"TEATRO MEMORIA I" DE
CIRILO LEAL
RAFAEL LUTZARDO
Mi
amistad con Cirilo Leal viene siendo como las raíces de un viejo árbol que
crece a través de los años. Muchos han sido los momentos vividos y compartidos
con el gran amigo. Vivencias teatrales en espacios cerrados y abiertos. En
aquellos teatros engalanados entre bambalinas, luces y sonidos. Sin embargo,
para el gran amigo, el verdadero teatro lo vive en el espacio público, como lo
hicieran los clásicos griegos.
Cirilo
Leal, aunque nació en Carúpano (Venezuela); es un canario más. Su padre, un
palmero emigrante y su madre, una venezolana afincada en Canarias, dieron vida
al antiguo muelle de Santa Cruz de Tenerife; regentando la añorada y famosa
Marquesina. Allí, junto con sus padres y hermanos, Cirilo Leal trabajó duro,
pero se enriqueció con la sabiduría y experiencias de las historias de los
cambulloneros. Desde ese momento, a Cirilo Leal le invadió la curiosidad, la
intriga, la búsqueda por rescatar las vivencias de aquellos hombres que habían
sido testigos y actores de una guerra civil española, y, perseguidos por el
régimen franquista. También, supo ver y escuchar el mundo de la picaresca del
truque y del cambullón.
Por todo
ello, el teatro es la fuente de vida del actor. Ahí es donde sigue aprendiendo,
es en el único medio donde un actor tiene la posibilidad de vivir el viaje sin
interrupciones, donde tiene el privilegio de vivir otra vida en toda su
magnitud y, así, enriquecerse. El teatro es la fiel imitación de la vida, de
forma continua, poniendo en juego la espontaneidad e intentando que los actores
armonicen poses y palabras para desarrollar una historia, para ofrecer una
escena, para promover una reflexión en el espectador cuya retina y oídos no
pierdan detalle. Los actores están en libertad vigilada ante el espectador,
luchando por crear una atmósfera verosímil. Así es el teatro que crea el
dramaturgo y periodista, Cirilo Leal Mujica. Un teatro, donde el se siente
cómodo y feliz a través de la improvisación y el compromiso.
Para este
amigo del comienzo del siglo XXI, el teatro costumbrista nace como parodia del
propio hombre y mujer del campo; una burla empleada para auto parodiarse,
quedándose casi siempre en juegos de palabras y situaciones cómicas sin que
haya esa hondura o calado que sólo encuentras cuando hablas de conflictos y
antagonismos sociales, donde sus narraciones las tiene que situarlas en un
contexto espacial para que puedan dar lugar a entenderse a primera vista como
relatos de costumbres; cuando en realidad lo que expresan todas esas historias
son auténticos conflictos que han desgarrado a generaciones de isleños, tantos
a los que se fueron como a los que aquí se quedaron. Para el humilde
dramaturgo, lo costumbrista es lo cómodo, porque viene a ser una reproducción
literal de una estampa etnográfica, cuando el auténtico riesgo está en los
mecanismos y resortes psicológicos de los individuos enfrentados a los
contextos sociales, religiosos y económicos.
Esa
búsqueda por parte del protagonista de este prólogo del teatro costumbrista no
es una casualidad. Desde mediados de los setenta, ya llevaba su grabadora en su
mochila e iniciando su itinerario por todas las islas. A la muerte de su padre,
un emigrante clandestino, sintió la obligación de indagar en la tragedia de
tantos hombres y mujeres que tuvieron que arriesgar sus vidas y echarse a la
aventura de la emigración en los buques fantasmas. Este impulso se ha ido
recargando a lo largo de los años. Sus trabajos periodísticos, tanto para la
prensa como para la televisión y radio, responden a ese compromiso y a esa
búsqueda de testimonios y vivencias que dan cuenta de la lucha de tantas y
tantas personas para cambiar las situaciones de injusticia por las que han
tenido que pasar forzosamente.
