UNA MUJER FRENTE A MR. HYDE
La candidata demócrata acorrala a
Trump en un debate a cara de perro en el que fue capaz de desquiciar al
republicano y presentarse como alguien que ya solo mira al futuro
Donald Trump y Kamala Harris durante el primer debate
presidencial. / ABC
La tarea a la que se enfrentaba Kamala Harris era a priori titánica. Solo así podría entenderse un debate que en un universo con reglas racionales y marcos normativos establecidos habría sido imposible. Pero hace tiempo que todas las reglas racionales y marcos normativos establecidos saltaron por los aires. Y aquí estamos, en 2024, asumiendo y tratando de explicar algo parecido a un debate presidencial entre una mujer y Mr. Hyde. Un espectáculo televisivo de 90 minutos perfectamente demarcado por la cadena generalista ABC y en el que un desdibujado, errático y desquiciado Trump llegó a decir (acaso gritar) ante millones de telespectadores que hay hordas de inmigrantes sin papeles “comiéndose a los perros, a los gatos, a nuestras mascotas” en una ciudad llamada Springfield, Ohio, que, por lo que sabemos a esta hora no es la de la familia Simpson.
El
apocalipsis, de nuevo, al otro lado de la ventana. Frente a un escenario de
muerte y destrucción que fue en varias ocasiones objeto de descalificación por
parte de los moderadores, Kamala Harris se presentó tranquila y dispuesta a
mostrar en televisión su mejor arma: el cuerpo a cuerpo. Se trataba de tirar de
deformación profesional, una fiscal frente a un convicto; un hecho este sobre
el que la vicepresidenta no quiso hacer demasiada sangre, solo sugiriéndolo,
porque a buen entendedor... La actuación de Harris probó ciertas todas las
informaciones que decían que llevaba semanas preparando un cara a cara. Su
estrategia siguió el consejo que Drew Bundini Brown repetía a su pupilo,
Muhammad Alí, desde la esquina del cuadrilátero: “Vuela como una mariposa y
pica como una abeja. Golpea, chico, golpea”.
Y
Harris voló y golpeó.
El
primer golpe nada más poner pie en el escenario. La candidata demócrata tomó la
iniciativa y ofreció la mano a su rival. “Tengamos un buen debate”, le dijo.
Este, sorprendido, la aceptó. “Me alegro de verte”, le contestó. Era la primera
vez que se encontraban en persona y la última que se alegraría de ello. Y a
partir de ahí el desastre republicano propiciado por una Harris que no
desaprovechaba ocasión para atacar a su rival y hacerle perder los nervios:
derechos reproductivos de la mujer, gancho de izquierda; inmigración, golpe al
mentón; política exterior (Ucrania y Oriente Medio, fundamentalmente),
derechazo; insurrección del 6 de enero de 2020, derecha corta; seguridad
nacional, directo a la nariz.
Y
entre golpe y golpe, el vuelo: “Yo tengo un plan para América, y es esa la
clase de conversación que la gente quiere tener”, declaraba Harris mirando a la
cámara. “Debemos dejar de fijarnos en el pasado y centrarnos en el futuro”,
insistió, “es hora de pasar página”. Y habló de exenciones fiscales para
pequeños empresarios, educación y sanidad. Muir preguntó a Trump si él tenía un
plan. Trump alcanzó a contestar que tenía “conceptos de plan”. Nadie supo muy
bien qué quiso decir el expresidente pero las redes empezaban a hacer su
agosto.
Los
moderadores, David Muir, de 50 años, presentador y editor jefe de World News
Tonight de ABC News (en mi opinión el mejor del país); y Lindsay Davis, de
46 años, presentadora del noticiero vespertino ABC News Live Prime,
estuvieron a la altura de las expectativas, lo que dejó más en evidencia el
trabajo (o más bien la ausencia de) de Jake Tapper y Dana Bash durante el
anterior debate entre Trump y Biden, el pasado junio. Frente a los
presentadores de la CNN, que dejaron hacer a Trump, tanto Muir como Davis
rebatieron hasta en tres ocasiones el habitual manual de mentiras que
suele desplegar el candidato republicano: por supuesto que no
hay inmigrantes comiéndose las mascotas de los estadounidenses; tampoco en
ningún lugar del país es legal “ejecutar” (Trump dixit) recién nacidos, o
“abortarlos” (de nuevo Trump dixit) después del parto; y, de la misma forma, el
crimen en EEUU no se encuentra en “máximos históricos” como ha señalado el FBI.
