EL VIAJE
DUNIA SÁNCHEZ
El secreto. Un secreto donde las lenguas
de las tormentas atravesaban su espalda. Ella y las olas. Las olas y ellas.
Gran cantidad de dinero había pagado para ese viaje de ida, de ida y
posteriormente si las cosas salían bien de vuelta. Una embarcación la dejo a
ella y a otros en una barca donde se estremecía, donde se rompía, donde la
muerte era soga que los acosaba, los perseguía hasta no más que ser espíritus
flotantes en lo profundo y la oscuridad de las mareas. El secreto. Todos
guardaban el secreto, el secreto de un viaje de ida , de la muerte si no
llegaba a la costa. Había dejado todo y sus espaldas presas del vacío, de sus
queridos seres vagaba en sus sentidos para mantener la verticalidad. Una
verticalidad descuidada, una verticalidad rota, una verticalidad de una pena de
la agonía, una verticalidad de otros en la despedida . Un viaje de ida y una
vuelta estática en el naufragio de los sueños. Pero su deseo era verdadero, se
sentía abatida, llena de una esperanza que a veces era ráfaga inestable. Soñaba
con llegar a la costa, iba dejando atrás sus otras ilusiones. Soñaba con
sobrevivir. En su mente una mezcla de sopor y desaliento luchaba con la
brutalidad , la agresividad del mar. Un mar de espíritus flotantes en lo
profundo y oscuro que la llamaban. La llamaban y le decían regresa,
regresa…vete de aquí mujer, no es lugar para ti. La desdicha abogaba en sus
cimientos y su mirada firme, neutra solo era amparada por la mala mar. Atrás
había dejado todo. Ese todo que era ahora la nada. La nada de su vida. La nada
de su rutina. La nada de las guerras. La nada de una tumba que la llamaba.
Ella, hermética, era ave que persistía en su secreto. El secreto de su sueño.
Un sueño frenético. Veía ya próxima la costa. Un halito de esperanza vagaba en
sus fatigadas fuerzas y su entereza se elevó, se levantó donde las caracolas
cantan al adiós. Pensamientos inagotables traía su memoria. Toda una
vida. Toda una vida en la ruta de deseos y en un minúsculo espacio
de tiempo se pierden y las caracolas cantando el adiós . Y ella se durmió. Un
letargo acompañado de cetáceos en su canto de la despedida. Y ella se durmió.
Ya era tarde en ese viaje de ida
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