EL PARTIDO Y LA SECTA
Es muy difícil
demostrar los vínculos de Vox con la secta mexicana El Yunque. Pero existen.
Por ejemplo, Liberto Senderos Oliva, secretario y tesorero de El Yunque en
España, figuró en la lista de Vox por Barcelona en las elecciones catalanas de
2021
MIGUEL GONZÁLEZ
Santiago Abascal con Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir,
en los premios de la fundación en 2012.
La Organización Nacional del Yunque –cuyo nombre bebe de la frase de san Ignacio de Antioquía: “Permaneced firmes, como el yunque al ser golpeado”– es una asociación integrista católica fundada en 1953 en el estado de Puebla (México). Su objetivo es “la instauración del reino de Cristo en la Tierra” y sus miembros se consideran a sí mismos “monjes-soldado”, una suerte de “aristocracia del espíritu a la que se prepara y organiza para combatir a los enemigos de Dios y de la Patria”. Se presenta como heredera de los llamados “cristeros”, un ejército de campesinos que en los años veinte del siglo pasado se levantó en armas contra los gobiernos revolucionarios mexicanos que pretendían borrar la profunda influencia de la Iglesia católica en el país. Ferozmente anticomunistas y antisemitas, sus primeros miembros recibían instrucción militar, y su fundador, Ramón Plata Moreno, fue abatido a tiros en 1979 en un crimen sin aclarar que fue atribuido en su día a Los Tecos, un grupo fundamentalista rival que, a diferencia de El Yunque, no reconocía la autoridad del Papa.
Organizados en
células estancas, y adoptando apodos para que ni siquiera sus compañeros
conozcan su verdadera identidad (como los militantes de los partidos políticos
clandestinos en la España de Franco), los “yunquistas” elaboraron entonces, y
mantienen todavía hoy, una liturgia propia inspirada en la masonería, de cuya
ideología liberal abominan. Utilizan como símbolo una cruz invertida que se
abre hacia arriba en forma de “V”, enmarcada por un círculo blanco, y, para sus
rituales internos, visten camisa blanca, pantalón negro y brazalete rojo a modo
de uniforme. En la ceremonia de ingreso, los neófitos se comprometen a cumplir
los preceptos de “primordialidad, reserva y disciplina”; es decir, nada ni
nadie por encima de la organización, cuya existencia no se puede revelar y a
cuyos jefes se les debe obediencia ciega [...].
La secta desembarcó
en España a finales de los setenta de la mano del mexicano Miguel Ángel López
Zabaleta y, aplicando el modus operandi de su país de origen, empezó a crear
asociaciones pantalla y a introducirse en algunas ya existentes para intentar
controlarlas (la principal fue HazteOír, a la que seguirían otras). Su objetivo
era coger las riendas del movimiento conservador católico, que vivió su auge en
las movilizaciones contra la ley del aborto o la asignatura de Educación por la
Ciudadanía, bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) […].
La secta contó con
el amparo de un sector del clero, aunque el obispado de Getafe instó en marzo
de 2015 a sus asociaciones (HazteOír y Derecho a Vivir, entre otras) a
abstenerse de actuar en su diócesis por no compartir “ni el sentido de
pertenencia eclesial ni los medios que emplean”, una declaración que secundó
también el arzobispado de Toledo. Fue por encargo de la Conferencia Episcopal
que Fernando López Luengos, doctor en Filosofía por la Universidad Complutense
de Madrid, elaboró –a partir de los testimonios de 24 testigos, incluidos
exmiembros de El Yunque– un informe titulado “El Transparente de la catedral de
Toledo”, cuyas páginas pretendían iluminar una realidad en la sombra (la infiltración
de una secta en el entramado de asociaciones laicas cristianas) sin causar
mayores daños colaterales.
El informe
denunciaba que la estrategia de El Yunque incluía “la ocupación de parcelas de
poder político e influencia mediática cada vez mayores sin que se conozcan los
verdaderos objetivos de la misma; el acoso, presión y desestabilización del
poder político con vistas a lograr leyes acordes con la doctrina de la Iglesia
católica” y “la posibilidad de crear redes de captación de jóvenes y adolescentes”
[…]
Vínculos en la sombra
Precisamente porque
los miembros de El Yunque ocultan su condición y se sienten legitimados para
mentir (ya que se acogen a una “reserva mental” según la cual la secta por la
que se les pregunta no tiene nada que ver con la organización a la que
pertenecen, aunque sea la misma), es muy difícil demostrar sus vínculos con
Vox. Pero estos existen. Por ejemplo, Liberto Senderos Oliva, secretario y
tesorero de El Yunque en España (según su inscripción en el registro), figuró
como número 53 en la candidatura de Vox por Barcelona en las elecciones
autonómicas de 2021. No era la primera vez que se presentaba al Parlamento
catalán: ya en 1980 fue en el puesto número 15 de la lista del partido
ultraderechista Fuerza Nueva.
