BUENO, YA, PRESIDENTE
Queremos hechos. Ya no basta con que se nos cuente que el PP y Vox son muy malos o incluso peores
ANTÓN
LOSADA
Pedro
Sánchez. / Luis Grañena
Los cinco días que conmovieron a la izquierda española y parte de la otra han dejado al PSOE en fila de a uno y en posición de saludo, a los de Sumar preguntándose si alguna vez les permitirán continuar adelante con su proceso de construcción sin más distracciones, sustos e interrupciones, al independentismo catalán con cara de póker, a los vascos y a los gallegos pensando en lo locos que están estos romanos y a la derecha y la ultraderecha donde siempre: en otra nueva lucha final contra el malvado gobierno rojosatánico y el profeta negro del sanchismo. No deja de resultar algo reconfortante, a veces, disponer de esta certeza de que, en España, sin importar lo que pase, la derecha y la ultraderecha nunca cambian y siempre ejecutan la misma rutina; es bueno tener alguna certeza en este mundo líquido en que nos cuentan que vivimos.
La sinopsis de lo
sucedido podría redactarse así. Pedro Sánchez se retira a reflexionar agobiado
porque este darle duro y a la cabeza en bucle que parecía volverle más fuerte
se extiende ahora a su familia y siente que no tiene ni necesidad ni ganas de
soportarlo. Dijo que en cinco días nos contaría si seguía o no. Fue exactamente
lo que hizo. No aquello que todos los demás pensábamos que iba o debía hacer.
Eso no le vuelve ni un mentiroso, ni un tacticista, tampoco permite extraer
conclusiones sobre su sinceridad; sólo nos hace a los demás demasiado listos.
La respuesta fue
que seguía, pero que no iba a continuar por la senda del duro y a la cabeza;
que su réplica iba a ser liderar la regeneración democrática. Ya tenemos la
contestación del PP y de Vox: más duro y más a la cabeza. Ahora, presidente,
queremos comprobar cuál va a ser la suya. Si todavía más duro y a la cabeza
como hasta ahora, o vamos a empezar a hablar y razonar sobre política y sobre
políticas, como nos ha anunciado.
Si lo que hizo
Sánchez fue sentimiento o táctica ya carece de importancia. Cada uno creerá lo
que quiera o le convenga. La famosa carta en su cuenta de X se ve tan mal
escrita que, o era lo que le pedía el cuerpo en aquel momento, o la ha
redactado un auténtico genio del marketing. Lo relevante es por dónde tirará
ahora, si las acciones y decisiones de su Gobierno se van a corresponder con lo
que nos ha contado que pretendía hacer y hacía que mereciese la pena mantenerse
en la Moncloa.
Ya hemos hablado
bastante del fango. Ahora toca ponerse a limpiarlo porque ya nos empieza a
entrar por la boca y la nariz, y cuesta respirar. Al presidente y a su Gobierno
les corresponde la responsabilidad de finiquitar esta dialéctica política,
centrada únicamente en convertir la conversación pública en un páramo estéril,
asolado por el ruido y la furia, y donde solo lo pútrido pervive. Al presidente
y a su Gobierno les corresponde ahora la responsabilidad de asegurar el derecho
que realmente está en riesgo en España, que no es la libertad de prensa, de la
que vamos sobrados, sino el derecho de los ciudadanos a acceder a una
información veraz, rigurosa y plural. Una buena manera de empezar sería
convocar ruedas de prensa de verdad, no apariciones marianas. Tampoco estaría
de más que los míticos portales de transparencia de todas las administraciones
dejasen de parecer el laberinto del minotauro.
Al presidente y a
su Gobierno les corresponde ahora la responsabilidad de tomar todas las medidas
necesarias para acabar con el secuestro del Poder Judicial, propiciado por el
Partido Popular y sus magistrados y vocales de guardia. Al presidente y a su
Gobierno les corresponde ahora la responsabilidad de promover la creación de órganos
independientes que velen por la limpieza de las actividades privadas en los
entornos de los responsables públicos, o por la equidad y la profesionalidad en
el reparto de las ayudas y contratos públicos entre los medios de comunicación,
o por la responsabilidad de las empresas y redes sociales que facturan millones
con la industria del bulo. La lista de sitios por dónde arrancar continúa y
luce tan extensa que se antoja fácil escoger.
De sentimientos
vamos más que servidos, presidente. Hemos saltado de pantalla. Queremos hechos.
Ya no basta con que se nos cuente que el PP y Vox son muy malos o todavía
peores. El liderazgo se demuestra andando y el camino de la regeneración
democrática es muy largo.
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