¿EL SUICIDIO DEL DÓLAR?
Se están
creando las condiciones para el crecimiento de un bloque no occidental en la
economía global
RAFAEL POCH
El 26 de febrero Estados Unidos y sus aliados confiscaron las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia que este tenía en Occidente, alrededor de la mitad del total de sus reservas, es decir unos 300.000 millones de dólares. Ni la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ni el Banco Central Europeo (BCE) fueron consultados al respecto. Son muchos los observadores que estiman que la medida será autodestructiva para la hegemonía global del dólar, sobre la que reposa la estabilidad de la deficitaria y monumentalmente endeudada economía de Estados Unidos.
Desde 1971, cuando
Estados Unidos abandonó el patrón oro en la convertibilidad del dólar, el
sistema de Bretton Woods, los bancos centrales organizaron sus reservas en
dólares en lugar de oro. Al hacerlo, compraban bonos del tesoro de Estados
Unidos y financiaban los déficits presupuestarios y de la balanza de pagos de
ese país. El comercio del petróleo en dólares añadía poderío al dólar como
indiscutida moneda global de referencia.
Estados Unidos ha
venido utilizando esa posición de poder para ordenar el mundo a su gusto e
interés. Puede bloquear pagos, congelar activos y practicar confiscaciones en
cualquier momento. Ahora, al confiscar las reservas de Rusia se ha lanzado un
mensaje inequívoco a todo el mundo. En palabras del exdiplomático británico
Alastair Crooke, “si hasta un país importante del G-20 puede ver sus reservas
confiscadas con solo pulsar un botón, para aquellos que aún tienen reservas en
Nueva York el mensaje es meridiano: sacarlas de allí mientras sea posible”.
Lo que Estados
Unidos dice al mundo es que cualquier país que tenga sus reservas allí está
expuesto a que puedan ser confiscadas
Rusia no es un caso
aislado. Las reservas de Irán ya fueron confiscadas en el pasado. Los 9.000
millones de fondos de Afganistán, que impedirían la catástrofe humana y el
hambre que está teniendo lugar allá, también fueron confiscados por Biden como
cruel represalia por la espantada militar occidental forzada por los talibanes
el pasado agosto. El año pasado el Reino Unido le robó a Venezuela el oro que
esta tenía en el Banco de Inglaterra y del que Caracas intentó disponer para
comprar recursos médicos contra la pandemia.
Con todas estas
medidas, lo que Estados Unidos dice al mundo es que cualquier país que tenga
sus reservas allí está expuesto a que, si su política no gusta a Washington,
bien porque comercia con países adversarios, bien porque reparte demasiado su
renta entre las clases populares en perjuicio de los beneficios de
multinacionales, o porque simplemente busca una mayor independencia política o
económica del entramado controlado por Estados Unidos, sus reservas pueden ser
confiscadas.
“Hemos convertido
los depósitos en euros y dólares en un factor de riesgo”, dice Wolfgang
Münchau, un conocido analista alemán de derechas y estrella del Financial
Times. “Confiscando los fondos de Afganistán, Venezuela, Irán y ahora Rusia,
politizando el mecanismo de pagos y transferencias del Swift, la influencia
global de Estados Unidos disminuye”, dice el exembajador americano Chas
Freeman.
La confiscación de
las reservas rusas “animará a rusos, chinos, BRIC's, etc. a buscar otras
monedas y mecanismos más seguros”, augura Münchau, pero en realidad esto no es
un horizonte sino un proceso ya en marcha. Desde que hace ocho años se
impusieron sanciones a Rusia por la anexión de Crimea, la participación del
dólar en el conjunto de los pagos internacionales ha disminuido 13,5 puntos:
pasó del 60,2% en 2014 al 46,7% en 2020. “El dólar se ha convertido en una
moneda tóxica”, dice el economista ruso y consejero de Putin Sergei Glaziev.
¿Qué pasará a partir de ahora con esta tendencia?
La principal
consecuencia es que se están creando las condiciones para el crecimiento de un
bloque no occidental en la economía global que tendrá un impacto negativo para
los intereses del hegemonismo. Hace más de una década que el presidente Lula ya
comprendió que había que salirse mancomunadamente del dólar y su entramado.
Parece que fue Lula el primero que compartió con Vladimir Putin y Hu Jintao, el
entonces presidente chino, la idea de avanzar conjuntamente en una política en
esa dirección, algo que los chinos tenían claro desde hacía mucho tiempo. El
protagonismo de Lula en aquella iniciativa pudo haber sido incluso determinante
para el irregular derrocamiento del brasileño y su posterior encarcelamiento.
Hoy las cosas han cambiado y no solo porque Lula puede regresar a la
presidencia de Brasil.
Ningún BRIC ha
participado en las sanciones contra Rusia: ni India, ni el Brasil de Bolsonaro,
ni África del Sur, ni la atlantista Turquía, ni los países del Golfo, ni por
supuesto China...
El miércoles la
conferencia de ministros de Exteriores de la Organización de la Conferencia
Islámica (57 países miembros) rechazó sumarse a las sanciones contra Rusia.
Ningún país de África, ni de Asia Occidental y Central ha impuesto sanciones a
Rusia y en Asia Oriental solo lo han hecho Singapur y Japón, con China e India
marcando la línea general.
Aún más
significativo, Arabia Saudí está manteniendo conversaciones con China para
comerciar en yuanes el pago de su petróleo. El 25% del petróleo saudí va a China.
Que el petróleo deje de venderse en dólares, ¿no equivale a una quiebra de la
economía de Estados Unidos?
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