ALIADOS
Y EMPEÑOS DRAMÁTICOS
CIRILO
LEAL
Mi vinculación a la escritura
dramática se inició en unas circunstancias que exigían acción porque enfrente
había un enemigo común, claro, identificable: una sociedad en régimen
dictatorial. Y por otra parte, la urgente demanda de recuperar y difundir la
memoria social, reprimida, silenciada. El teatro fue la herramienta elegida
para asumir este compromiso: romper el miedo al silencio y reivindicar una
cultura anestesiada. Cada pieza teatral se planteaba como una experiencia de
agitación, de improvisación, en la que el intérprete aportaba sus vivencias
para la construcción y enriquecimiento de los personajes y tramas. La
implicación del público, con sus sugerencias y comentarios, contribuía a la
redefinición de situaciones y planteamientos. Un teatro espejo de la sociedad
requería de un teatro comunitario y participativo. Un teatro de ideas.
Por otra parte, al transcurrir mi
adolescencia en el ámbito portuario, el muelle de Santa Cruz de Tenerife, bar
La Marquesina, donde conviví con estibadores, cambulloneros, revendedores,
viejos contrabandistas, pescadores, marineros, polizones, antiguos presos de
los salones de Fyffes y de la prisión flotante, vagabundos…, de los cuales
recogía, grabada y difundía sus relatos existenciales. Espacio libre de
memorias y vivencias donde las historias vivas y marginales alimentaban la
creatividad y la imaginación: la emigración clandestina, la guerra civil, las
desapariciones, el estraperlo, el contrabando de lanchas rápidas, el submundo
de las ciudadelas… Testimonios, hechos, situaciones que constituyen la fuente
de la mayoría de los textos agrupados en esta edición. Relatos dramáticos que
parten de sucesos del pasado, para viajar hacia el presente y hacia territorios
de lo irreal y fantasmagórico, donde lo trágico, lo melancólico y lo
francamente cómico se entrecruzan y dan como resultado secuencias
caricaturescas y grotescas. Historias
que están más próximas al carnaval, la parodia y el esperpento que a cualquier
otro rito. Estampas costumbristas vistas desde una perspectiva grotesca y que
partiendo de elementos localistas pretenden convertirse en comentarios de la
condición humana universal. Una dramaturgia que pretende hacer de la memoria de
las experiencias vividas un objeto de
creación artística desde una visión crítica y comprometida con lo social.
Estas aventuras teatrales, entre
el realismo y la expresión grotesca, han sido realidades gracias al aliento de
personas como Pascual Arroyo, Óscar Bacallado, Manuel Luis, José Manuel Vilar,
Aníbal Suárez, Carlos de León, Juan Carmona, en la dirección y puesta en escena
de algunos de los textos. Serafín Dopazo y Cristino Montesdeoca, en los
orígenes del Teatro Cambullón; personas como Sabas Martín, Alberto Omar
y Rafael Fernández Hernández, referencias siempre inolvidables. Feliciano
Cachón y Enrique Castro, en idear y animar la experiencia de teatro solidario Bajo
el mismo cielo, en la que pusieron todo su empeño Óscar Bacallado, Rafael
Lutzardo, Manuel Rosado, Matilde Magdalena, Francis Mendoza, Juan Carmona, los
personajes del Carnaval, don Ciruelo, doña Croqueta, Cantinflas, Fidel Castro,
Chiquito, Vadita, así como Basilio Padrón. En el actual proyecto de rescate de la memoria marginal, Historias
de la viña del loro, destacar el aporte de Rafael Lutzardo, Julio Martín,
Francis Mendoza, Mary Baute, Salvador Melián, Esther Chávez, Manuel Herrera,
Juan Jesús Arteaga, Mercedes Fernández, Alfonso González, Israel Palmero, Gara
Palacios y Carlos Leocadio.
Sin olvidar el empeño de Ánghel
Morales en materializar edición de estas piezas, a José Rivero, por sus ánimos
y, especialmente, a las personas más importantes de mi vida, quienes han estado
detrás y están apoyando estas aventuras de vida y arte, Nayra, Cirilo, José
Carlos, Diego, Leire y Vicen, fuente madre de tanta vida.
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