sábado, 17 de octubre de 2015

COLA DE CABALLO

COLA DE CABALLO

Didi Grau
Hay un caballito sin cola
dentro de una caracola
en el fondo de la mar.
(Y no es cola de pegar.)
Hay quien dice que la cola
se fue por ahí a pasear sola.
La anchoa una cola halló
y al caballito llevó.
Entonces quiso ayudar
y la cola colocar.
El caballito, nada lerdo,
con ella estuvo de acuerdo.
Ponérsela en la cabeza
fue su primera torpeza.
El caballito enojó
y a la anchoa reprendió:
“¡Piense usted con más esmero!
¡Esto no es ningún sombrero!”
La puso después por delante
como trompa de elefante.
“¡Qué anchoa tan ignorante!
¿Le parece esto elegante?”
Se mostró más enojado
cuando la tuvo al costado.
“¡Piense un poco, por favor,
y colóquela mejor!”
La anchoa, muy ofendida,
le contestó enseguida:
“Usted podría ayudar
e indicarme en qué lugar.”
“No sé cuál es el lugar,
por eso la dejo actuar.
Yo no la veía jamás.
Debía estar por atrás.”
Así la anchoa halló el lugar
y pudo la cola colocar.
La despidió muy atento
el caballito contento.
Y como ya tenía cola
se metió en la caracola,
para mirarse al espejo
y quedarse muy perplejo:
“¡Ay, qué pena, no es mi cola.
Yo soy caballo de mar!”

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