POR FIN UN DÍA
HISTÓRICO
Mario
Draghi ha presentado su informe para un diagnóstico y una posible terapia para
la UE ante la brecha tecnológica respecto a USA y a China y ha sucedido algo
sorprendente: se da por cerrado el ciclo neoliberal
Mario Draghi,
durante la presentación del informe sobre el futuro de la competitividad
europea en Bruselas, el pasado 9 de septiembre. / Aurore Martignoni
(Comisión Europea)
1- En términos generales, el biotopo local es rico en días históricos, en fenómenos únicos y, por lo mismo, en amenazas sobrehumanas ante las que es preciso pararlo todo, indignarse, sacar la bandera y, en ocasiones, prevaricar. Supongo que todo eso es normal en una cultura que se informa a través de la tertulia y de géneros que van a dar a ella, que es el morir. Por eso sorprende sobremanera que el complejo armamentístico-político-periodístico, tan dado a berrear días históricos, no haya reaccionado a un día en verdad histórico como una casa. Sucedió el pasado lunes 9 de septiembre. No tiene nada que ver con la financiación singular, con la amnistía, con el hecho de que te okupen la casa cuando vas a por el pan, con una ola de delincuencia emitida por hordas de inmigrantes, o con cualquier otro punto fosforescente de una de las agendas informativas más dadás y autosuficientes de Europa. Se trata de algo real y, por ello mismo, sencillo, menos aparatoso y más determinante en la vida diaria. A saber: el pasado lunes 9S, Mario Draghi presentaba su informe, encargado hace un año por la Comisión, para un diagnóstico y una posible terapia para la UE ante la brecha de inversión y tecnológica, ya espectacular, respecto a USA y a China. Podría ser el informe un millón sobre el tema. Pero en ese informe, de más de 400 páginas, emitido y firmado por una autoridad en el ulterior ciclo neoliberal, alguien importante y que no es paisaje, sucedía algo sorprendente: se daba por cerrado el ciclo neoliberal. Se mataba el neoliberalismo, vamos, así como suena. Y sí, en efecto, uno no sale a un balcón y proclama el Renacimiento. Pero eso es lo que sucedió el pasado lunes 9S.
2-
Lo que aquí sigue es una explicación de
ese informe, hecho a la luz de la prensa europea vertida sobre el tema, pero
también a la luz de lo que me va diciendo por el pinganillo Francesc Miralles,
politólogo e investigador sobre la globalización. Un sabio, con el que hablo
alguna noche sobre esto que está sucediendo, sobre indicios, en EEUU, en China
–y, ahora, por todo lo alto, en la UE– de que el paradigma económico –es decir,
EL paradigma– está cambiando. Un periodista, en fin, no es un tipo/a listo/a,
sino alguien –preferiblemente sexy– que sabe que su trabajo consiste en
rodearse de tipos/as listos/as, que le expliquen la época.
3-
Sobre el informe. Es luminosamente
pesimista. El pesimismo, en su justa dosis –elevada– es una región de la
inteligencia, como atestigua el dato que explica que, de las 50 mejores
empresas tecnológicas del mundo, solo cuatro son de la UE. Lo que confirma
Europa como un sitio con restaurantes caros y a la deriva económica, lo que es,
a su vez, una mala combinación. En el informe se emite una propuesta para
superar eso –la deriva, no lo de los restaurantes, brrrr–. Y, lo que es más importante
para el caso que nos ocupa, una estrategia. Ahí va, aparten a los niños: la
inversión de unos 800.000 millones de euros anuales –es decir, el importe de
los Next Generation, pero de verdad, y de manera anual; se dice rápido–.