Si se incluyen los
vínculos con HazteOír –una organización en la que “es un hecho contrastado y
acreditado” (por sentencia judicial) que algunos de sus miembros pertenecen a
El Yunque–, la lista se amplía: el actualmente diputado nacional de Vox
Francisco José Carreras o la diputada autonómica madrileña Gádor Joya fueron
directivos del lobby integrista antes de incorporarse a la formación de
Abascal, mientras que la compañera de escaño de Joya, Alicia Rubio, pertenece a
Profesionales por la Ética (PE), una de las supuestas asociaciones pantalla de
El Yunque. Álvaro Zulueta, ex director general de la fundación CitizenGO (el
brazo internacional de HazteOír), fue candidato de Vox al Ayuntamiento de Gijón
y al Senado en 2019.
Jaime Urcelay
Alonso –hijo del vicealmirante Antonio Urcelay (ayudante de campo de Franco) y
vicepresidente de la sección española de la secta mexicana– es el secretario de
la fundación Abogados Cristianos, un lobby ultracatólico dedicado a perseguir
supuestas afrentas a la religión (como la famosa “procesión de la archicofradía
del santísimo coño insumiso” o las blasfemias del actor Willy Toledo). Su
presidenta, Apolonia Castellanos, está casada con Alfonso González
Rodríguez-Vilariño, dirigente del partido de Abascal en Valladolid; además, uno
de los miembros del patronato de la fundación es Juan José Liarte, portavoz de
Vox en la Asamblea Regional de Murcia (a quien la dirección nacional intentó
expulsar por impedir que esta se quedase con la subvención pública al grupo
parlamentario).
Más allá de algunas
discrepancias tácticas (como hemos visto a lo largo de este libro), HazteOír
nunca ha ocultado su apoyo a Vox, no solo premiando a muchos de sus dirigentes,
sino con campañas propagandísticas, como la recogida de miles de firmas para presionar
al líder del PP, Pablo Casado, para que votara a favor de la moción de censura
contra Pedro Sánchez en octubre de 2020. De hecho, el propio presidente de la
filial española de la secta mexicana, Eduardo Hertfelder, felicitó a Abascal
por dar este paso: “Es una alegría ver que Vox está dando la batalla a favor de
España y su reconstrucción” […].
La afinidad de Vox
con el sector más conservador, e incluso integrista, de la Iglesia católica no
es ninguna sorpresa
La afinidad de Vox
con el sector más conservador, e incluso integrista, de la Iglesia católica no
es ninguna sorpresa. Muchos dirigentes o exdirigentes del partido de Abascal
tienen vínculos con el Opus Dei (como Lourdes Méndez Monasterio, diputada
nacional por Murcia), el Camino Neocatecumenal, movimiento eclesial más
conocido como “los kikos” (Francisco Serrano, exjuez y exdiputado autonómico
andaluz) o la congregación de los Legionarios de Cristo, también fundada en
México por el pederasta Marcial Maciel (Georgina Trías, miembro del Congreso y
portavoz en la Comisión de Educación). Lo que hace más inquietante a El Yunque
es su ocultación, el uso sistemático de la mentira y el hecho de que sus
actividades “se gobiernen” desde una opaca cúpula mexicana que regularmente
envía comisarios para supervisar y fiscalizar a su filial en España, según pudo
presenciar Victoria Uroz durante los ocho años que estuvo casada con uno de sus
jefes.
