CON
E DE ESPERANZA
Por Cristina Covo Gomez
La crisis, la sequía, los incendios… Tal
maraña de calamidades retrotrae mi imaginación a las plagas de Egipto, cuando
el rey faraón era castigado por su soberbia y rebeldía. Sólo que ahora los
castigados y sufridos ¡somos nosotros!
No tengo palabras para expresar el enorme
aburrimiento que siento ante este panorama donde todo es confusión y no hay
direcciones claras que seguir. Y es que todos los días la información y las
conversaciones se ciñen en torno a lo mismo. Idéntico discurso, palabras
manirrotas que nacen y mueren en sí mismas.
Ya no sé cuando hablan de la prima de riesgo
si se refieren a un indicador o a la hija de una tía mía que no anda muy
derecha por la vida.
Siento verdadera impotencia y lástima ante
el dilema que se le plantea a la juventud. La imagen de una persona en edad de
trabajar que coge la maleta y se marcha a otro país como única alternativa, me
recuerda a las películas de posguerra en blanco y negro donde un paleto (lo que
diríamos aquí un mago) hacía el equipaje porque sencillamente en su país no
había hueco para él, con la diferencia que en aquella época no existían, como
ahora, móviles que te dicen cuál es tu nivel de colesterol en sangre, ni cierta
nave “curiosa” que se pasea alegremente por Marte y que nos revelará si los
hombrecillos verdes son más felices o desgraciados que nosotros.
A mí me gustaría gritar eso de: yo soy
español, español, español, etc.
O en
cualquier caso, española, como dice la peña de la roja o la de los jj. olímpicos, pero, créanme, antes de que la voz
salga de mi boca me desinflo inevitablemente porque el retroceso que ha sufrido
este país no es para menos y la desestructuración de los hogares y las familias
ante la falta de expectativas y recursos al día de hoy así lo pone de manifiesto.
Si verdaderamente tomamos conciencia de lo
que está sucediendo nos convenceremos de lo triste que es el éxodo y la
emigración de esta población que no tiene oportunidades, máxime considerando el
nivel y la preparación de esta generación presente. Y yo me pregunto: si los
valores y cerebros de España se marchan ¿qué es lo que se queda aquí? Pues
sencillamente lo que no vale. Una horda de desgraciados apetentes del domeño
del político de turno, que opta por soluciones técnicas antes que por
soluciones humanas, al que le da igual que el señor empresario haga croquetas
con la estabilidad laboral de sus empleados o que el viejo se muera de asco en
su casa por falta de asistencia, porque, entre otras cosas, ese cuadro no es el
suyo.
Por lo que respecta a nuestra muy amada
Canarias, es doloroso escuchar que esta es tierra de gente conformista,
sabiendo que existen personas que se aprovechan del emborregamiento y
aceptación en que andamos sumidos de
continuo.
No seamos negativos ni alarmistas.
Entre las
letras del abecedario me quedo hoy con la e de esperanza. Mucho mejor que un
requiescat in pace por nuestro cansado y paciente pueblo.
Santa
Cruz de Tenerife 22 de agosto de 2012 para Nación Canaria
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