Esa pasta provendría del capital privado y del público. Es decir, sería un
monto inaudito de capital público, tan desmesurado que resultaría imposible que
fuera aportado y planificado por los Estados. ¿De dónde saldría toda esa pasta
pública? Pues de eurobonos. ¿Los recuerdan? Se emitieron en 2020, cuando lo de
la pandemia. Se dejaron de emitir por una sentencia del TC Alemán y, en
términos generales, por las convulsiones espirituales ante el gasto por parte
del norte austero. La primera persona en hablar de estos eurobonos, lo hizo, no
obstante, en 2014. Y eso le costó la vida. Fue, recuerden, Varoufakis. Lo que
nos sitúa sobre el precipicio del que estamos hablando.
En
el informe emitido por una autoridad en el ulterior ciclo neoliberal, alguien
importante, sucedía algo sorprendente: se daba por cerrado el ciclo neoliberal
4- Hasta aquí, amiguitos, se han producido dos fenómenos
nuevos y radicales. Históricos. Por una parte –primera radicalidad–, Draghi no
habla de lo ya hablado en los últimos 40 años ante la pérdida de competitividad,
ante una economía que no pita. Lo que siempre se dice al respecto –escuchen una
tertulia al azar– es aludir a reformas estructurales, que rebajan derechos
laborales y gasto público, y que posibilitan ahorro y precios más baratos en lo
producido. Eso ya no da más de sí, o no da de sí si lo que se quiere es echar
aire en la nuca de EEUU y de China. Y –segunda radicalidad–, Draghi apuesta,
directamente, por la industria. A lo bestia. En modo Plan de Rescate Biden de
2021, en modo Plan Quinquenal chino. Habla de reindustrializar –si bien omite
las derivadas de la industrialización, siempre presentes en una
industrialización cachonda, y ausentes en una economía deslocalizada y de
servicios, esa suerte de feudalismo: sindicalización, asociación, tensión social,
pugnas por derechos y por pasta, negociación y enfrentamiento continuados–. Su
plan pasa por edificar cinco sectores ausentes: 1) el sector energético –el
actual es inservible, por caro, ya que ha creado un mercado propio, que no
precisa de las leyes del mercado; se trata de la energía más cara del mundo,
gracias al laberinto neoliberal, que lleva a intensificar la deuda de la
ciudadanía en lo cotidiano–. 2) Semiconductores e IA. 3) Tecnologías limpias
–baterías y esas cosas–. 4) Materias primas –tierras raras, etc.–, 5)
industrias intensivas en energía –siderúrgicas, como en el XIX, y similares–.
Se trata de una reindustrialización tan severa y espectacular que requiere para
ser creada –tachán-tachán– del 5% del PIB. Lo que es el nivelazo de gasto en la
RFA o en la Francia de 1971, dos años antes de la crisis del 73, y ocho años
antes de 1979, cuando Margaret Thatcher empezó a hablar de Friederich Hayek,
ese economista friki, pintoresco y no muy largo, del que hasta entonces solo se
hablaba para reírse de sus ideas de señor de pueblo y de psicópata social.
5-
Es, vamos, lo dicho, un cambio de
paradigma.
6-
Un cambio de paradigma que no es
inocente. A saber: lo emite un banquero hijo de banqueros, un tipo que en los
noventa privatizó el IRI –el INI en modo Italia; es decir, aún más divertido–,
que fue vicepresi de Goldman Sachs cuando el capitalismo financiero adquirió
tal velocidad que no lo pudo seguir la justicia, que fue gobernador del Banco
de Italia, que fue el presidente del BCE que a) salvó el euro, si bien también
b) escuchó sin pestañear a Varoufakis suplicando bonos europeos para paliar el
Estado fallido –el fallo en las pensiones, la sanidad, la educación, la
alimentación– en Grecia. Bueno, pues ese hombre le da la estocada al
neoliberalismo, a su propio pasado. Se cierra así un paréntesis de
neoliberalismo pocho y a paso cambiado, que se inició en 2017, cuando Trump le
dio para el pelo al TTIP –un tratado
comercial EEUU-UE que hubiera cambiado la vida y la economía cotidiana,
socorro– y, con ello, clausuró la globalización, la gramática del
neoliberalismo. Lo que indica donde estamos. Estamos en un punto en el que a)
el neoliberalismo es tan fuerte que se permite pensar en su relevo ordenado,
una vez agotada su propuesta. Como en su día don Corleone o el caudillo. Las
derechas neoliberales –no hay otras, me temo– b) son tan fuertes que se
permiten ser sus propias izquierdas. En todo caso, snif y c), las izquierdas no
emiten mucho. No tienen nada que ver con las dos grandes decisiones del
paréntesis 2017-2024, con las que el neoliberalismo inició su suicidio
asistido.
