¿QUÉ PASA CON PABLO GONZÁLEZ?
ANA PARDO DE VERA
En una respuesta parlamentaria sobre la detención en Polonia (número 64 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021, bajando dos puntos desde 2020), del compañero periodista Pablo González, la ministra de Defensa, Margarita Robles, no solo confirmó que un grupo de agentes del CNI habían ido a visitar su casa hace varias semanas y a su familia para ver si, como le había acusado Polonia en un interrogatorio previo en instalaciones polacas, era "prorruso"; como si ser prorruso, además, fuera un delito. González tiene doble pasaporte, ruso -nació en Moscú, nieto de un niño de la guerra- y español -se vino desde Rusia a los nueve años con su madre-.
Me sorprendió la
frialdad de Robles con un compatriota detenido en el extranjero hace doce días,
en la cárcel de Rzeswów sita a muchos kilómetros de Varsovia, sin que se le
conozcan más pruebas de un presunto espionaje para Rusia que las acusaciones
polacas asegurando que González se paseaba por territorio Putin aprovechando su
carné de periodista (¿No sería que haciendo su trabajo de periodista, Pablo
recorría Rusia, efectivamente, con su carné amparado por el derecho
internacional a la libertad de la prensa?). Lo cierto es que en el momento en
que escribo estas líneas, el abogado de González, Gonzalo Boyé, aún no ha
podido visitarlo.
El ministro de
Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a quien el periodista Miguel González
preguntaba en una entrevista para El País por la situación de su compañero
encarcelado en Polonia, se mostraba algo más empático que su colega de Gabinete
asegurando: "Ayer [por el viernes] hablé con mi homólogo polaco. Le pedí
agilizar la asistencia consular y me consta que el cónsul ha hablado
telefónicamente con él. Efectivamente, está formalmente acusado y a muchos
kilómetros de Varsovia, lo que ha dificultado visitarle en persona. Pero lo
vamos a hacer inmediatamente, como hacemos con cualquier español detenido, sea
cual sea la acusación que se le haga".
Toda buena intención
es de agradecer, pero no basta: Pablo ya lleva doce días incomunicado, y aunque
fuera culpable, el solo comportamiento del CNI tratando de averiguar en una
estrategia atípica, por lo menos (¿?), e indicada por un Gobierno tan
autoritario como el polaco, nos retrotrae a los peores tiempos o, lo que es
peor, a los peores comportamientos hoy de países como Polonia, Hungría,
Bielorrusia o la propia Rusia. Hay muchas explicaciones que dar por parte del
Gobierno, y desconozco las razones por las que el Ejecutivo de PSOE y Unidas
Podemos manifiesta tan poco interés por González, y lo lamento, pero no me
sirve la excusa de Ucrania, ya que Polonia no es un país en guerra: Pablo
González no tiene que demostrar su inocencia, sino Varsovia su culpabilidad, en
su caso, y, de momento, no han aportado información ninguna al respecto: ¿Dónde
y con quién lo vieron para lanzarle esa acusaciones que en el código penal de
Polonia se castigan con hasta diez años de cárcel? ¿Tienen alguna
documentación, grabaciones, imágenes... que confirmen que el periodista ha sido
espía para Rusia? ¿Cómo se pueden lanzar imputaciones tan graves alegremente,
echarte a los servicios de inteligencia polacos y a los propios encima sin
material probatorio alguno y que tu Gobierno no muestre una contundencia fuera
de toda duda? Decía Robles a respuestas del senador de EH Bildu, Jon Iñarritu,
que el CNI, durante su estrafalaria visita al entorno de González, respetó
siempre "su presunción de inocencia". Bonita forma de demostrarlo, enviando
al servicio de espionaje a casa de tu familia cuando está ausente y por
indicación de Polonia; e insisto en esto porque tengo la impresión de que está
primando el afán culpabilizador de un país con el actual historial
ultraderechista del poder polaco que esa supuesta "presunción de
inocencia" que se apresuró a lanzar la ministra.
Pablo González es
colaborador de Público, de La Sexta y de Gara, entre otros. Gracias a todos los
compañeros y compañeras que se han hecho eco de la noticia, recordando que el
Gobierno debe proteger a sus compatriotas, inocentes, culpables o
mediopensionistas, y mucho más de las garras de sistemas tan cuestionables como
el polaco, particularmente con la libertad de prensa y otros derechos humanos.
A quienes han rechazado de plano que Pablo pueda tener algún derecho al ser
acusado por Polonia de "prorruso", duerman tranquilos: también
denunciamos la tibieza de nuestro Ejecutivo para que los protejan a ustedes si
un día les toca pasar por lo de González. Quién sabe.
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