que los ciudadanos somos los culpables
de destruir el planeta, ahora tenemos que oír a la derecha sobre que los
ciudadanos somos los culpables de la crisis, por vivir por encima de nuestras
posibilidades. Pero, no se conforman con esa acusación, sino que además tienen
la cara de hormigón moderno de decir que no encontramos trabajo porque no
queremos.
Bien,
habrá que recordar que la clase política es la representante del pueblo para
ejercer según quiere el pueblo, no según quiere la clase política; habrá que
recordarles que el pueblo les paga sus sueldos, que siguen siendo desorbitados,
y habrá que recordarles también que la misión del político es doble: gestionar
para la actualidad y sentar las bases de un futuro próximo.
Por si
esto fuera poco, la clase social está dividida, entre pobres y ricos. Ya,
prácticamente, han desaparecido las clases medias. Y esa clase pudiente mira
hacia otro lado. Vemos en el día a día cómo hay una sociedad que se mueve como
si nada estuviera ocurriendo a su alrededor. Esta es una muestra más de la gran
mentira que ha abocado a una gran realidad. Sí, porque la crisis tiene una
parte de engaño. Ahora que ha vuelto a
comenzar la liga, ¿ustedes se han preguntado cuánto dinero se sigue moviendo en
los deportes? ¿De dónde sale un dinero en un país sumido en la pobreza y al
borde del rescate total? Este Gobierno,
mientras ahoga a los ciudadanos de a pie, permite que se sigan moviendo
astronómicas sumas de dinero en los deportes.
Lo he
dicho en otras ocasiones, la solución al actual problema económico y social está
en nuestras manos. Yo ya no creo a este Gobierno; no creo en que este Gobierno
resolverá los problemas. Sí creo que seguirá hundiendo al país en la pobreza.
Ojalá me equivoque.
*Periodista
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