No tengo
la menor duda de la sensibilidad humana que tiene Cirilo Leal Mujica, sobre
todo a la hora de escribir un guión para cualquier compañía teatral. Es una
lucha de entrega y de pasión en su búsqueda con la historia de los pueblos del
Archipiélago canario. El rescate de un pasado vinculado con un modelo de
sociedad cerrado y asociado a una fuerte influencia migratoria canaria;
actividad comercial en el puerto capitalino a través de la presencia del mundo
del cambullón, trueques, acciones sociales, políticas y laborales ejecutadas en
muchas ocasiones desde la clandestinidad y selladas entre pactos de honor
(apretón de mano) por hombres luchadores de las libertades y derechos.
Por todo
ello, y ante esa importante experiencia y etapa recogida en la vida del
señalado dramaturgo, el periodismo y el teatro han sido elementos importantes
para reivindicar, rescatar y rendir homenajes a todas aquellas personas que en
otra época lucharon, trabajaron y dieron sus vidas por defender nuestra tierra,
pero que fueron olvidados por la dictadura franquita, pero no menos también por
la influencia y presencia mediática de los nuevos tiempos. Sin embargo, tenemos
la suerte de tener entre nosotros a un hombre como Cirilo Leal Mújica,
rescatador de nuestras tradiciones más populares e historia a través de las
fuentes orales.
No
descubro nada nuevo, si escribo que para el admirado amigo, el motor que le ha
llevado por los derroteros antropológicos relacionados con Canarias están
asociados al espíritu de compromiso social de una generación a la que pertenece
y a la búsqueda del testimonio a través de la conversación sobre la experiencia
de los mayores en relación con los principales acontecimientos de sus vidas.
Acontecimientos que están relacionados con la inmigración y la guerra civil con
todo lo que significó la lucha por la subsistencia en la posguerra. En la
medida en que se fue encontrando con esas fuentes de información que, tras
vencer el miedo, le van confesando penurias y miserias de una época, donde no
la pudo dejar caer en el olvido. Sobre todo, en los tiempos que vivimos, con la
arrogancia del bienestar económico y el consumismo, la historia empezó ayer.
Todo lo contrario, ya que mucha gente se quedaron por el camino con sus
esfuerzos y sacrificios, con años de cárcel y de emigración forzosa para que
nosotros pudiéramos disfrutar de la sociedad actual.
Su visión
y valoración sobre el Tetro en Canarias en los últimos años es positiva,
valorándolo con unos niveles de profesionalidad y calidad indiscutible. Como
autor teatral, Cirilo Leal es partidario de un teatro humilde y pobre en los
aspecto formales y ricos en ideas, de los cuales se carece en estos momentos,
especialmente porque nos hemos acostumbrados al teatro de la industria y al
teatro de la evasión.
Ni que
decir tiene, que una de sus obras célebres, «El Indiano», tuvo una gran
aceptación entre la sociedad canaria; motivando ser llevada a las Universidades
e Institutos y medios de comunicación. Un drama que recoge las esperanzas y los
infortunios de unos de tantos emigrantes canarios que por circunstancias
sociales y económicas, se ve obligado a emigrar a Cuba.
La
historia basada en hechos reales, se inicia cuando Simón Alonso emigra a la
Perla del Caribe para escapar del hambre y de las quintas; en Cuba se rebela
contra los explotadores y como un mambí participa en la lucha por la
independencia de la colonia española.
Desengañado
por la forma en que se ha materializado el proceso emancipador, se convierte en
vendedor ambulante de quincallerías. En un burdel, regentado por Nely, una
paisana suya, comparten la nostalgia del regreso a su tierra natal.
Sin duda,
esta colección de sus obras teatrales editadas por (Ediciones Aguere y
Ediciones Idea), suponen una verdadera «joya» literaria para el Archipiélago
canario, pues no en vano ahí «duermen» el talento, la creación, imaginación y
la búsqueda de un teatro canario, cuyos actores profesionales y amateur, han
sabido llevar con orgullo y dignidad sus respectivas representaciones por los
teatros del Archipiélago canario. Es por ello, que Cirilo Leal se convierte en
el «escultor» y creador de un teatro comprometido con la historia de Canarias.
Rafael
Lutzardo Hernández,
periodista
y escritor.
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