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lunes, 11 de junio de 2018

"TEATRO MEMORIA I" DE CIRILO LEAL


"TEATRO MEMORIA I" DE
 CIRILO LEAL
RAFAEL LUTZARDO
Mi amistad con Cirilo Leal viene siendo como las raíces de un viejo árbol que crece a través de los años. Muchos han sido los momentos vividos y compartidos con el gran amigo. Vivencias teatrales en espacios cerrados y abiertos. En aquellos teatros engalanados entre bambalinas, luces y sonidos. Sin embargo, para el gran amigo, el verdadero teatro lo vive en el espacio público, como lo hicieran los clásicos griegos.
Cirilo Leal, aunque nació en Carúpano (Venezuela); es un canario más. Su padre, un palmero emigrante y su madre, una venezolana afincada en Canarias, dieron vida al antiguo muelle de Santa Cruz de Tenerife; regentando la añorada y famosa Marquesina. Allí, junto con sus padres y hermanos, Cirilo Leal trabajó duro, pero se enriqueció con la sabiduría y experiencias de las historias de los cambulloneros. Desde ese momento, a Cirilo Leal le invadió la curiosidad, la intriga, la búsqueda por rescatar las vivencias de aquellos hombres que habían sido testigos y actores de una guerra civil española, y, perseguidos por el régimen franquista. También, supo ver y escuchar el mundo de la picaresca del truque y del cambullón.

Por todo ello, el teatro es la fuente de vida del actor. Ahí es donde sigue aprendiendo, es en el único medio donde un actor tiene la posibilidad de vivir el viaje sin interrupciones, donde tiene el privilegio de vivir otra vida en toda su magnitud y, así, enriquecerse. El teatro es la fiel imitación de la vida, de forma continua, poniendo en juego la espontaneidad e intentando que los actores armonicen poses y palabras para desarrollar una historia, para ofrecer una escena, para promover una reflexión en el espectador cuya retina y oídos no pierdan detalle. Los actores están en libertad vigilada ante el espectador, luchando por crear una atmósfera verosímil. Así es el teatro que crea el dramaturgo y periodista, Cirilo Leal Mujica. Un teatro, donde el se siente cómodo y feliz a través de la improvisación y el compromiso.
Para este amigo del comienzo del siglo XXI, el teatro costumbrista nace como parodia del propio hombre y mujer del campo; una burla empleada para auto parodiarse, quedándose casi siempre en juegos de palabras y situaciones cómicas sin que haya esa hondura o calado que sólo encuentras cuando hablas de conflictos y antagonismos sociales, donde sus narraciones las tiene que situarlas en un contexto espacial para que puedan dar lugar a entenderse a primera vista como relatos de costumbres; cuando en realidad lo que expresan todas esas historias son auténticos conflictos que han desgarrado a generaciones de isleños, tantos a los que se fueron como a los que aquí se quedaron. Para el humilde dramaturgo, lo costumbrista es lo cómodo, porque viene a ser una reproducción literal de una estampa etnográfica, cuando el auténtico riesgo está en los mecanismos y resortes psicológicos de los individuos enfrentados a los contextos sociales, religiosos y económicos.

