SHAKIRA CONTRA LA AGENCIA TRIBUTARIA
La cantante Shakira, a su salida de la Audiencia Nacional — David Zorrakino
/ Europa Press
La artista colombiana ataca a la Hacienda española a través de las páginas de El Mundo, donde acusa de machismo estructural al fisco y reivindica su inocencia tras años acusada de fraude fiscal ¿Icono feminista o musa liberal?
Por
carta, en el diario El Mundo y
parafraseando a Gabriel García Márquez, nada menos. Así ha decidido Shakira
cobrarse su venganza contra la Agencia Tributaria por, según ella, el vía
crucis judicial que sufrió durante el periodo en el que residió en España.
La historia es bastante conocida, al menos, en su versión más pop. Una historia de amor con el futbolista catalán imputado por corrupción Gerard Piqué, (me enamoré, me ena-na-namoré, cantaba entonces) dos hijos, unos cuernos, una lucrativa ruptura con Bizarrap de fondo, (las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan) y un par de canciones más para rebañar el —lógico— despecho. Pero la otra cara del disco, la tributaria, quizá nos suene un poco menos: en 2018, la Agencia Tributaria denunció a Shakira por delito fiscal por haber residido en España sin declarar los ingresos que había generado durante cuatro años, estimados en catorce millones y medio de euros.
Total,
que ante la evidencia, no sirvió hacerse la tonta, ni ciega, ni sordomuda: la
fiscalía terminó por pedirle ocho años de cárcel y una multa de 23 millones de
euros. En 2023 decidió zanjar la cuestión asumiendo el delito y acudió,
—icónica, divina con su traje rosa empolvado— a declarar. Abonó la
correspondiente multa, y un año después, pagó otra más por haber defraudado al
fisco también en 2018. Un acuerdo ventajoso, por cierto, si hacemos las cuentas
aunque todavía queda otra causa más vista para sentencia y ella afirma haber perdido
todo lo que ingresó.
El argumentario que Shakira ha
elegido para relanzar su imagen y salir airosa de todo esto ha consistido en
mezclar en su carta al diario El Mundo un poco de victimismo con clásicos del
argumentario neoliberal y unos cuantos lugares comunes feministas de primero de
Twitter
El
argumentario que Shakira ha elegido para relanzar su imagen y salir airosa de
todo esto ha consistido en mezclar en su carta al diario El Mundo un poco de
victimismo con clásicos del argumentario neoliberal y unos cuantos lugares
comunes feministas de primero de Twitter. La colombiana se ha servido de frases
que ya son Trending Topic y que han arrancado aplausos del pajerío liberal en
redes sociales, como “nos ha tocado vivir en una época marcada por un tono de
prepotencia del Estado, pero no es lo mismo avasallar que dar razones”. Y es
que, según Shakira, “instituciones tan poco sospechosas como la Casa Blanca
(ejem) investigaron sus finanzas” y no vieron nada, para que al final fuera
alguien tan aburrido como un funcionario de Hacienda español el que viniera a
cantarle las cuarenta. El fisco patrio, según ella, manipuló los números, la
criminalizó y la convirtió en chivo expiatorio por capricho…y por machismo.
Porque razones fiscales, tributarias, no da ninguna que le sirvan para
exculparse, y se escuda en la presión laboral, los hijos, los viajes, sacar
adelante la pareja... Vamos, como todas, reina.
El giro al feminismo
neoliberal de Shakira siempre se ha tratado exactamente de lo mismo que la
gestión de su capital: de salvarse a ella misma
Viendo
que lo del feminismo de oportunidad podía levantarle simpatías, y reconvertida
en la voz de todas las que hemos tenido cuernos sobre la faz de la tierra,
Shakira se ha venido arriba y ha tildado a Hacienda de ser una burocracia
estatal machista. Según analiza, el fisco estatal asumió que ella era un
florero que residía en España por su relación con Piqué (que de aquellas, por
cierto, andaba firmando comisiones millonarias con Rubiales, el del piquito,
por llevarse la Supercopa a Arabia Saudí) y jamás habrían perseguido así a un
varón estadounidense. Lo sabe bien ella, que del Llobregat se ha ido a Miami.
Pero a Shakira, me temo, no le asesoran economistas feministas que le hayan
hablado de la fiscalidad de género, la tributación progresiva, o el sesgo
machista del IRPF. El giro al feminismo neoliberal de Shakira siempre se ha
tratado exactamente de lo mismo que la gestión de su capital: de salvarse a
ella misma. Por eso nos debería haber sorprendido poco que tuviera la
desfachatez de citar a Madeleine Albright —ya saben, la señora de la guerra
norteamericana artífice de las guerras de Irak o los Balcanes— con esa frase
tan hipócrita y peligrosa que dejó para la posteridad: “hay un lugar en el
infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres”. Viniendo de Albright,
que bombardeó a iraquíes o yugoslavas sin mayor problema, la frase es trágica.
Viniendo de Shakira, que ha escrito durante décadas canciones (temazos, todo
sea dicho) en los que “la otra” era una rival, una enemiga, la verdad es que da
entre pena y risa. Recuerdo el “si te vas, si te vas, si me cambias por esa
bruja” o aquel videoclip (te aviso, te anuncio) en el que le
reventaba las tetas a la mujer que encontraba ligando con su novio. Y sin ir
más lejos, el famoso tema con Bizarrap, cuando lo del amor romántico y tóxico
ya llevaba tiempo siendo un asunto debatido y trabajado, consiste en compararse
con otra mujer (un Rolex/un Casio; un Ferrari/Twingo) en vez de señalar la
deslealtad de Piqué.
El empoderamiento (palabra
tramposa amigas) debería ser algo colectivo y transformador para todas, no un
slogan para millonarias
El
feminismo neoliberal tiene en Shakira un símbolo perfecto: por eso la frase,
brillante, sobre no llorar y facturar, puesta fuera de contexto, funciona. Pero
el empoderamiento (palabra tramposa amigas) debería ser algo colectivo y
transformador para todas, no un slogan para millonarias. Una puede disfrutar, y
adorar a sus musas y divas con sus miles de contradicciones, qué duda cabe, pero
con la de tías chulísimas que hay por ahí haciendo arte y cultura, no entiendo
el empeño de elevar a iconos feministas y referentes populares a defraudadoras
fiscales o a una normie como Swift, hija de banquero y que
solo viaja en jet privado. Yo soy más de Dua Lipa, que apoya a Palestina y lee
a Alana Portero.
Shakira
podría facturar, tributar, pasar página e incluso hacer una interesante
reflexión artística con todo eso. Pero ha preferido darle “clicks” a El Mundo y
argumentos al antiestatismo y a la antipolítica y heme aquí defendiendo al
Ministerio de Montero (la mala). Ahí te dejo, Madrid. Aunque
convendréis conmigo, lectoras, que el mejor disco de Shakira siempre será aquel
himno generacional que todas cantamos en 1998 y que se titulaba “¿Dónde están los
ladrones?
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