EEUU, al fin y al cabo, no se va a “convertir en una Venezuela con esteroides”
(Trump dixit), porque el crimen “está descendiendo en todo el mundo porque
todos los países están enviándonos a sus
criminales”.
Tamaño
resultó el desastre que Trump, mal maquillado (en realidad el maquillaje de
ambos era mejorable, tampoco la escasa iluminación del plató ayudaba), con el
pelo violáceo y la tez verdosa, acabó sudando visiblemente. El último candidato
a unas presidenciales que sudó en pantalla fue Richard Nixon el 26 de
septiembre de 1960 contra un joven y aseado JFK. Fue aquel el primer debate
presidencial de una serie de cuatro de la era moderna. JFK acabaría por
llevarse la presidencia y los americanos tendrían que esperar hasta 1976 para
volver a ver un cara a cara televisivo entre dos candidatos a la Casa
Blanca.
Aún
no había concluido el debate y el mundo MAGA supuraba indignación en las redes
sociales. A partir de ahí se disparó, una vez más, la especialidad de la casa:
las teorías conspirativas. Con poco que elogiar sobre la actuación del
expresidente Trump, los presentadores de Fox News, con Sean Hannity a la
cabeza, rápidamente centraron su ira en ABC News, acusando a la cadena y
a sus presentadores de inclinar sus preguntas a favor de la vicepresidenta
Harris. Martha MacCallum, encargada de la cobertura posdebate en la cadena
ultraconservadora, llegó a declarar incluso que la demócrata había recibido un
“pase libre” por parte de los moderadores. Algunos comentaristas decían en sus
redes sociales que también había recibido las preguntas. Lo cierto es que
Harris acabó hablando unos nueve minutos menos que su contrincante y, frente a
Trump, que hasta en dos ocasiones pudo efectuar contrarréplicas, a ella se le
negó esa opción en el único momento que la solicitó. Mientras que la campaña de
Harris se apresuró a decir que están dispuestos a un segundo cara a cara, nadie
podía asegurar ayer que este tendrá lugar. Antes de que Trump hiciera su
entrada en la sala donde le esperaba su equipo, sus asesores insistían en que
él ya había confirmado su participación en un debate propuesto en NBC para el
próximo 25 de septiembre. Sin embargo, Trump acabó por pronunciar un evasivo
“ya veremos”, según reportaron medios como The New York Times.
Una
nueva generación
Tras
una insulsa entrevista acompañada de su candidato a vicepresidente, Tim Walz,
hace unas semanas en la CNN, Kamala Harris se presentó ante el electorado
estadounidense con la tarea de demostrar que está más que preparada para ocupar
el Despacho Oval. “Está claro que no soy Joe Biden, y desde luego no soy Donald
Trump”, declaró mostrándose como representante de una nueva generación que
supere la polarización que vive el país y que pueda hacerse cargo de los
principales asuntos que importan a los estadounidenses: economía, inmigración,
aborto, delincuencia, seguridad nacional y respeto por la democracia.
Antes
del debate, las encuestas arrojaban un escenario de lo más ajustado en el que
agregadores de sondeos como FiveThirtyEight o RealClearPolitics apuntan una ligera
ventaja para Harris (2,8 y 1,4 puntos porcentuales, respectivamente). Pese a
todo, el Partido Demócrata llevaba ya el miedo en el cuerpo. El domingo, una
consulta de Siena-The New York Times colocaba dos puntos por delante al
expresidente a nivel nacional. Era esta la primera encuesta, tras las convenciones
de los dos partidos y la renuncia de Joe Biden a la reelección en julio, que
daba una ventaja a Trump, apuntando a que el impulso de la candidatura de
Harris se habría estancado.
Harris
lo sabía y ayer golpeó con todo a su rival. Tras enzarzarse en un primer bloque
económico, en teoría, más favorable para Trump, y en el que la vicepresidenta
lo acusó de “buscar únicamente su propio beneficio” y el de sus amigos
millonarios, esta demostró que es en la cuestión del aborto el terreno en el
que se siente más cómoda. “Independientemente de su fe o sus creencias, todos
podemos estar de acuerdo en que el gobierno, y por supuesto Donald Trump, no
deberían decirle a una mujer lo que tiene que hacer con su cuerpo”, dijo la
demócrata. Trump negó que estuviera buscando “una prohibición federal” e
insistió en que lo único que ha hecho es “responder a la demanda de que sean
los ciudadanos de cada estado los que decidan” qué hacer sobre el asunto.