Puede ser
casualidad que el director del Instituto Superior de Sociología, Economía y
Política (ISSEP) –la escuela en Madrid para futuros líderes ultras creada por
la nieta del fundador del Frente Nacional, Marion Maréchal-Le Pen, en
asociación con Kiko Méndez-Monasterio, la mano derecha de Abascal–, sea
Santiago Muzio. Este abogado franco-argentino fue el distribuidor en Francia de
la película Cristiada –el film más caro de la historia del cine mexicano hasta
el momento de su estreno en 2012–, rodada en inglés con un elenco internacional
en el que figuran Andy García, Eva Longoria o Peter O’Toole, y dedicada a glorificar
la rebelión armada contrarrevolucionaria que El Yunque considera su antecedente
histórico. También puede resultar casual que el mismo Muzio, miembro de One of
Us (la organización internacional presidida por Mayor Oreja), haya publicado en
la revista Conexiones UVAQ, de la Universidad Vasco de Quiroga (México), cuyo
director es el vicerrector de dicha universidad y portavoz oficial de El
Yunque, José de Jesús Castellanos López. En mayo de 2017, Castellanos se
convirtió en el primer miembro activo de la secta que se dio a conocer como tal
al firmar una carta dirigida a la agencia católica de noticias ACI Prensa (con
sede en Lima, Perú). En esa misiva sin precedentes, también motivada por las
presiones de la jerarquía eclesiástica, Castellanos reconocía por vez primera
la existencia de El Yunque y atribuía su carácter secreto (“discreción”, lo
llamaba) a la “humildad” de sus miembros, “el bien y la seguridad” de los
mismos y el “respeto a su vida privada”, lo que sorprendentemente también le
servía para justificar que fuera confidencial la propia “estructura de la
organización”. El portavoz oficial de El Yunque lo fue igualmente de Josefina
Vázquez Mota, candidata del PAN a la Presidencia de México en 2012 y ministra
con los gobiernos de José Peña Nieto y Vicente Fox.
José de Jesús
Castellanos es una de las firmas habituales de Yo Influyo News, la web oficiosa
de El Yunque en México que, en diciembre de 2018, tras las elecciones
andaluzas, entrevistó a Luis Losada –dirigente de la secta en España y, recordemos,
vicepresidente de HazteOír–; quien se felicitó del éxito electoral de Vox y
aseguró que el partido de Abascal “representa a la gente normal que está harta
de lo políticamente correcto y de la casta política”.
Abascal y sus 51
diputados eluden responder a la pregunta de a qué fundaciones o asociaciones
han contribuido o contribuyen
Puede ser pura
coincidencia que Jaime Urcelay llamase a su blog “Bien Común”, el nombre
oficial de la secta, o que el eurodiputado Jorge Buxadé hablase de “leyes
divinas y naturales”, en las que “se residencia el Bien Común” (escrito con
mayúsculas). Y también fruto del azar que el primer viaje oficial de Abascal
como líder de Vox a América Latina tuviera como destino México –capital mundial
de El Yunque, donde se ha implantado HazteOír– y que su anfitrión fuera el jefe
de filas de los senadores del Partido Acción Nacional (PAN), el grupo político
en el que la secta ha logrado infiltrarse más.
Todas esas dudas se
disiparían de inmediato aplicando el eficaz remedio de la transparencia. No
cabe esperarla de El Yunque, pero sí de un partido como Vox, que nació
proclamando su voluntad de regenerar la vida política. Sorprendentemente, su
grupo parlamentario fue el único que en 2020 rechazó el nuevo Código Ético de
las Cortes, que obliga a diputados y senadores a publicitar sus reuniones y
relaciones con lobbies y grupos de interés, los regalos recibidos, sus
actividades remuneradas o las aportaciones a fundaciones y ONG en los últimos
cinco años. Vox no solo se rasgó las vestiduras, calificando las exigencias de
transparencia del Código Ético de “presunción indecorosa y casi ofensiva”, sino
que lo incumple de manera flagrante. Gracias a esta norma es posible conocer,
por ejemplo, que Pablo Casado ha realizado donativos a Médicos sin Fronteras y
Cruz Roja y es socio del Ateneo de Palencia y de la Universidad Católica de
Ávila. Y también saber, a través de la web del Congreso, que Pedro Sánchez donó
a la obra social NUR los beneficios de su libro Manual de resistencia (2019), o
que Yolanda Díaz solo contribuye a Izquierda Unida. En cambio, Abascal y sus 51
diputados, en la preceptiva “declaración de intereses económicos” que han
debido cumplimentar, eluden responder a la pregunta de a qué fundaciones o
asociaciones han contribuido o contribuyen, y se limitan a señalar de manera
genérica (todos copiando la misma frase mal escrita) que hacen “pequeñas
aportaciones y tareas de voluntariado a entidad [sic] benéficas, de ayuda
social y promoción cultural y educativa”. Vox ha perdido la ocasión de aclarar
si los parlamentarios de la tercera fuerza política del Congreso tienen
vínculos con la secta mexicana El Yunque o alguna de sus tapaderas; algo que,
como dijo Abascal en el debate de investidura de Pedro Sánchez, “los españoles
tienen derecho a saber”. Por higiene democrática.
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Extracto de Vox
S.A. El negocio del patriotismo español, escrito por Miguel González y
publicado por Ediciones Península.
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