viernes, 31 de julio de 2015

LA AMORALIDAD DEL PP

LA AMORALIDAD DEL PP

POR JUAN TORTOSA

Por Juan Tortosa Como Manuela Carmena, yo creo en la reinserción. El delincuente puede y debe ser reinsertable. Con el inmoral, por lo general, sabemos a qué atenernos. Cuando alguien se comporta de manera indecente, sus cartas están ya sobre la mesa… pero el problema son los AMORALES. Con los amorales, el común de los […]


Como Manuela Carmena, yo creo en la reinserción. El delincuente puede y debe ser reinsertable. Con el inmoral, por lo general, sabemos a qué atenernos. Cuando alguien se comporta de manera indecente, sus cartas están ya sobre la mesa… pero el problema son los AMORALES.

Con los amorales, el común de los mortales nos encontramos en inferioridad de condiciones. Como es bien conocido, “amoral” significa carente de moral, persona sin principios que, como parodiabaGroucho Marx, en el caso de tenerlos no encuentra ningún inconveniente para cambiarlos apenas entiende que eso es necesario.

En el mundo de los negocios, el amoral suele estar dispuesto a pagar el precio de su actitud ante la vida. Sabe que se la juega a cara o cruz y muchas veces sale cruz, mala suerte. Pero en el mundo de la política, en cambio, el amoral tiene muchas posibilidades de salir airoso. A costa de los ciudadanos a quienes roba, miente y empobrece.

A mí, sinceramente, se me caería la cara de vergüenza si estuviera implicado (presuntamente, claro) en la Púnica, en la Gürtel, en Nóos, Malaya, Palma Arena, Campeón, Edu, en los Eres… y mi careto estuviera día sí y día no en los informativos, en los periódicos… mi nombre en los boletines de radio y televisión, en twitter y en facebook porque un juez me ha llamado a declarar, porque han registrado mi casa o mi oficina, porque me han metido en la cárcel, porque me han imputado, porque me van a juzgar, porque me pueden condenar…

¿Qué les deben decir todos estos prebostes otrora poderosos e intocables a sus hijos, a sus vecinos, a sus amigos para explicar su situación? ¿Viven escondidos o salen a comprar el pan, el periódico y el cuarto y mitad de filetes como si no pasara nada?

Lo que cada uno de ellos pueda contar en su círculos privados lo desconozco, pero sí sé la actitud que mantienen en público. Y me da vergüenza. Vergüenza ajena. Intentas adivinar su pensamiento tras sus forzadas miradas sonrientes, tras sus caras de circunstancias, y lo único que te imaginas es que han conseguido llevarse tanta pasta que todo lo demás se la suda, que les da igual, que ya pasará el chaparrón y entonces ellos continuarán con el yate a punto y el riñón cubierto.

Tras las municipales y autonómicas del 24-M, muchos de esos presuntos delincuentes se han visto de súbito despojados de las cuotas de poder que hasta entonces detentaban ¿Serán conscientes de la satisfacción que existe en la ciudadanía tras haber conseguido arrebatarles tantas alcaldías de primera división, tan importante cuota de poder municipal y autonómico?

Este fin de semana estuve en Valencia y pude comprobar el aire de alivio que hay en el ambiente. Es mucha la gente que sonríe satisfecha y que te cuenta que tiene la sensación de haber conseguido quitarse un enorme, y desde hace tiempo insoportable, peso de encima.
-Ya era hora, me dice la dueña de un restaurante. Llevábamos mucho tiempo deseando que esto ocurriera, que los del pp perdieran la Generalitat y la alcaldía de Valencia. Parece un sueño, por fin lo hemos conseguido. Sabe que estamos de visita y que hemos venido de Madrid.Y por cierto, añade, felicidades también a ustedes, los madrileños, por los resultados en el ayuntamiento. Cómo me hubiera gustado poder votar a Manuela Carmena.

Escucho estas cosas y no puedo evitar preguntarme qué estarán sintiendo tanto los defenestrados como muchos de quienes aún les votan ¿Serán conscientes de la necesidad de aire fresco que existía y continúa existiendo en el ambiente? ¿No se les ocurre preguntarse por qué hay tantos ciudadanos que experimentan esa sensación de alivio?

¿Cuando llegará la hora en que, gobiernen unos u otros, se pueda afrontar un resultado electoral con la deportividad de un partido de tenis, por ejemplo, y estrecharse la mano sin más al final de la contienda? ¿Qué tiene que suceder en este país para que, cuando acudamos a las urnas, lo hagamos para elegir la papeleta que nos parezca mejor y punto? ¿Cuándo dejaremos de votar por miedo a unos, por odio a otros, por ganas de revancha a unos terceros…?

Las cosas empezarán a cambiar cuando vayamos a votar y elijamos entre ofertas y no entre trincheras.

Para eso es imprescindible acabar, cuanto antes, con los comportamientos amorales en política. Como yo también creo en la reinserción, no pierdo la esperanza.

J.T.

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