MOVIMIENTO TXAPOTISTA DE LIBERACIÓN
En un país
controlado culturalmente por una derecha hipócrita en lo político y en lo
mediático, los anunciantes no se espantan ante el uso del dolor, pero sí ante
el uso del humor
GERARDO
TECÉ
El presentador Héctor de
Miguel durante una emisión reciente del programa satírico Hora Veintipico.
Que la derecha use a las víctimas de ETA para hacer campaña electoral jugando con su dolor es lo esperable. Que inventen lemas como Que Te Vote Txapote, popularizado, recordemos, por un ultraderechista que culpaba a Pedro Sánchez ante las cámaras de TVE por haber recibido una multa de tráfico en un pueblo gobernado por el PP, es lo que se puede esperar de una derecha española maestra en movilizar al más tonto del pueblo que hoy corea el último lema y ayer votaba a quienes definían a ETA como Movimiento de Liberación Vasco. Que esa derecha se parta la camisa y llore en nombre de las víctimas –cuyo dolor no les importaba un cuarto de hora antes– si alguien externo a la fiestuki ultra ridiculiza lo de Txapote es lo que cabe esperar. Lo que no deja de sorprender –y mira que deberíamos estar curados de espanto– es ver a personas decentes pedir perdón si han podido molestar a alguien burlándose de lo que es dignísimo de ser burlado.
Esta semana cae un
chaparrón sobre la redacción de la Cadena Ser. Los amigos de Hora Veintipico,
el espacio de información satírica dirigido por Héctor de Miguel, bromeaban
sobre la incorporación del cantante Pitingo a la corriente intelectual del Que
Te Vote Txapote. Nada sorprendente. Pitingo se apunta a las tesis de la
ultraderecha con la misma facilidad con la que se apunta a un disco de
versiones. El presentador del espacio comentaba la jugada: “Txapote por lo
menos era rápido y ha pagado su deuda con la sociedad, pero Pitingo is killing
me softly”. Roturas de camisa, lágrimas desconsoladas, el niño Jesús llora
porque las víctimas de ETA han sido ofendidas. Quienes usaban la violencia de
ETA para protestar por una multa de tráfico, quienes aseguran que ETA sigue
viva a pesar de que las asociaciones han pedido que dejen de manosear el dolor
con fines partidistas, piden la inmediata retirada del programa de la parrilla
de la SER. Horas después, la dirección del programa de humor emite un
comunicado disculpándose por hacer su trabajo: humor. Concretamente con quienes
llevan manoseando a las víctimas del terrorismo desde que el mundo es mundo.
Se llama ceder ante
el teatrillo ultra. Quizá por presiones internas de la Cadena que sabe que los
próximos presupuestos generales del Estado podrían caer en manos del Movimiento
Txapotista de Liberación, quizá porque, en un país controlado culturalmente por
una derecha hipócrita en lo político y en lo mediático, los anunciantes no se
espantan ante el uso del dolor, pero sí ante el uso del humor. No será el
último capítulo que veamos. Hace unos días la derecha bramaba por unas
declaraciones del expresidente Zapatero en la que constataba un hecho: ETA
abandonó la violencia bajo su mandato. Hoy el escándalo recae sobre el delegado
del Gobierno en Madrid tras declarar que, en esta legislatura, con su apoyo a
leyes que han mejorado la vida de la gente, Bildu ya ha hecho más por España
que los patriotas de cartón piedra. Lo que este hombre vivirá en las próximas
fechas será un infierno. El mismo que vivió Irene Montero y la ha condenado al
abandono de los suyos. Se llama tener miedo. Y es lo peor que se puede tener
cuando en el horizonte asoman las sombras de la estupidez.
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