Fue
en el tercer bloque temático, la inmigración, en el que Trump sacó a relucir,
una vez más, su retórica más xenófoba al vincular esta y criminalidad hasta el
punto del paroxismo y la paranoia y volver recurrentemente al mismo en varios
momentos del debate. Dijo que hay que “deportar a once millones de ilegales”
pero no supo decir cómo. Sabedora de que fue precisamente Trump el que prohibió
al GOP llegar a un acuerdo con el Partido Demócrata durante esta legislatura en
esta materia, la vicepresidenta le reprochó al candidato republicano que
prefiera “cabalgar sobre el problema”, explotando el miedo y el rencor de los
votantes, “a llegar a una solución al mismo”.
En
el apartado de seguridad nacional y política internacional, Harris se dirigió a
Trump para decirle que, como vicepresidenta, había hablado con líderes de otros
países: “Dicen que eres una vergüenza”, le espetó. Trump acusó el golpe y
decidió replicarle usando a Viktor Orbán, presidente de Hungría, como ejemplo
de líder con el que tiene buenas relaciones. Orbán y Netanyahu, por supuesto.
En el capítulo de Oriente Medio, Harris tiró del manual demócrata para asegurar
su compromiso con un alto el fuego, la seguridad de Israel y “la solución de
los dos Estados”. Trump volvió a la hipérbole para decir que con él al mando la
guerra de Gaza “nunca habría ocurrido”, y sin ofrecer más detalle advirtió de
que toda la región “va a estallar”. Una vez más llegó a presumir de su relación
con el presidente ruso Vladímir Putin acusando a los demócratas y la salida de
Afganistán de ser la razón de la invasión rusa de Ucrania.
Kamala
Harris, con una idea mucho más realista y acorde con la tradicional política
exterior estadounidense le reprochó: “Te gusta más un hombre fuerte –en
referencia a Putin– que la democracia”. La vicepresidenta cargó sobre el papel
de Trump durante la insurrección del 6 de enero de 2020. Este eludió toda
responsabilidad, dijo que era “de Nancy Pelosi y del alcalde de Washington DC
por no hacer su trabajo”, y llegó incluso a acusar a la Policía del Capitolio
de matar a una manifestante. “Donald Trump fue despedido por 81 millones de
personas. Así que seamos claros. Está claro que le está costando mucho
asimilarlo”, le soltó Harris ante una nueva insistencia por parte de Trump de
que hace cuatro años le habrían robado la victoria.
La
vicepresidenta llegó a llamar racista a Trump al recordar que su inmobiliaria
marginaba a los afroamericanos y que en los noventa pidió la pena de muerte
para un grupo de menores condenados por el asesinato de una mujer blanca en
Central Park. Tras pasar años en prisión, los cinco acusados serían exonerados.
En uno de los momentos más surrealistas de la noche, el expresidente calificó a
Harris de “marxista”, por ser hija de un académico ídem.
A
partir de hoy se empezará a medir el impacto del debate en la intención de
voto. En cualquier caso, lo único que parece quedar en liza a estas alturas es
el voto de un 8% de indecisos, fundamentalmente en siete estados, esos llamados
bisagras y que hasta cualquier ciudadano de un pueblo de Valladolid podría
recitar ya casi de carrerilla: Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, Nevada,
Arizona, Georgia y Carolina del Norte. Puede que incluso solo sea necesaria
Pennsylvania, porque parece que los estrategas de ambos partidos tienen claro
ya que es en este estado donde se decidirá una elección a día de hoy bastante
apretada.
Quizás
por eso, una de las superestrellas más importantes del mundo decidió ayer,
justo al término del debate, hacer su particular entrada en la carrera. Kamala
Harris se pudo ir a la cama con una victoria clara en su
debate frente a Trump y, quizás, con algo igual de importante: el apoyo expreso de Taylor Swift.
La reina del pop pidió el voto para la vicepresidenta en sus redes sociales, y
lo hizo además posteando un comunicado acompañado de una foto en la que
apareció, cómo no, con un gato.
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