Draghi
apuesta por la industria. A lo bestia. En modo Plan de Rescate Biden de 2021,
en modo Plan Quinquenal chino
7-
Hablo con Francesc Miralles. “El
neoliberalismo está en retirada. En EEUU, por ejemplo, ni republicanos ni
demócratas plantean ya tratados de libre comercio, o dejar de subvencionar
producto local. Plantean, como diferencias, una pugna entre el intervencionismo
demócrata y el aislacionismo republicano. Poco más”. Sobre la propuesta Draghi.
“Lo de los eurobonos es la clave, como lo es la razón última para emitirlos
según Draghi: que la UE no pierda su razón de ser ante la ciudadanía”. “Los
eurobonos apoyarían, progresivamente, la integración de mercados de capital
europeos” –es decir, facilitarían también cierto capital privado en la
reindustrialización, al desaparecer efectivamente el marco estatal para el
capital–. “En esta ocasión, Alemania parece estar más receptiva ante unos
eurobonos”– tanto Von der Leyen como su némesis, Weber, han saludado el informe
Draghi; el SPD no ha estado por la labor, que ya tiene bastante con lo suyo:
esta semana, después del desastre electoral de Sajonia y
Turingia, han cerrado las fronteras a la inmigración; cuando no
tienes nada, siempre te queda la guerra cultural en el campo del enemigo y con
las herramientas del enemigo, esos aceleradores de tu propia muerte–. Sobre la
propuesta real de Draghi, si entendemos que un hombre poderoso, y habituado a
las grandes partidas de póker, no puede ser sincero, ni siquiera en un informe:
“Personalmente interpreto que lo que hace Draghi es prometer a las empresas
europeas una tabla de salvación en forma de dinero público, que ahora no pueden
recibir. Con eso crea un enfrentamiento entre el mundo empresarial y el dogma
de la contención de gasto. Un enfrentamiento entre Volskwagen, Opel, Airbus y
todo eso, contra un diputado conservador fan de Hayek. Esa es la disputa real.
Es un debate interno, en el seno de la derecha. Y, en menor medida, en la
socialdemocracia. Esa es la propuesta Draghi. El resto es más accesorio”. Lo
que dice a continuación Miralles es tan importante que merece un punto para él
solito, al que llamaré 8.
8-
“Sin ese apoyo financiero a las
empresas, no sucederá el fin del neoliberalismo, se pongan las izquierdas como
se pongan. Y esta es la contradicción del momento”. Un momento en el que las
izquierdas podrían conseguir aspectos no señalados en el informe Draghi, como
que ese dinero llegue también a las PYMEs, a los sindicatos, a las entidades locales,
que los sindicatos participen también de la industrialización, de las empresas.
Que la industrialización repercuta en la democratización de la economía. En
todo caso, “la clave de todo, lo que en cierta manera ya está pasando, es que
la gran empresa europea abandone el neoliberalismo, sencillamente para
sobrevivir”. A lo que agrega: “Esto es un New Green Deal, sin llamarlo
así, porque eso está asociado a la izquierda”. Y no lo emite, en absoluto, la
izquierda.
9-
Iremos hablando de todo esto en el futuro.
O del colapso de Europa, si eso no sucede. Sobre los colapsos: no los teman ni
sobrevaloren. Cuando lleguen veremos que también son aburridos.
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