Esa búsqueda por parte del protagonista de este prólogo del teatro costumbrista no es una casualidad. Desde mediados de los setenta, ya llevaba su grabadora en su mochila e iniciando su itinerario por todas las islas. A la muerte de su padre, un emigrante clandestino, sintió la obligación de indagar en la tragedia de tantos hombres y mujeres que tuvieron que arriesgar sus vidas y echarse a la aventura de la emigración en los buques fantasmas. Este impulso se ha ido recargando a lo largo de los años. Sus trabajos periodísticos, tanto para la prensa como para la televisión y radio, responden a ese compromiso y a esa búsqueda de testimonios y vivencias que dan cuenta de la lucha de tantas y tantas personas para cambiar las situaciones de injusticia por las que han tenido que pasar forzosamente.
No tengo la menor duda de la sensibilidad humana que tiene Cirilo Leal Mujica, sobre todo a la hora de escribir un guión para cualquier compañía teatral. Es una lucha de entrega y de pasión en su búsqueda con la historia de los pueblos del Archipiélago canario. El rescate de un pasado vinculado con un modelo de sociedad cerrado y asociado a una fuerte influencia migratoria canaria; actividad comercial en el puerto capitalino a través de la presencia del mundo del cambullón, trueques, acciones sociales, políticas y laborales ejecutadas en muchas ocasiones desde la clandestinidad y selladas entre pactos de honor (apretón de mano) por hombres luchadores de las libertades y derechos.
Por todo ello, y ante esa importante experiencia y etapa recogida en la vida del señalado dramaturgo, el periodismo y el teatro han sido elementos importantes para reivindicar, rescatar y rendir homenajes a todas aquellas personas que en otra época lucharon, trabajaron y dieron sus vidas por defender nuestra tierra, pero que fueron olvidados por la dictadura franquita, pero no menos también por la influencia y presencia mediática de los nuevos tiempos. Sin embargo, tenemos la suerte de tener entre nosotros a un hombre como Cirilo Leal Mújica, rescatador de nuestras tradiciones más populares e historia a través de las fuentes orales.
No descubro nada nuevo, si escribo que para el admirado amigo, el motor que le ha llevado por los derroteros antropológicos relacionados con Canarias están asociados al espíritu de compromiso social de una generación a la que pertenece y a la búsqueda del testimonio a través de la conversación sobre la experiencia de los mayores en relación con los principales acontecimientos de sus vidas. Acontecimientos que están relacionados con la inmigración y la guerra civil con todo lo que significó la lucha por la subsistencia en la posguerra. En la medida en que se fue encontrando con esas fuentes de información que, tras vencer el miedo, le van confesando penurias y miserias de una época, donde no la pudo dejar caer en el olvido. Sobre todo, en los tiempos que vivimos, con la arrogancia del bienestar económico y el consumismo, la historia empezó ayer. Todo lo contrario, ya que mucha gente se quedaron por el camino con sus esfuerzos y sacrificios, con años de cárcel y de emigración forzosa para que nosotros pudiéramos disfrutar de la sociedad actual.
Su visión y valoración sobre el Tetro en Canarias en los últimos años es positiva, valorándolo con unos niveles de profesionalidad y calidad indiscutible. Como autor teatral, Cirilo Leal es partidario de un teatro humilde y pobre en los aspecto formales y ricos en ideas, de los cuales se carece en estos momentos, especialmente porque nos hemos acostumbrados al teatro de la industria y al teatro de la evasión.

Ni que decir tiene, que una de sus obras célebres, «El Indiano», tuvo una gran aceptación entre la sociedad canaria; motivando ser llevada a las Universidades e Institutos y medios de comunicación. Un drama que recoge las esperanzas y los infortunios de unos de tantos emigrantes canarios que por circunstancias sociales y económicas, se ve obligado a emigrar a Cuba.
La historia basada en hechos reales, se inicia cuando Simón Alonso emigra a la Perla del Caribe para escapar del hambre y de las quintas; en Cuba se rebela contra los explotadores y como un mambí participa en la lucha por la independencia de la colonia española.
Desengañado por la forma en que se ha materializado el proceso emancipador, se convierte en vendedor ambulante de quincallerías. En un burdel, regentado por Nely, una paisana suya, comparten la nostalgia del regreso a su tierra natal.
Sin duda, esta colección de sus obras teatrales editadas por (Ediciones Aguere y Ediciones Idea), suponen una verdadera «joya» literaria para el Archipiélago canario, pues no en vano ahí «duermen» el talento, la creación, imaginación y la búsqueda de un teatro canario, cuyos actores profesionales y amateur, han sabido llevar con orgullo y dignidad sus respectivas representaciones por los teatros del Archipiélago canario. Es por ello, que Cirilo Leal se convierte en el «escultor» y creador de un teatro comprometido con la historia de Canarias.
Rafael Lutzardo Hernández,
periodista y escritor.


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